Pep Guardiola ha caído en sus cinco últimas temporadas en Champions (tres veces en semifinales, una en octavos y otra en cuartos), ha encajado 23 goles en 10 partidos y ha recibido cinco o más tantos en cuatro eliminatorias. Sólo contra el conjunto de Simeone (2-2 en el total) evitó ser goleado. Ha ganado, eso sí, la posesión contra todos sus rivales. ¿De qué le ha servido esto último? Obviamente, de nada. Lo datos ejemplifican por sí solos cómo han sido eliminados los equipos del técnico del City. Casi siempre, aplastados. Aunque con dos excepciones: Atlético y Mónaco, ambos clasificados por el valor doble de los goles fuera de casa. En cualquiera de los casos, ellos avanzaron y el catalán se quedó en la cuneta.



Estos son los datos. A partir de aquí, las interpretaciones. En la última eliminatoria, contra el Liverpool, el resultado debería bastar para explicarlo todo: el conjunto red se impuso con solvencia en Anfield (3-0) y con contundencia en Manchester (1-2). Jürgen Klopp leyó mejor los dos partidos y supo cómo contrarrestar la posesión del City. Sin embargo, Guardiola, tras dar las gracias a su rival, buscó culpables. En este caso, Mateu Lahoz, que lo expulsó en el descanso ante sus reiteradas protestas.



“Le gusta ser especial, lo conozco de España”, reconoció, con sorna, en rueda de prensa. “Es diferente irse 2-0 al descanso que 1-0 –en referencia al gol anulado a Sané por un posible fuera de juego–. En esta competición, este tipo de acciones marcan la diferencia. El año pasado, por ejemplo, expulsaron a Vidal contra el Real Madrid en el momento en el que mejor jugaba el Bayern”, explicó Guardiola, al que la UEFA le ha abierto expediente por “comportamiento inadecuado” durante el partido de vuelta en Manchester.

Guardiola, desquiciado

Guardiola repitió comportamiento y maneras en su último derrumbe, pero antes ya lo había hecho en múltiples ocasiones. Realmente, lo ha hecho siempre desde que dejó el Barcelona y llegó por última vez a una final de la Champions. Con Bayern de Múnich y Manchester City no ha pasado de semifinales. Se ha quedado a las puertas, con excusas, pero sin gloria.



En su primer año en Alemania, cayó contra el Real Madrid. Perdió en España (1-0) y en Múnich (4-0). Y después, vinieron las excusas. ¿Por qué? Por la forma en que lo hizo el equipo de Ancelotti: “Son imparables a la contra. Son atletas y si les dejas correr, en esta cuestión del ida y vuelta, es mucho riesgo”, reconoció. Aunque más tarde, asumió las culpas: “Cometí errores en el planteamiento”. A veces, todo depende de si se habla en caliente o no.



A aquella eliminación en semifinales le secundó otra en la misma ronda en su segunda temporada, pero esta vez a manos del Barcelona. En aquella ocasión, el Bayern cayó en el Camp Nou (3-0) y ganó en el Allianz (3-2). De poco le sirvió. La renta de la ida fue una losa para su equipo, que encajó cinco goles en dos partidos. “Íbamos bien, pero el talento marcó la diferencia. Cuentan con Messi, el mejor”. Y él, obviamente, no. Qué se le va a hacer.

Messi regatea a Boateng en el Camp Nou.



Aquellos dos varapalos derivaron en un tercero en su etapa en Alemania. Contra el Atlético, su equipo cayó en Madrid (1-0) y quedó eliminado en Múnich (2-1) por el valor doble de los goles fuera de casa. En esta ocasión, su equipo no fue goleado por primera vez desde que abandonó la Ciudad condal. Y, aunque alabó al conjunto colchonero (“merecen estar en la final”), encontró la razón de la derrota: “Nosotros, contra equipos defensivos hemos podido trabajar bien, como demostramos en partidos anteriores de esta Champions, pero en el Calderón no logramos marcar y esa fue la clave”.



Así terminó su etapa en Múnich. Podría haberse quedado, pero decidió que era el momento de comenzar una era en Manchester. Se fue sin la Champions, pero confió en poder conseguirla con los Sky blues. Sin embargo, a su llegada, a pesar de encontrarse a un equipo que venía de ser semifinalista de Champions, se chocó contra la realidad. Cayó en octavos de final contra el Mónaco (6-6) por el valor doble de los goles fuera de casa. ¿Y quién fue el responsable? Mateu Lahoz, árbitro elegido para el partido. “El año pasado, con el 1-1 en el marcador, Agüero se iba contra el portero… y era el mismo colegiado. Lo conozco de España”, explicaba en la rueda de prensa posterior a su eliminación contra el Liverpool (5-1).



Guardiola, un año más, no ha llegado a la final. Esa es su pena, su castigo y lo que lo pone en cuestión. Bayern y City lo ficharon para que ganara la Champions. Al fin y al cabo, en Múnich ya sabían lo que era ganar la Bundesliga –de hecho, llevan seis consecutivas– y en Manchester también lo que significa conquistar una Premier –lo hicieron con Mancini y con Pellegrini–. Su asignatura pendiente, por tanto, es la Copa de Europa. No la consigue desde que se fue del Barça. De momento, no ha sabido dar con la tecla. Ni siquiera tras gastarse 528 millones en las dos últimas temporadas… ¿Excusas? Pocas. 

Los jugadores del Liverpool celebran su clasificación a semifinales. Reuters

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