Hay cuatro letras -y un apellido- que sostendrán a Gales durante el tiempo que dure en esta Eurocopa. Sin saber cuál será la meta; la partida se vislumbró contra Eslovaquia (2-1). En el minuto 10, al poco de comenzar el partido, el hombre de los 100 millones apareció por Burdeos como esos tipos que se permiten el lujo de llegar a una casa ajena, colocarse las zapatillas de estar en casa y adueñarse del sofá. Bale miró la pelota, la acarició, la colocó sobre el círculo de cal y la mandó a dormir entre las redes. Sin titubear, pero con la colaboración de Kozacik, que erró en el paso y la vio pasar por su derecha [Así lo seguimos en vivo]
Ese fue el comienzo de un Bale desbocado, goleador y líder. Un tipo que marcó y enfiló hacia el banquillo para gritarle al cielo abrazado por compañeros, técnicos, utilleros o cualquiera que se acercara por allí. De hecho, el jugador del Real Madrid habría aceptado hasta al pequeño Nicolás si le hubiera dado por aparecer por el banquillo. Ese fue su estreno en la Eurocopa, un bautismo con los suyos con una falta de bandera. El comienzo de algo que se enturbió según pasaron los minutos, conforme Gales fue cediendo terreno a Eslovaquia hasta esconderse en su área.
Apareció Bale para marcar y, en realidad, para hacer cualquier cosa relacionada con los intereses de su equipo. En el Madrid se puede permitir el lujo de no bajar, pero no con Gales. Con su selección, el hombre de los 100 millones hace de delantero, de extremo, de interior, de lateral o de lo que haga falta. Situado en la punta del ataque, Gareth defiende, achica, ordena, ataca y marca. Lo hace todo y casi todo bien. Tanto como para acabar fundido, sin fuerzas ya en las últimas carreras para redondear su partido, sublime de principio a fin incluso cuando Gales titubeó durante algunos tramos del partido.
Bale lo empezó todo, pero no pudo acabarlo. Tuvo que ver como Eslovaquia confabulaba para quitarle su debut soñado en la Eurocopa. Porque Duda apareció en el minuto 61 en el área de Gales para colocarla pegada al palo y darle aire al conjunto liderado por Hamsik, de menos a más, pero firme en sus aspiraciones, tocando más la pelota, pero falto de pegada en los metros finales.
Pero eso, que fue un amago de derrota, encontró respuesta en Gales. Robson-Kanu, que entró en la segunda parte, hizo el gol de la victoria. Él, que lleva el ‘9’ en la selección, se colocó en punta, dejó a Bale en el extremo, recibió el balón de Ramsey entre líneas, controló la pelota y gritó al cielo para abrirlo de par en par con la sintonía de la victoria. Y fin de la historia. Gareth volvió a sonreír, a gritar y a festejar. Su temporada es de ensueño y podría serlo aún más. Todo dependerá de lo lejos que llegue su influencia y su capacidad para decidir partidos. De momento, aprueba, pero su gran noche, la de la confirmación en una Eurocopa, será contra Inglaterra en el segundo partido del grupo B.
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