En el fútbol podrán pasar muchas cosas, y más tras lo que ocurrió en el Camp Nou en un Barcelona - PSG, pero el club catalán ha demostrado ya una vulgaridad preocupante a domicilio en Champions League. No le bastó con ser humillado en París. No aprendió la lección. No tuvo bastante con aquello. Quiso repetir la jugada. Se llevó otra goleada, sumó otro ridículo más, demostrando que no tiene nivel en esta Champions. Ni esta temporada. No es el Barça de siempre. [Narración y estadísticas: Juventus 3-0 Barcelona]
Un 3-0 rotundo, incontestable, con una Juve infinitamente superior y un Barcelona grogui, sin saber donde estaba. En resultado fue mejor que la ida en París (allí fue 4-0), pero en sensaciones, peor. Que un equipo repita ridículo habla muy mal de este Barcelona en caída, que solo se salvó con una remontada épica que tuvo su explicación en cosas paranormales, imposibles de interpretar en términos futbolísticos. Repetir aquello sería ya la mayor de las historias escritas en el fútbol.
Dybala martirizó al Barcelona con dos goles en el primer tiempo. El argentino aceptó los galones que se le habían puesto en este partido y lo hizo a las mil maravillas. Mareó a los culés con una primera media hora sublime, que le coloca definitivamente en el panorama mundial. Heredero de Messi, el alumno superó al maestro, aunque fuera por un día, en 2017.
Injusto sería analizar la goleada por los goles a favor y Dybala. No se puede dejar escapar una vital parada de Buffon a Iniesta con 1-0, dos minutos antes de que Ter Stegen fallara en el segundo del club italiano. La leyenda de la Juventus hizo honor a su historia y demostró la diferencia entre los porteros. Achacar al meta alemán del Barça la goleada sería injusto, pero si que un gran club de Europa necesita un portero que aparezca en el momento adecuado. Buffon lo hizo, Ter Stegen no.
Después de aquella histórica remontada al PSG, poco se puede decir. No se puede dar por muerto al Barça. Remontar puede remontar, pero cuesta mucho creer que la Juve sea el equipo francés. Si un equipo italiano no sabe aguantar un 3-0, por muy bien que este el Barcelona, ya el fútbol es que se ha vuelto loco. Y además esta Juve, que demostró una seriedad y solidez digna de semifinalista de Champions.
Tampoco le queda al barcelonismo quejarse del arbitraje, porque aunque no le pitaron un penalti por manos de Chiellini, autor del tercer gol gracias a un cabezazo a la salida de un córner. Al equipo local le anularon un gol legal por fuera de juego que hubiera sido el 4-0.
Al margen de lo abultado del resultado, el Barcelona tiene que analizar muchas cosas. Por ejemplo, la situación de Messi, que ya hace tiempo que no es decisivo en las grandes noches. No lo fue ni ante el PSG ni en los días que el Barça le necesitaba en Liga y mucho menos en Turín. Si les decimos que no jugó les estaríamos mintiendo, pero si les decimos que no hizo nada, es la verdad. Y Neymar y Suárez al igual que Messi. Ninguno hizo nada.
La debacle es mayor porque Luis Enrique se volvió a presentar con Mathieu de titular, a saber porqué después del desastre que hizo en Málaga. Cuando le cambió, sacó a André Gomes, otro futbolista que de sobra ha demostrado el nivel para este equipo. El técnico azulgrana pareció querer morir con sus ideas. No corrige errores, no cambia partidos y no mejora en el día a día. Él, como todos, tendrá que apelar otra vez al milagro, a lo raro, a que todo vaya a favor.
La Juventus solo ha recibido dos goles en toda esta Champions. Dos. Para quedar eliminado, le tendrían que meter más goles en un encuentro que en los nueve anteriores. Allegri tendrá que ver los errores que cometió Emery y solo con eso le valdrá para estar en semifinales. El Barcelona, en cambio, no se merece más. Debe aceptar lo que tiene, que futbolísticamente no es mucho. No está al nivel para luchar por los títulos. Solo lo paranormal podrá empujarle a semifinales.