La Champions League es la competición que te encumbra a la grandeza. Eso no lo hacen las ligas, por mucho que ahora se haya querido instalar que los torneos nacionales son más importante que la Copa de Europa. Este martes, Mohamed Salah entró en el olimpo del fútbol. Con 25 años, el jugador egipcio hizo una de las actuaciones más brillantes en la historia de la Champions. Dos goles y dos asistencias en una semifinal. Y mucho más. Fue un recital descomunal al que la matrícula de honor se le queda pequeña. [Narración y estadísticas: Liverpool 5-2 Roma]
Salah, que llegó este verano al Liverpool procedente, precisamente, de la Roma, completó uno de los mejores partidos que se recuerdan en una gran cita de la Champions League. 42 millones de euros costó este jugador que ahora, y en la agenda del Real Madrid, vale mínimo 200. Su obra fue dejar un partido de leyenda, de esos que se recordarán en años. A cada gol pidió perdón a su exequipo, pero en realidad lo que deberíamos todos es dar gracias por lo visto en Anfield.
El recital lo hizo en la gran fiesta del Liverpool, que goleó en un partido perfecto... salvo por el final. Cuando iba ganando por 5-2, fue más Liverpool que nunca y dejó meterse a la Roma en la eliminatoria. Klopp quitó a Salah, los italianos metieron dos goles (Dzeko y Perotti, de penalti) y da cierta opción a la Roma, que como contra el Barça tendrá una semana para 'calentar' la remontada. El 3-0 que le metió a los azulgrana también les valdría ahora, pero repetir aquello pasaría ya cualquier historia del deporte.
Lo de Salah fue de tal excelencia que no exageramos si decimos que estamos ante una actuación legendaria. Ni a Messi (sí a Cristiano) se le recuerda una noche de Champions de tanta grandeza. Sus goles, además de decisivos (los dos primeros), fueron preciosos, con un remate desde la frontal del área que entró por la misma escuadra y otro 'picando' el balón. Después dio dos asistencias, la primera a Mané (3-0) y la segunda a Firmino (4-0), que también marcó el quinto. Y pudieron ser más, porque estos tres delanteros, el ataque más infalible ahora de Europa, fallaron muchas.
Merece una mención Jürgen Klopp, que ha recuperado a este histórico de Europa al que encontró en Europa League. Ahora, como hiciera con el Borussia Dortmund en 2013, lo tiene tocando el partido anual más importante del mundo del fútbol. Eso es ser un gran entrenador, conocer lo que tienes y mejorarlo hasta límites insospechados, y no inventar cosas durante la temporada que no te llevan a ningún lugar.
De la Roma, salvo esa caraja final del Liverpool en los últimos años, no se vio absolutamente nada hasta que no fue cambiado Salah. Fue un equipo empequeñecido, mareado en defensa, superado en todas las facetas del juego. Se disolvió rápidamente y fue un juguete para un Liverpool gigante. Y no es que la Roma sea equipo tan desastroso, pero ni mucho menos era de nivel de semifinales.
Y eso ridiculiza más al Barcelona, que al ver este partido estará aún atragantándose ante la humillación que sufrió en el Olímpico de Roma. ¿Cómo pudo ser goleado ante este equipo? ¿Dónde estaba Messi? El Liverpool, además de golear a la Roma, también dejó en mal lugar al Barcelona y a Messi, ausente y sin hambre en aquél partido decisivo. Es así, por mucho que después hayan ganado una Copa y vayan a conseguir una Liga, ambos títulos de forma notable y merecida.
En condiciones normales se diría que este 5-2 cierra la eliminatoria y que el Liverpool puede ir ya reservando las entradas de la final de Kiev. Y más con lo visto, llegando a colocarse 5-0 y con dos goles italianos al no estar Salah. Pero en el fútbol hemos visto tantas cosas, este mismo año también, que da miedo escribir que los ingleses están en su primera final de Champions en 11 años.
Dictará sentencia el Olímpico de Roma, que ya vio otra página en la historia de esta competición, la mejor de todas, en la que una actuación como la de Salah vale el triple que cualquiera en una final de Copa o en un partido de Liga.