Como Roman Abramovich (Sarátov, Rusia; 1966) se temía, Reino Unido le ha incluido en la 'lista negra' de oligarcas rusos sancionados por sus vínculos con Vladimir Putin. La persecución del Gobierno británico a los llamados "secuaces" del presidente ruso se ha acelerado gracias a los recientes cambios en la ley sobre delitos económicos. El dueño del Chelsea FC, que se había librado por ahora, está en la última oleada de castigados.
Significa que los activos de Abramovich quedan 'congelados'. El empresario veía que tarde o temprano esto iba a suceder por su amistad con Putin. Por ello se dio prisa en poner a la venta sus bienes en suelo británico, pero la sanción le ha dejado sin tiempo y ahora se quedan en el limbo varias operaciones como la del Chelsea.
Abramovich fue uno de los empresarios que construyeron su fortuna tras la caída de la Unión Soviética en 1991, aunque su gran 'golpe' no llegó hasta 2005 con la venta de su petroleta (SibNet) a Gazprom por más de 10.000 millones de euros. En la operación se dice que medió Putin, al igual que hay indicios de que el Kremlin estuviera detrás de la compra del Chelsea, en 2003, por parte del magnate.
Además, Abramovich hizo una incursión en la política desde 1999 hasta 2008 como representante y luego gobernador de la región rusa de Chukotka. En este último cargó renovó por un segundo período por decisión de Putin, al tener el presidente ruso la potestad de elegir a los gobernadores locales.
Mediador en la guerra
El primer ministro británico, Boris Johnson, aseguró este jueves que no "puede haber refugios seguros" para aquellos que apoyan la "feroz agresión de Putin a Ucrania". Abramovich paga los platos rotos porque, a diferencia de los otros oligarcas rusos, aceptó un pedido de Ucrania para ayudar a mediar en el conflicto con Rusia. El empresario se trasladó hasta Bielorrusia para participar en la primera ronda de negociaciones el pasado 28 de febrero.
El contacto llegó por la vía judía, comunidad a la que pertenece Abramovich, que tiene la ciudadanía israelí. Fue el cineasta y empresario ruso Alexander Rodnyansky el que le trasladó la petición ucraniana: "Puedo confirmar que la parte ucraniana ha estado tratando de encontrar a alguien en Rusia dispuesto a ayudarlos a encontrar una solución pacífica. Están conectados con Abramóvich a través de la comunidad judía y se acercaron a él en busca de ayuda. Abramovich ha estado tratando de movilizar apoyo para una resolución pacífica desde entonces", confirmaba el director de cine.
Su posicionamiento en favor de la búsqueda de la paz no le ha valido a Abramovich para librarse de las sanciones británicas. Entre sus movimientos que quedan 'congelados' estaba la venta de su mansión de cinco dormitorios ubicada al oeste de la capital británica (Kensington Palace Gardens) y valorada en 180 millones de euros, además de un ático que compró en 2018 por 26,4 'kilos' en el barrio de Chelsea. Pero el club de fútbol del que es propietario desde hace casi dos décadas es el más afectado.
El Chelsea, en el limbo
Abramovich había puesto como fecha límite el 15 de marzo para la venta del Chelsea y tenía hasta una decena de magnates interesados en la operación. Entre los posibles compradores había varios consorcios estadounidenses, dueños de equipos de la NFL, un multimillonario turco, un consorcio saudí y un promotor inmobiliario británico.
Roman ya se había apartado de la administración del Chelsea y ahora solo le faltaba cerrar su venta para cortar todo vínculo con la entidad deportiva, a la que dice estar muy unido y última vencedora de la Champions League y del Mundial de Clubes. Pero el plazo que puso no ha sido suficiente y ahora el club está en peligro por no poder obtener beneficios al ser propiedad en su totalidad del empresario.
Hay un resquicio al que se intenta agarrar el Chelsea para su supervivencia. El Gobierno británico emitió una 'licencia especial' que pemite al club londinense seguir operando en el día a día, posibilitando los pagos de los salarios a todos sus empleados, incluyendo jugadores y entrenadores. El club quiere negociar con las altas esferas del Reino Unido un permiso para también seguir adelante con la venta por el mejor interés para el club.
En caso de que esto ocurriera, Abramovich no recibirá ningún beneficio por la venta del club, aunque el magnate ruso ya avisó que cualquier dinero que percibiese por ello iría destinado a las víctimas de la guerra de Ucrania. Por ahora no hay nada oficial al respecto y la mayoría de las operaciones del Chelsea se mantienen 'congeladas'.
Secuelas deportivas
¿Qué implica esto? Que el Chelsea queda inhabilitado para llevar a cabo fichajes ni renovaciones. En el marco de las nuevas contrataciones, el club inglés no puede hacerlo hasta que no se abra el mercado el 1 de julio, pero si siguiera entonces la sanción a Abramovich (y no se hubiera reanudado la venta) no podría reforzarse. En cuanto a las renovaciones, el club se queda sin tiempo para renovar a tres futbolistas que acaban contrato y a los que no les puede prometer nada en este punto: el danés Andreas Christensen, el alemán Antonio Rüdiger y su capitán, el español César Azpilicueta.
Las prohibiciones no acaban ahí, ya que la sanción a Abramovich obliga al Chelsea a paralizar su venta de merchandising (camisetas y otros productos oficiales) y de entradas. Solo aquellos aficionados que poseen el abono de temporada (entre 28.000 y 30.000 socios) podrán ir a Stamford Bridge en los cinco partidos asegurados que le quedan al Chelsea como local este curso y que podrían ser más en caso de pasar de rondas en Champions y FA Cup. El estadio tiene un aforo de 44.000 localidades.
El Chelsea sí seguirá ingresando dinero por las retransmisiones televisivas de sus partidos, pero este irá a un fondo para continuar pagando los salarios de los empleados.
Patrocinio suspendido
Las consecuencias podrían ser debastadoras para la economía del Chelsea, que ya presentó unas pérdidas tasadas en 175 millones en la temporada 2020/2021 por culpa de la pandemia. El primer mazazo importante ha llegado con la suspensión temporal de su principal patrocinio, el de la red móvil china Three, que aportaba cerca de 48 millones anuales.
Otro patrocinador del Chelsea es Hyundai, con presencia en la manga de la camiseta. El fabricante de automóviles está evaluando la situación y medita si seguir los pasos de Three y suspender también su contrato, valorado en 17 millones de euros anuales.
[Más información: El negocio de Abramovich en el Chelsea: de los 200 millones para comprarlo a los 3.120 para venderlo]