Hubo un tiempo no muy lejano en el que la única réplica a las derrotas con el Madrid eran chistes malos de Cerezo. Entonces las tormentas acudían al Manzanares para avisar del final de una era, como aquella goleada bajo la lluvia contra el Barcelona que marcó el principio del primer adiós de El Niño. Esta vez no. Fue como si Neptuno en alianza con Luis, tantas veces invocado desde la grada, se hubiesen querido sumar a una fiesta anunciada. Pobre del que crea que anoche en el Calderón sólo se enfrentaban dos equipos de fútbol. Anoche en el Manzanares se dieron cita dos maneras de entender la vida. Y ganó el Atleti.
Cometieron un grave error desde los despachos del Bernabéu al promover una pancarta que interpelaba directamente a la afición rojiblanca. No midieron la magnitud de la respuesta. La reacción ha convertido la previsible eliminación en una victoria que trasciende a la levedad de 180 minutos de juego. Su derrota se hizo patente cuando un estadio empapado permaneció alegre en sus asientos mientras los flamantes finalistas corrían a resguardarse del agua dentro de los vomitorios.
Aún les duraba el susto de la primera media hora. Casi fue una huida a la carrera. Pero cuando el Real Madrid hizo un casting entre trabajadores de Tecnocasa para poblar su grada de animación oficialista, el contrato no incluía lluvia, sino calefacción. Salieron sus jugadores a celebrarlo con evidente sobreactuación y apenas quedaban seguidores blancos para recibirlos. Con las mismas, Cristiano y compañía regresaron al vestuario sin entender a toda esa otra gente fundida en un aleee, aleee, aleee infinito. No, la afición del Atleti no se ha olvidado del frío. Resiste a la moda de ir al fútbol en calidad de cliente. Al Calderón se va a quedarse afónico, no a exigir la devolución del dinero si no le gusta el resultado.
La fiesta siguió por Melancólicos, dentro del Metro, en los andenes de la estación, en los bares... El fin a una semana de reafirmación en unos valores agitados por aquella pregunta contestada desde ese mosaico orgulloso. No, no lo pueden entender porque no es fácil comprender cómo teniendo la posibilidad de tomar el camino fácil haya quien sea feliz escogiendo el otro. Y de fútbol ya hablamos otro día.