La Juventus no era el PSG. Allegri no era Emery. La defensa italiana no era la francesa. Y el Barcelona no fue el del octavos. Se acabó la Champions para los catalanes. No hubo remontada. Por no haber, no hubo amago ni de milagro. Todo fue muy plano. El Barça lo intentó, pero las cosas paranormales no pasan todos los días. Los de Luis Enrique, eliminados en cuartos. [Narración y estadísticas: Barcelona 1-0 Juventus]
La Juventus no dejó nada al azar. Todo estaba preparado. El equipo italiano, curtido ya en mil batallas, supo el reto que tenía por delante. Y leyó muy bien el partido. Primero asustó con algunas jugadas de peligro para sentenciar la eliminatoria y como no lo consiguió, echó líneas atrás y defendió sin nervios. El Barça agobió por momentos, pero tampoco llegó a un asedio, que era al fin y al cabo lo que necesitaba.
Quizá el Barça mereció algo más, pero el 0-0 tampoco se antoja como injusto. Los catalanes las tuvieron, pero todas fueron fuera. No se registró ninguna parada de Buffon. Ni el propio equipo creyó en que aquello era posible, principalmente al ver la rocosidad de una Juventus que dejó en el Camp Nou la vitola de campeón. Defendió con muchísima inteligencia, como es lógico en un equipo italiano. Y así anuló al Barça. Con un planteamiento serio, los azulgrana no tenían ninguna opción.
Al Barcelona le sentenció que Messi no hiciera nada bien. Y lo intentó una y otra vez el argentino, pero nada le salió. Tuvo tres muy claras que acabaron siendo decisivas. Primero, en un balón suelto en el área que recogió y mandó fuera cuando eso era lo más difícil de hacer. Después en la segunda parte tuvo la oportunidad de hacer esa jugada que tanto le gusta, cogiendo el balón, acercándose al área y disparando raso en la frontal del área. Pasó pegado al palo el esférico. La tercera fue en un balón al que había que rematar de volea y se le fue fuera.
A Messi le va a condenar la comparación con Cristiano. Porque mientras el portugués marcó tres goles (cinco en la eliminatoria) cuando su equipo más le necesitaba, el argentino se quedó seco. Y el Barça le echó mucho de menos. Messi no ha dado la talla en los momentos claves esta temporada. Todavía le queda el Bernabéu, pero la realidad es que ha llegado aquí con una actuación muy tibia. No está bien y no pasa nada por decirlo.
Ese es el problema de este equipo. Más allá de Messi (y de la MSN), no tiene grandes ideas para ganar algo. El centro del campo no es de antes. Iniesta no es Iniesta. Busquets poco puedo hacer. Rakitic fue cambiado por Paco Alcácer. El Barça glorioso, el de tantos y tantos títulos, se construyó en el centro del campo. Este ahí no tiene argumentos.
Alimenta con este resultado el Barça que aquello del PSG, además de histórico, fue engañoso. Para bien y para mal. La remontada ante los franceses dio una alegría enorme a los barcelonistas, pero alargó la agonía de un equipo sin el feeling de antaño. Ese día sucedió de todo y que se repitiera era prácticamente imposible. Tampoco tuvo al árbitro de cara, por lo que nada salió como el PSG.
El Barça, eliminado en cuartos por segundo año consecutivo. Dos temporadas seguidas sin llegar a semifinales son muchas para un equipo hecho para ser campeón. El proyecto se acabó aquí. Porque aunque haya dado la cara, venían de un 3-0 contundente de la ida, que también contaba este miércoles.
La Juventus arrolló al Barça y este equipo, considerado por tantos el mejor del mundo, no fue capaz ni de marcar un gol en 180 minutos. La duda que queda ahora es si esta eliminación es simplemente eso, decir adiós a Europa o si afecta más allá de la Champions. El domingo tienen que ir al Bernabéu. De allí pueden recuperar algo de prestigio o salir en coma. Será una cosa de cabeza.
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