Entre esteladas y pitos, este sábado también habrá un partido de fútbol en Madrid. Y no uno cualquiera, sino una final de Copa del Rey, el primer título que se entrega este año y el tradicional encuentro con más emoción del fútbol español. Pero los acontecimientos y el calendario han convertido a este duelo tan importante en una final de segunda.
En realidad, lo que este sábado hay en Madrid es únicamente el partido más importante de un torneo de fútbol, pero la politización del Barcelona y los últimos acontecimientos en Cataluña han convertido, como en los últimos años pero este más si cabe, la final de Copa en un mitín político. Por lo menos, y si los independentistas lo permiten, ya que también quieren boicotear la final, durante 90 minutos (o 120 en caso de prórroga) se verá a dos equipos luchar futbolísticamente por salvar una temporada hasta hace poco brillante y, en caso de derrota, menor.
Barcelona y Sevilla se enfrentan en la primera final del Metropolitano (21:30 horas), que alberga el punto y final competitivo de dos equipos eliminados hace una semana en Champions y que en caso de caer derrotados convertirán un buen curso en uno peor. El Barça, con un título ya bajo el brazo (la Liga, a falta de oficialidad), busca cerrar un Doblete que sin duda no es cosa menor, pero que no alimenta la ilusión de los culés. La Copa, como el año anterior, la juegan, la ganan, pero apenas se celebra. Y más con el Real Madrid tocando otra vez más una Copa de Europa.
La final llega marcada por el cambio de piel de un Barcelona cada vez menos arraigado con aquello que hasta hace pocos años utilizaba como símbolo. 16 años después, el Barça sacó en Vigo un once sin ningún canterano, llevando al extremo las muchas modificaciones que en los últimos años ha sufrido el club. Ya no es aquel Barcelona de la pancarta de "La Masía no se toca" ni el de subir a jugadores de Tercera a Primera. Ahora es el propio club el que si toca, para mal, a La Masía y el que desecha canteranos a la vez que se gasta 150 millones de euros en otros futbolistas.
Pero, además de La Masía, este Barcelona es el menos catalán de los últimos años. En plena reivindicación independentista y siendo el equipo azulgrana el que más ha liderado todo ello, el Barça cada vez tiene menos catalanes en su equipo. De los titulares solo están Piqué, Jordi Alba y Busquets (y Sergi Roberto si juega), pero es que en el banquillo tampoco tiene mucho más: Aleix Vidal. En mal lugar quedan aquellas palabras de Piqué sobre el Espanyol, que tiene más catalanes que el Barça, a los que acusó de estar "desarraigados del Barcelona porque tienen un presidente chino".
Es ese Barça menos catalán el que da aires a que su afición pite el himno, un "altavoz para defender aquello en lo que creemos", según Bartomeu, presidente culé. Y es ese mismo Barça el que cada año se aferra a la Copa de España para salvar la temporada o mejorarla. Porque si hay un equipo copero es el catalán.
Los culés juegan este año su quinta final de Copa consecutiva, la octava de las últimas 10 (solo faltó a la de 2010 y 2013), y siguen así la línea de toda su historia, que se ha basado en ser siempre fiable en la Copa de España fuera cual fuera su denominación: Campeonato de España (1903-1930), Copa de la República (1931-1936), Torneo Nacional de Fútbol (1939), Copa del Generalísimo (1940-1976) y Copa de SM el Rey (1977-actualidad).
En total, 40 finales y 29 títulos que le hacen ser el indudable Rey de Copas, pero que, al margen de eso, muestra la relación de amor entre el Barça y la Copa de España. El club catalán podrá haber estado mal o bien que en el torneo del KO (casi) siempre daba la cara. Lejos del éxito en Champions, ha sido la Copa la que más alegrías ha dado al conjunto azulgrana en los últimos tiempos.
Sin Villar en el palco y con el Rey Felipe presidiendo 'su' Copa, el Barça sacará en el Metropolitano todo lo que tiene, excepto Ter Stegen. Jugará Cillessen por eso de darle la tercera competición en importancia al portero suplente. Lo demás, el once de gala que se estrelló en Roma salvo Semedo, que demostró hace una semana la razón por la que le queda muy grande el Barça. Iniesta, ante su última final.
En el Sevilla, que llega con la ambición de dar la sorpresa y provocar un batacazo culé, busca su sexta Copa y la revancha de 2016, cuando cayó en la prórroga ante el Barcelona. Montella volverá a dejar fuera a Sergio Rico, al que se 'cargo' en beneficio de un David Soria que no convence. Jesús Navas volverá a estar en el lateral y la clave del equipo andaluz estará en el centro del campo, con Nzonzi, Banega y un ataque con Sarabia y 'Mudo' Vázquez. Ben Yedder o Muriel, única duda para la punta de ataque.
Entre medias de una jornada de Liga (el domingo, un día después de la final, se jugará el Atlético - Betis en el Wanda), la final de Copa vuelve a ser minimazada por la chapuza del calendario y la politización del deporte. Pero no lo olviden, se juega un partido de fútbol, con un título en juego que juzgará la salud de las temporadas de ambos equipos.
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