Lo intentó Fabio Capello con el Milan en 1995. También Louis van Gaal con el Ajax un año después. Y Marcello Lippi al siguiente, en 1997, con la Juventus. Y repitió lucha, y final sin éxito, Ferguson con el Manchester United en 2009. Todos ellos fueron hasta 2017 los únicos técnicos que llegaron a la final de Champions al año siguiente de ganarla. Ninguno fue capaz de ganar dos veces de forma consecutiva la Copa de Europa. Hasta que llegó Zidane.
El francés entra ya en la historia como el único entrenador capaz de ganar dos Champions League seguidas, el primero en conseguir la proeza que nadie fue capaz de conseguir en 24 ediciones. Tenía que ser el Madrid, rey de Reyes en Europa, y él, imagen viva de esta competición con aquella volea mágica en Glasgow y ahora leyenda con dos Copas de Europa en los banquillos.
Pocos podían pensar en enero de 2016 que Zidane iba a levantar dos Champions en año y medio. Había que ser muy optimista para creer que lo que era una tirita, porque venía en mitad de temporada, acabaría siendo tan exitoso. El francés se encontró a un Madrid enfermo, en la UVI, eliminado de Copa por el esperpento de Cheryshev en Cádiz y con malas sensaciones en Liga. Además, el vestuario había cogido viejos vicios y estaba en riesgo de descomposición.
Florentino recurrió a Zidane como salida a todos los males y, mientras muchos le acusaban de utilizar a Zizou como parche, acabó triunfando con otra de sus decisiones. La verdad es que el técnico lo tuvo fácil desde el inicio en lo que ambiente se refiere. Nadie le puso la zancadilla. Zinedine en el Madrid es una especie de religión. No hay nadie que hable mal de él, haga lo que haga. Es una de esas personalidades que tienen al club a sus pies. Como jugador fue un símbolo y como entrenador se lo ha ido ganando.
Zidane demostró que para ser un buen técnico no es condición imprescindible sacar la pizarra y pensar infinitas soluciones tácticas a un problema. Tampoco lo es salir en rueda de prensa y hacer filosofía. Hay mucho más allá del fútbol que hacen a un entrenador ganar: gestionar bien una plantilla, hablar con todos sin miedo a las represalias, tener un discurso creíble y coherente o afrontar de cara los problemas y no esconderse en las excusas. También haber sido un jugador monumental. Cuando Zidane explica como tocar un balón, nadie le puede rechistar. Es Zidane, 'El Quinto Grande' de la historia del fútbol.
Con su perfil bajo, sin hacer ruido y sin pedir que los focos fueran a su persona, ha construido a un Madrid infalible, rocoso, serio y atractivo. Ha hecho del club blanco un equipo ganador, que aunque la historia dice que lo es, cuando Zidane lo cogió no estaba por ese camino. Y sí, tiene suerte, que no 'flor', porque en todas las situaciones adversas la cara cayó de su lado.
Comparar a Zidane con Ferguson, por ejemplo, es una locura entendiendo que el segundo se pasó 40 años en los banquillos, 27 en el del Manchester United. El escocés comenzó mal, todo lo contrario a Zidane, y acabó bien. Al francés le quedan todavía muchos años para demostrar si va más allá, si el éxito es efímero o duradero y si los triunfos de hoy son hambre para mañana.
Pero lo que es seguro es que Zidane ganó lo que jamás nadie pudo. En estas más de dos décadas de formato Champions League muchos y buenos entrenadores pasaron por la competición. Lippi, Capello, Van Gaal, Heynckes, Del Bosque, Hitzfeld, Ferguson, Ancelotti, Guardiola, Mourinho... Solo cuatro, los mencionados en el primer párrafo, fueron capaces de acercarse a reeditar título, lo que demuestra lo difícil de la tarea que ha conseguido Zizou.
Mourinho ni se acercó. Fue finalista en 2004 y 2010. Y ya. Guardiola igual, pero en un espacio de tiempo entre final y final mucho más corto: 2009 y 2011. Ancelotti tampoco, siendo finalista en 2003, 2005, 2007 y 2014. Fue Heynckes, recuerden, el entrenador de la Séptima del Madrid, el que sí llevó al Bayern a dos finales consecutivas (2012 y 2013), pero perdió la primera y ganó la segunda.
¿Por qué se tiene que considerar mejor a Guardiola o Mourinho que Zidane? ¿Por su entorno mediático? ¿Por ganar las Copas de Europa de forma más diferente a lo habitual? Los tres tienen las mismas (dos) y los tres deben ser alabados en su misma medida. Es verdad que los títulos no deben juzgar una carrera (¿es mejor Di Matteo, que tiene una Champions, que Simeone, que perdió dos?), pero una vez ganados deben colocarse en la misma balanza.
Zidane tiene que convivir con menos elogios que a otros entrenadores. Se le quitan los méritos que se le dan a otros. Y eso que, como ya saben, ha ganado más, en forma y fondo. Habrá que reconocerle al francés sus aciertos y, sobre todo, sus títulos que le han llevado ya a ser eterno: primer entrenador en ganar dos Champions seguidas.
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