Los jugadores del Atlético celebran el gol de Correa.

Los jugadores del Atlético celebran el gol de Correa. REUTERS.

Fútbol

Correa se reivindica sobre la bocina ante el Athletic y sella el valioso triunfo del Atlético en San Mamés

El argentino desatascó un partido de pocas ocasiones a los cuatro minutos de ingresar al terreno de juego. Victoria de fondo de armario para los rojiblancos.

31 agosto, 2024 21:13

Griezmann, Julián Álvarez y Gallagher corrían desde el banquillo hasta el banderín de córner, peto en mano, mientras Sorloth abría los brazos desde la distancia para celebrar. Ninguno de los tres fichajes ofensivos, ni el goleador de siempre, eran el hombre buscado. Correa, que había entrado a falta de dos minutos para el final, volvió a actuar como revulsivo y desatascó un partido trabado para el Atlético. Su trabajo, el de acicate, en ocasiones es ingrato para un jugador que nunca ha puesto una mala cara y siempre ayuda a su equipo desde la posición que le toca. 

Correa había sido el último cambio de Simeone, por detrás incluso de Giuliano. El empate, aceptable por el escenario, minaba la clasificación porque el Barcelona se escapaba a seis puntos. Entonces Sorloth vislumbró el erróneo control de Lekue y a por él que se lanzó. El noruego recuperó y dejó a Correa mano a mano con Agirrezabala al que quebró y empujó a puerta vacía. 

Un argentino brilló el día que otro argentino, Musso, sorprendió en la custodiada portería de Oblak. Una indisposición privó al esloveno de vestirse de corto y el recién llegado se colocó a las primeras de cambio donde los Lecomte, Grbic, Moldovan, Adán Werner y compañía no lograron en años.

No fue hasta la segunda mitad cuando fue exigido, no porque el Atlético controlara el partido, sino porque el partido se desarrolló en el centro del campo durante el primer acto. Los de Simeone, atascados -una vez más- en la construcción de la jugada, multiplicaban el esfuerzo físico para no conceder más que un disparo desviado de Yuri. Musso se fue al descanso sin recibir un solo tiro a puerta, con los guantes sin estrenar. 

El Athletic se manejaba con suficiencia, pero sin peligro. El Atlético, más de lo mismo. Más preocupado de cerrar los espacios que atacarlos por los costados. Un disparo cercano al poste de Gallagher, fabricado por él mismo, fue la única muestra de peligro rojiblanca. El inglés, puro cholismo. Cuerpea, cae, se levanta, vuelve a cuerpear, va al suelo... Le costó, eso sí, encontrar la precisión. Su cabeza y las ganas de encajar desde los primeros días corrieron más rápido que sus pies. 

El partido se emborronó, con más pases equivocados que llegadas al área contraria. El Atlético no encontraba a Griezmann, que a sus 33 años y tras un verano con Eurocopa de por medio no abarca el mismo espacio que antes. El Athletic llegaba con facilidad a tres cuartos de campo, sin prácticamente oposición en el centro del campo, pero la lluvia le nublaba las ideas en las cercanías al área. 

Sancet puso a prueba a Musso, que respondió de manera práctica. Despejando de puño al costado. Valverde había agitado su avispero con tres pares de piernas frescas, Simeone se guardaba sus cartas en la batalla táctica. En esas, a Nico Williams le anularon un gol por fuera de juego milimétrico de su rodilla izquierda. El Cholo ahí sí, agitó su coctelera con ingredientes diferentes a los introducidos ante el Espanyol

Introdujo delanteros en lugar de defensas y la respuesta fue inmediata. Sorloth robó y Correa marcó. Suyo fue gol. Después de 185 millones de euros invertidos este verano y una araña de por medio, el que pica es Angelito y el Atlético el que respira. Se va al parón a cuatro del Barcelona cuando pudo hacerlo a seis. Esta vez, el final de partido sonrió a los rojiblancos.