El fútbol femenino estadounidense sigue a la vanguardia. La disciplina ya dio mucho de que hablar con el tratamiento del embarazo en las futbolistas de élite con el caso de Alex Morgan. Recientemente también se situaron en el centro de todos los focos al lograr la igualdad salarial en la selección. Y ahora, tras las negociaciones del último Convenio Colectivo, se ha asegurado la baja remunerada por problemas de salud mental durante al menos seis meses del contrato.
El triunfo para las jugadoras llega casi un año después de los Juegos Olímpicos de Tokio. El evento deportivo estuvo marcado por las medidas sanitarias contra la Covid-19. Pero, además, también se caracterizó por la histórica decisión de Simone Biles. La gimnasta apuntaba a ser una de las grandes medallistas, pero acabó renunciando a varias finales y llevándose una única presea en competición individual por los problemas de salud mental. Biles rompió el tabú y logró normalizar esa situación.
La importancia de este aspecto no solo se ha notado en el tratamiento mediático ni en la forma de cómo lo afrontan los deportistas. También en otras situaciones como este mismo Convenio Colectivo o con la creación de un staff especializado en selecciones estadounidenses para cuidar la salud mental durante la competición. Simone Biles logró dar una exposición mundial al asunto y, ahora, ha sido el fútbol femenino estadounidense quien ha logrado otro avance.
El nombre más importante en este Convenio es el de Cari Roccaro, jugadora de 27 años que se vio sin posibilidad de recibir un salario tras su baja por problemas de salud mental. Su caso comenzó en 2019, pero no ha sido hasta este 2022 cuando se ha podido concretar en un Convenio Colectivo histórico. Ella se vio ante el peligro de quedarse sin ingresos, pero a partir de ahora las jugadoras tendrán hasta seis meses de sueldo pagado si se cogen este tipo de baja laboral.
Un logro histórico
Cari Roccaro (Nueva York, 1994) solicitó una baja por problemas de salud mental en 2019. Según relata en la web del sindicato FIFPro, ella fue "el empuje inicial". "Daba por hecho que cualquier persona que sufriera una lesión y no fuera capaz de estar con su club, seguiría recibiendo su sueldo y todos los beneficios que conlleva jugar en un equipo de la NWSL", pensó en su momento.
Sin embargo, la situación fue muy diferente. Roccaro supo entonces que no iba a recibir ningún tipo de remuneración y que todo quedaría "en suspenso" hasta que regresara con sus compañeras a la competición. "Por lo tanto, tuve que escoger entre mi salario y medio de ganarme la vida, y mi salud mental", reconoce. Un escenario muy complicado para la futbolista.
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