Hubo un tiempo, no muy lejano en fechas pero sí en fútbol, en el que el Barcelona vivía en una continua reivindicación de su modelo. Eran los tiempos de Guardiola, de las Champions, del primer triplete, del único sextete. Los tiempos del tiki-taka, del excelso Xavi, del mejor Iniesta. Los tiempos, también, en los que salían nueve canteranos en el equipo inicial y donde el barcelonismo presumía, con razón, de su Masía.
Aquello era la consecuencia de un entrenador que optaba por su cantera -en gran parte, porque la conocía bien-, y también la casualidad de juntar a una hornada irrepetible, seguramente la mejor que ha tenido el fútbol español junto a La Quinta del Buitre. Todo se unió y todo llevó a construir al mejor Barcelona de la historia. Pero, perdido su capitán, poco a poco se fue hundiendo la filosofía de ese barco. Lo hizo lentamente, casi sin notarlo, pero creer que el Barça actual es igual que el de hace cuatro años es casi un ejercicio de ilusión. Se gastaron 80 en Luis Suárez, más en Neymar, 35 en Arda Turan, 20 en Mathieu... Millones y millones en futbolistas de fuera y no en jugadores de la casa. En 2015 gastó 51 millones de euros y en 2014, 169. En total, en esos dos años, 46 millones más que el Madrid, cerrando ya la vieja idea de "cantera contra cartera". Ahora es al revés.
Si en años anteriores ya se vio la brecha entre el antiguo y nuevo discurso, más abultada es la diferencia en este 2016, donde los azulgranas gastaron 90 millones de euros más que el Real Madrid, con un total de 122. Lo más llamativo es que todo ese dinero fue a parar a jugadores que son suplentes, al margen de aisladas apariciones en el once de Luis Enrique: André Gomes, Umtiti, Digne, Alcácer, Cillessen y Denis Suárez. Y ante la poca ayuda que dan estos jugadores (solo se podría salvar a Umtiti), han aparecido dos canteranos que emergen, recuperando esa vieja idea de Guardiola, rival este martes del Barcelona (20:45 horas) en un nuevo duelo del pasado ante el presente del equipo azulgrana.
Sergi Roberto y Rafinha se están convirtiendo en piezas fundamentales de un Barça que va dando tumbos en este inicio de temporada. Lo mismo golea al City que se atasca ante el Granada que pierde en Vigo. Ante esta irregularidad, los dos canteranos nuevos de este Barça, que ya estaban otros años, pero que han irrumpido en éste, se han consolidado como las nuevas voces de un vestuario con menos raíces de La Masía. Uno es fijo, titularísimo y gran revelación, Sergi Roberto; y el otro, Rafinha, es una alternativa de lujo. Los dos últimamente han salvado al Barça de males peores y el brasileño viene de marcar el único gol culé ante el Granada. También fue clave en la victoria ante el Deportivo, con dos goles, marcó en Gijón y en Leganés. Cinco goles en seis partidos de Liga, tercer máximo anotador del Barcelona, por encima incluso de su compatriota Neymar.
Sergi Roberto no tiene goles en su cuenta, lógicamente. Tampoco los necesita. Su papel es otro y cada vez más grande. Asentado en el lateral derecho, olvidando a Dani Alves, está poco a poco portando la bandera de la cantera. Precisamente el tarraconense es uno de los jóvenes talentos que descubrió Guardiola y que ha perfeccionado Luis Enrique, en uno de los pocos nexos de unión entre el catalán y el asturiano.
Únicos sellos del 'Guardiolismo'
Tanto Sergi como Rafinha son lo positivo de un Barcelona en el que no funcionan los fichajes y que se enfrenta al que parece su destino: cantera contra cartera. Son ellos de lo poco que queda de Guardiola en Barcelona. No ellos como tal, sino la idea que tienen detrás: la cantera. Son los únicos sobrevientes a una idea totalmente nueva, en la que predomina los fichajes millonarios antes que las oportunidades a canteranos (son muchos los que se han tenido que ir). El único sello que queda de la filosofía 'guardiolística' en el Barça actual. Tampoco se parece el estilo de juego, que es precisamente lo que se vuelve a poner sobre el césped del Etihad este martes. Porque City y Barcelona se vuelven a enfrentar, esta vez en Inglaterra, y lógicamente con el 4-0 de la ida caldeando en el ambiente.
Las novedades son pocas aunque notorias. Por ejemplo, no estará Bravo, expulsado en el Camp Nou, y sí Caballero. Pero sobre todo, estará Agüero, olvidado por Guardiola hace dos semanas y que ha tenido que rescatar al City con dos goles en la última victoria ante el West Brom (0-4) después de seis partidos sin ganar. "No quiero revancha", aseguró Pep, que sencillamente quiere ganar para no complicarse el pase. Si cae otra vez ante el Barça, y el Mönchengladbach cumple ante el Celtic, el City estaría fuera de octavos a falta de dos jornadas. "Tenemos que ganar los choques que nos quedan, no queda otra", reconocía Guardiola, que también se ha gastado mucho dinero (220 millones de euros, el que más), algo que no cuadraba hace unos años con su filosofía.
Luis Enrique se espera "el mismo plan del partido anterior" y a un City que "no puede ser más agresivo de lo que ya fue". Por lo que él depende, poco cambiará, ya que se espera el equipo de gala para cerrar definitivamente la clasificación y vivir cómodamente hasta febrero en Europa. El Etihad acoge un partido en el que el City tiene mucho que perder y el Barça más que ganar. El 4-0 de la ida estará presente, por activa o por pasiva, en un encuentro que enfrenta otra vez a dos equipos enlazados, al pasado con el presente.