Hay veces en el fútbol que hay que pensar más en lo práctico que en lo teórico, que hay que pensar que lo importante es ganar y no agradar. Así lo entendió el Barça en Anoeta. Había que ganar y salir vivo del campo maldito de San Sebastián. Y por fin lo hizo, algo que no saboreaba desde 2007. El Barcelona ganó a la Real Sociedad y, sin sentenciar la eliminatoria, puso pie y medio en semifinales. [Narración y estadísticas: Real Sociedad 0-1 Barcelona]
El Barça no jugó mal, al contrario, tuvo el partido siempre donde quiso, pero al fin y al cabo ganó por un penalti. Ganó porque Aritz Elustondo cayó en la trampa de Neymar, que fue arrollado por el lateral de la Real dentro del área. El propio Neymar anotó el penalti tras cedérselo Messi. También ganó el Barça porque la Real estuvo en todo momento agotada, fruto de un calendario que se cebó con ellos. Jugaron el lunes en La Rosaleda de Málaga y tuvieron también que hacerlo este jueves. El Barça, en cambio, jugó el sábado, con 50 horas más descanso que la Real. Y eso se notó.
Pero no se debe tampoco poner peros a una trabajada victoria del equipo de Luis Enrique. Más que un 0-1 con ventaja para la vuelta, el equipo azulgrana se lleva un dosis de alegría. Diez años después ganan en Anoeta y lo hacen en uno de esos partidos peligrosos, que siempre pueden acabar mal. El control de todas las partes del juego, saber lo que se estaba jugando, fue clave para el buen resultado en San Sebastián. El Barça gestionó bien el primer duelo de una eliminatoria.
Ante la falta de ocasiones, que no llegaron ni a la media docena, habría que hablar más de alguna que otra actuación arbitral que sin ser decisivas en el resultado, si que pudo ir modificando el curso del partido. Por ejemplo, Messi mereció ser expulsado por dos acciones tan tontas como claras con reglamento en mano. La primera por perder tiempo de forma innecesaria, cuando fue a lanzar una falta y en vez de tocar el balón señaló a un compañero para que la tirara. Y más tarde, ya en la segunda parte, se puso delante del balón cuando el rival no había pedido barrera. Illarra golpeó al balón, le golpeó a Messi y eso es amarilla. Otra cosa sería entrar en si tiene sentido que el reglamento indique que eso debe ser tarjeta, pero actualmente así lo indica.
Si eso indignó a los valientes que aguantaban el frío en Anoeta, más lo haría la jugada siguiente. El linier de González González se inventó un fuera de juego cuando Zurutuza estaba dos metros en posición legal. Hasta siete jugadores del Barça habilitaban al centrocampista de la Real. Zuruzuta se quedaba literalmente solo, pero el asistente se lo prohibió. Eso sí, la grada se calmó cuando minutos después Neymar cayó en el área, por un contacto leve de Rulli y le sacaron amarilla al brasileño por simular. Ni era cartulina ni tampoco había una falta para pitar el segundo penalti.
La sensación fue la de dos equipos que gestionaron tanto la eliminatoria que se olvidaron de jugar al fútbol. Ni mucho menos se pareció a los últimos duelos de Liga que protagonizaban Real Sociedad y Barça en Anoeta. Ni hubo buen juego ni tampoco ocasiones y muy pocos goles. Uno de penalti y gracias. Pero al fin y al cabo, esto también es el fútbol. La seriedad desde los banquillos y el querer seguir vivo para el partido de vuelta impidió ver un buen partido. Será en el Camp Nou donde se compruebe si este Barça ha vuelto a ser el que era o si la Real puede obrar un milagro, poco creíble tras el partido de ida.
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