Alves, decían en Barcelona, era viejo. Ya no valía. Había dado lo mejor de sí mismo, pero ya no le quedaba nada. Estaba en decadencia, sobrepasaba la treintena (tiene 34 actualmente) y pedía mucho dinero. Sergi Roberto, comentaban, era el futuro. Entonces, para qué retenerlo. Que se marche al cementerio de elefantes italiano, a la Juventus. Seguro que ni juega, debió pensar alguno en la directiva azulgrana. Pues ya está, decidido. Dani se marchó gratis. Con 16 títulos nacionales en la mochila y nueve internacionales (entre ellos, tres Champions). Y en el Camp Nou, tan tranquilos. Hasta este martes, cuando lo vieron dar su tercera asistencia en semifinales y marcar un gol en la victoria contra el Mónaco (2-1). Y brillar. Sobre todo, brillar.



Lo cierto es que el Barcelona pensó que Alves ya no estaba para jugar en un grande y la Juventus, los primeros meses, también. En sus primeros días en Italia, el brasileño sufrió. De hecho, cometió algunos fallos nada más llegar que alimentaron el runrún. Le acusaron de estar lento, mayor… Pero Dani es un tipo con orgullo. Lo ha sido toda la vida y no iba a cambiar a sus 34 años. Por tanto, se puso a currar y acabó convenciendo a Allegri. Ocupó su posición de siempre, ese lateral derecho que se sabe de memoria y le convenció para que le dejara subir la banda. Y los resultados están a la vista.



Alves ha ido creciendo a medida que lo hacía su equipo. Poco a poco, sin dar pasos en falso, se hizo con el lateral y aprendió a dosificarse junto a la otra BBC del fútbol europeo: Bonucci, Barzagli y Chiellini. Y desde ahí empezó a deslumbrar a todos. Se adaptó a la Juventus y se ha convertido, a día de hoy, en una de las piedras angulares del proyecto de Allegri. Incluso, en uno de los responsables del buen momento defensivo de su equipo: mantuvo a cero la portería contra el Barcelona -con la inestimable colaboración de Buffon- y tan solo vio cómo les marcaba uno el Mónaco. En total, tan solo tres goles encajados en toda la Champions. Una auténtica proeza.



Pero su mérito no radica en lo meramente defensivo, sino también en lo ofensivo. Ante el Mónaco, con un auténtico recital. En el partido de ida, dando dos asistencias: la primera, un taconazo a lo Guti que culminó Higuaín; y la segunda, un centro medido para que el ‘Pipita’ hiciera el segundo. Y en la vuelta, más de lo mismo. Primero le puso el balón en la cabeza a Mandzukic y después se sacó un disparo de larga distancia que acabó dentro de la portería defendida por Subasic.

Los jugadores de la Juventus celebran el gol de Mandzukic. Reuters



Ante esa actuación, más de uno -ya sea en Barcelona o en cualquier parte de España- se echaría las manos a la cabeza. El lateral ha demostrado, de nuevo, que es uno de los mejores en su posición. Y no sólo eso, sino que es capaz de, a sus 34 años, seguir manteniendo un nivel superior al de muchos de sus colegas, llevando a su equipo a la final de la Champions y, de paso, postulándose como candidato a ganar su cuarta Orejona.



Y mientras, en el Barcelona, buscan lateral derecho. Pudieron quedarse con Alves. Sólo tenían que renovarlo. Pero no quisieron. Pensaron que Sergi Roberto podría hacer la misma función que el brasileño, y se equivocaron. El canterano puede pelear y echarle ganas. Sin embargo, no parece que pueda llegar a rendir al mismo nivel que lo hizo Alves, sobre todo, porque esa no es su posición. Él es centrocampista y ahí es donde debería jugar.



Así lo contempla también el Barcelona, que tiene un problema grave en defensa: ni Mathieu ni Digne (cada uno en su costado) han demostrado ser suplentes de garantías para el conjunto culé. Por tanto, ahora, en el Camp Nou, se ven en la necesidad de fichar dos laterales (uno izquierdo y otro derecho), además de un central. Y mientras tanto, Alves brilla con la Juve. Y está en una final de la Champions en la que, posiblemente, juegue contra el Madrid. Qué cosas.

Alves celebra su gol contra el Mónaco. Reuters

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