“Hay que hacer un monumento al que fichó a Asensio por 3,5 millones”, comentó Michael Reschke, director técnico (lo que aquí equivaldría a responsable deportivo) del Bayern de Múnich en una entrevista a 'El País'. La verdad es que esa es la gran reflexión que se pueden hacer en todos los despachos de los grandes equipos de Europa. ¿Cómo se nos pudo pasar un talento de este nivel?
El Madrid 'cazó' a Marco Asensio en diciembre de 2014, cuando solo tenía 17 años, y tuvo la inteligencia de dejarle cedido en el Mallorca, equipo en el que había crecido. Después se utilizó la fórmula Espanyol que tantos otros también la han disfrutado. Un año cedido allí, donde explotó definitivamente y sirvió para que el Madrid, que tenía la prohibición de fichar el pasado verano, se lo quedara. La apuesta era arriesgada, porque era joven, sin experiencia internacional y sin un gran cartel mediático detrás.
Pero al final, la calidad acaba mostrándose tal y como es y en eso Asensio va sobrado. El mallorquín tiene un futuro prometedor si sigue manteniendo sus dos grandes virtudes: una cabeza prodigiosa, con la que lee el fútbol mucho más rápido que cualquier otro, y unos pies que acaban estando a la altura de los grandes jugones que el fútbol español ha sacado en las dos últimas décadas.
Marco ha acabado siendo de esos jugadores que son conscientes de que estarán siempre a la estela de otros, que su nombre no retumbará más que el de cualquier compañero y que la única forma de crecer es aprovechar las oportunidades que le da Zidane. Tampoco se puede quejar, ya que jugar con 21 años en el Real Madrid es el deseo de todo canterano o futbolista que busca un hueco en este deporte.
A la sombra de Cristiano; al sol del Madrid
Su eliminatoria contra el Bayern pasará más inapercibida por la descomunal actuación de Cristiano. Es normal. El que marca cinco goles se lleva todos los titulares. Pero el fútbol es mucho más que un gol. Para marcarlo, además, hay que construirlo. Y es en esa faceta en la que Asensio ha acabado siendo imprescindible en los dos duelos ante el Bayern. Seguramente la eliminatoria hubiera ido por otro camino si el joven jugador no hubiera salido en el Allianz y una semana después en el Bernabéu.
Asensio ha vivido, sin duda, la que será su semana más dulce de su carrera deportiva hasta ahora. Siempre en un segundo o incluso tercer plano, le tocó ponerse el mono de trabajo y no precisamente con todo a favor y en el momento más fácil. En Múnich salió con un partido abierto (1-1), en lugar de Bale, y obligado a liderar la transición de la ida de juego que el Madrid estaba desplegando en el Allianz. Él era la imagen del cambio de mentalidad en una segunda parte en la que el Madrid bordó el fútbol. Y de sus botas salió el segundo gol, con el remate de Cristiano de primeras tras un centro medido del mallorquín.
Si en Alemania todo quedó sepultado por los goles de Ronaldo, en la vuelta fue todavía más fácil personificar la remontada en la prórroga con la figura del portugués. Era lógico. Pero si se mira al fondo, otra vez la aparición en el campo de Asensio es clave para un Madrid que por entonces vivía acongojado con el 0-1 y con riesgo de fisura.
Zidane, tan criticado por su inacción, quitó a Benzema y sacó a Marco. El cambio no era sencillo. El delantero francés es casi siempre un seguro en Champions y además había riesgo de prórroga, como después sucedió. A Asensio le podía pesar la presión de un encuentro igualadísimo, en el que cada mínimo detalle cambiaba todo. Para nada. Volvió a coger galones y se erigió en la gran revelación de la eliminatoria.
Bien es verdad que la expulsión de Arturo Vidal, que provoca el propio Asensio, ayuda al madridista a desequilibrar el centro del campo. Y es ahí donde hizo daño. Con la ventaja numérica y el partido de un lado a otro, el encuentro estaba a su gusto. Y destacable también es la madurez que demuestra día a día, algo que contrasta con esa cara todavía de niño que le acompaña.
La traca final siempre es el gol y Asensio lo tuvo. Fue el único, exceptuando a Cristiano, que logró superar a un Neuer estratosférico, el mejor del Bayern en la ida y en la vuelta. Eso también tiene mérito. Y lo hizo con un gol de muy bella factura, cogiendo el balón en el centro del campo, haciendo un quiebro que dejó roto a Hummels y una buena definición. Le ayudó que el partido ya estaba roto y el Bayern hundido, pero hay que hacerlo.
Al marcar, se señaló su nombre, ese que ya conocen en toda Europa, porque Asensio ha irrumpido en el mejor escaparte posible, la Champions League. Y menuda eliminatoria ha ido a elegir para brillar. Motivos tiene para reivindicarse. Ahora solo le queda seguir así y no caer en los errores de tantos otros a los que les llovieron los elogios muy rápidos. En sus manos, y pies, está ser en pocos años un jugador de top mundial.
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