Muchos focos estaban sobre su figura. Tras el horrible partido en Vitoria ante el Alavés, seguramente el peor desde que cogió al Atlético, Simeone tenía una final ante el Barcelona en Copa del Rey. El técnico argentino venía de algunas dudas en su filosofía, de algunos cambios tácticos que no llegaban a convencer ni a jugadores ni a futbolistas.
Por eso Simeone vivió el duelo de semifinales con mucha intensidad, más incluso de la que tiene acostumbrado al mundo del fútbol. El 'Cholo' suele vivir con pasión los partidos del Atlético, arengando a las masas, pidiendo el apoyo incondicional de la grada. Eso y tantas otras cosas que llevó al máximo en el partido ante el Barcelona. Y eso que empezó tranquilo, con un alegre saludo con Luis Enrique.
Pero a medida que el partido se fue poniendo mal para el Atlético, con los goles de Suárez y Messi, Simeone se fue desesperando. Todo cambió en el descanso, donde el entrenador argentino cambió la mentalidad y la táctica. Sacó a Fernando Torres, que funcionó muy bien como revulsivo, y el conjunto rojiblanco comenzó a atacar, con muchas ocasiones, solo pudiendo marcar un gol, obra de Griezmann.
Pero al Simeone más desesperado se le vio cuando su equipo falló y falló y no logró empatar el partido. La tuvo Griezmann, la tuvo Gabi, también Fernando Torres, después Gaitán... fueron muchas las ocasiones en las que el Atlético pudo incluso superar al Barcelona, pero el balón entró solo una vez, para desgracia de Simeone.
Animó varias veces a la grada, se vino arriba, pidió el apoyo de una afición que estuvo más calmada que en otras ocasiones. Pero nada sirvió. Al final acabó Simeone en el suelo, lamentándose, porque más no se podía hacer. Él gestionó bien los esfuerzos de su equipo y, lo más importante, cambió tácticamente el duelo. Pero el gol no llegó.