Simeone no claudicó. Compareció 10 minutos después de la derrota, evitó definir el partido como una pesadilla y armó el discurso de cara a la vuelta. “Vamos a intentar lo imposible, que como nos llamamos Atlético de Madrid, es posible”. En el fútbol, a veces, dijo, “ocurren cosas maravillosas”. Y así es. Pero, ay, antes hay que explicar lo ocurrido este martes y no repetir los mismos errores. En concreto, tres: en cada uno de los goles que anotó el Real Madrid (3-0). En el primer tanto, con Cristiano Ronaldo ganándole el balón por alto a Savic; en el segundo, con un fallo encadenado de Godín y Filipe Luis para dejársela franca al portugués; y en el tercero, de nuevo con Godín en liza, que le permitió a Lucas Vázquez dar el pase de la muerte. Paradójicamente, el único que se mantuvo a salvo de las posibles críticas fue Lucas, que entró en el lateral derecho ante las bajas de Vrsaljko y Juanfran.
¿Puede explicar eso la derrota? Seguramente, no. El Atlético cayó, pero no sólo por esos errores, sino también por otras muchas cosas. La primera y más importante, porque fue inferior a su rival. El Real Madrid, esta vez, “fue mejor”, como reconoció Simeone. Salió con más intensidad, anotó en el primer tiempo, mantuvo la posesión de la pelota y no dejó que los rojiblancos reaccionaran. Ni siquiera que inquietaran a Keylor Navas: los colchoneros lanzaron cuatro veces a puerta y tan solo una entre los tres palos (por las 11 que fueron a portería del equipo de Zidane).
En realidad, el partido fue como Simeone preveía. El Real Madrid, como predijo él en la previa, apretó durante los primeros minutos en busca de un gol. Y lo marcó. Aprovechó el ambiente y las imprecisiones de su rival para que Cristiano inaugurara el marcador. ¿Y después? Más de lo mismo. El partido lo controló el Madrid, registrando hasta un 61% de posesión, con más córners a favor (seis más) y más acierto.
Y la tónica no cambió en la segunda mitad. Mejoró un poco el Atlético, adelantó líneas e incluso buscó la portería de Keylor Navas, pero claudicó en sus intentonas y quedó moribundo tras el segundo gol de Cristiano. A partir de ahí, ya no funcionó nada. Ni siquiera con otros hombres sobre el campo (Correa, Gaitán y Torres entraron por Gameiro, Carrasco y Saúl). Pero dio igual. El Real Madrid, incluso así, tuvo a su disposición anotar un cuarto gol.
El día, por tanto, no estaba para el Atlético de Madrid. Su seña de identidad, la seguridad en defensa que había exhibido durante toda la temporada, falló en una noche infausta. Hasta este martes, el conjunto colchonero había recibido 21 goles en 30 partidos. Es decir, menos de un tanto por encuentro. Sin embargo, el equipo de Zidane fue capaz de hacerle tres. Todos ellos de Cristiano Ronaldo. El mismo jugador que, por cierto, se comió a los rojiblancos en el primer partido de Liga en la primera vuelta: entonces también anotó tres tantos.
Mal día, por tanto, para el Atlético, que cometió fallos, pero también tiene 90 minutos para, al menos, mejorar su imagen en estas semifinales. Será en el Calderón, con su gente, en su ambiente y con una idea en la cabeza: repetir lo conseguido por el Barcelona contra el PSG. En el fútbol, a veces, “pasan cosas imposibles”. Y eso tratará de hacer el conjunto colchonero.
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