“Tengo buenas sensaciones”. La frase ha retumbado en la sala de prensa del Allianz Arena. Jupp Heynckes sentado, el micrófono abierto y la sentencia. Y, de repente, un temblor. El dictado de tres palabras y una oración de estado anímico. Esa es la confirmación de lo que se avecina: una batalla rejuvenecida –aunque con cierto aire añejo– de un clásico europeo, de la Biblia del fútbol continental. Y sí, con los alemanes optimistas, sin freno. Así fueron siempre y así son. Y, obviamente, así comparecerán. ¿Su objetivo? Ganar el triplete. Lo tienen entre ceja y ceja, lo huelen, lo sienten y lo acarician. Los bávaros lo contemplan y ponen cara para la foto. Se saben campeones de Europa. Pero, ¿por qué? He aquí las claves.
JUPP HEYNCKES, UNA INSTITUCIÓN
Hay jefes que se imponen, otros que convencen, algunos que realmente jamás logran ninguna de las dos cosas y finalmente están esos a los que se les respeta sin más. ¿Por qué? Porque han hecho algo, porque son alguien. Y Heynckes es uno de ellos. En el Bayern se le adora, se le quiere y se le desea. El equipo bávaro y él forman un tándem perfecto, y los jugadores lo saben. Ni protestan ni lo cuestionan ni intentan revolucionar el ‘gallinero’. Jupp dice cómo hay que hacer las cosas y el resto cumplen órdenes. Pero no lo hacen sólo porque lo quieran. No, también porque sienten que el ‘viejo’ busca lo mejor para ellos. ¿Ejemplos? Desde que llegara en Navidades, ha recuperado a Robben y a Ribéry, ha conseguido sacar lo mejor de Javi Martínez, ha deuvelto la confianza a Müller (15 goles este curso), ha armado un estilo de juego reconocible… y los resultados llegan. Ya ganó un triplete y eso está por encima de todo. Conoce el secreto. Sabe qué hay que hacer y lo pone en práctica. A ver quién se atreve a llevarle la contraria…
¿CRISTIANO? AQUÍ ESTÁ LEWANDOWSKI
Procede seguir hablando de jefes, políticos o de entrenadores. Da igual. En rueda de prensa, con las cámaras grabando, están los que contestan con evasivas, los que dan rodeos, los que reclaman protagonismo, los que quitan presión a los jugadores o los que plantan cara. Estos últimos dicen: “Aquí estoy”. No necesitan más. En cierto modo, lo hizo Ancelotti antes de aquel 0-4 en Múnich. “¿Usará el catenaccio para ganar al Bayern?”, le preguntaron entonces. Y él contestó: “Así se han ganado Mundiales”. Esa forma de ir sin complejos por la vida, posiblemente, fue clave en la eliminatoria. ¿Y qué ha hecho Heynckes esta vez? Algo parecido. Al ser instado a hablar de Cristiano Ronaldo, él ha sido tajante: “Los títulos los ganan los equipos, pero no hay que olvidar que nosotros tenemos a un jugador que ha marcado 39 goles (tres menos que CR7)”. Y con eso queda todo dicho.
CUATRO PARTIDOS PERDIDOS ESTE CURSO
¿Juega mejor el Bayern de Heynckes que aquel de Guardiola? No. ¿Es más fiable? Posiblemente, sí. El conjunto bávaro, esta temporada, ha perdido cuatro partidos contra Hoffenheim, PSG, Borussia Monchengladbach y Leipzig. Es más, no sabe lo que es caer derrotado en el Allianz Arena este curso. Allí, los alemanes se han hecho fuertes. Y allí comparecerá el Real Madrid con el hándicap de ser el primer equipo en salir con los brazos en alto. ¿Lo harán? Ya se verá. En cualquier caso, ya sabe lo que es. Lo hizo con Ancelotti y también con Zidane en su última visita (1-2).
UN FINAL PARA JUPP
Este Bayern sabe lo que es ser campeón de todo (incluso de Europa). Llega tras ganar la Bundesliga (su sexta consecutiva) y está en la final de la Copa de Alemania. Ha ganado el triplete y quiere volver a hacerlo. Los jugadores quieren darle una despedida a su altura a Heynckes. Están con él, saben que se marcha en verano y que después cada uno tendrá que seguir su camino. Hasta entonces lo harán juntos. Se sienten capaces de hacerse con el triplete y lo quieren. Es la despedida de Jupp. Quién (salvo el Madrid, por razones evidentes) no gustaría de ver algo así.
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