Ningún debut levantaba más expectación en Francia que el de España (con permiso del de los propios ‘bleus’). ¿Había sabido reiventarse España? ¿Continuaría su lento pero perceptible declive tras el desastre de Brasil 2014? ¿Volvería a la ‘normalidad’ definitivamente tras haberse enseñoreado del fútbol mundial durante un cuatrienio inimaginable? ¿Morderían por fin el polvo en una Eurocopa? Han bastado 90 minutos para comprobar al menos que la ‘Roja’, en Francia 2016, no es la de Brasil 2014 y que tiene al menos opciones de lograr algo memorable este año. Significativamente, el equipo de Del Bosque mostró ante República Checa las mismas virtudes (y el mismo defecto) que singularizaron la explosión de la selección más influyente en los últimos 30 ó 40 años. Precisamente el día en que la transición que afecta a su portería se cerraba para siempre –aparentemente– con la titularidad de David de Gea.
Tiki-taka: la dueña de la pelota
En lo que va de Eurocopa ningún país ha tenido tanto tiempo el balón en sus pies (68%) como España. Sólo Alemania (621 frente a 601) completó más pases en su partido contra Ucrania. Los pupilos de Del Bosque jugaban contra una selección muy respetable (cuartofinalista en 2012, primera de grupo en la fase de clasificación) que durante tramos del partido pareció un equipo de segunda o tercera fila, desbordada por el paciente ingenio combinativo de Iniesta, Silva, Fabregas y compañía.
El dominio de España fue absoluto. Quedó a un remate de ser el combinado que más dispara (lo hizo en 17 ocasiones, una menos que Alemania, Croacia o Polonia). Ejecutó 14 córners, el récord en lo que va de torneo. La mayor parte del encuentro se jugó en 40 metros de terreno, con los centrales españoles metidos también en campo contrario para separar a un equipo embutido en apenas 15 metros de terreno. El asedio español no fue condecorado con goles por un cúmulo de circunstancias: entre ellas, el mérito de Peter Cech. España nunca aburrió, pero se arriesgó a hacerlo antes que renunciar a su estilo. No se atolondró, no se apresuró, no cambió de dibujo tras la entrada de Aduriz (reemplazó a Morata en lugar de a Silva o Cesc). Pareció la España que dominaba los partidos de principio a fin, convencida de su superioridad, limando la resistencia física del adversario hasta que aparecía David Villa.
Recuperación del balón
Aunque la oportunidad final de Darida emborrona (solo ligeramente, gracias a De Gea) el registro defensivo de España, el portero español fue un espectador más durante 80 minutos del encuentro. Piqué consumó con su tanto un partido prácticamente perfecto, Ramos no tuvo un solo fallo y Busquets tardó 10-15 minutos en encontrar su lugar sobre el césped de Touoluse para no volver a perderlo. El partido de los laterales, en especial Juanfran, fue muy completo. Es extraordinariamente difícil encontrar una selección europea con una zaga más competente.
La presión del quinteto ofensivo sobre la salida de balón checo resultó sorprendentemente eficaz: los españoles recuperaron más balones que sus rivales a pesar de doblarles en posesión y los robaban con una facilidad insultante. La selección vestida de blanco no existió ofensivamente (con excepción de un balón sacado por Cesc tras un lanzamiento de falta y el disparo final de Darida). Baste un dato: Iniesta dio pases buenos 85; Rosicky, el ‘pequeño Mozart’, 18.
Nostalgia de Villa
España disputó un partido más que notable, pero estuvo a cinco minutos de regresar al paraíso de Ré con una seria jaqueca. Tuvo 17 ocasiones, según datos de la UEFA; no todas claras, desde luego, pero algunas de ellas incomprensiblemente marradas. En el cuarto final de partido parecían querer meterse en la portería con el balón cosido a las botas. El 0-0 que se registraba en el minuto 85 no fue mérito exclusivo del magnífico Cech. Morata y Nolito desperdiciaron oportunidades por falta de clarividencia (un reflejo de la ansiedad que genera un puesto sin dueño fijo desde hace dos años).
El gol es la preocupación de Vicente del Bosque desde que se jubiló David Villa, pero también lo era en el Mundial 2010, que España conquistó fundamentalmente a base de encuentros desnivelados por un solo tanto del asturiano. El seleccionador, aunque envuelto en terciopelo, dedicó un velado reproche a sus delanteros en la rueda de prensa inmediatamente posterior al partido: Morata y Nolito "han hecho su trabajo”, afirmó el técnico salmantino; “no es fácil jugar contra tantos hombres atrás y han intentado dar opciones a la gente de medio campo”.
Después comento la adaptación de los dos arietes convocados, Morata y Aduriz, al estilo de España: “No hay nadie que sea nocivo para nuestro juego. Todos nos tenemos que adaptar a un estilo y una forma de jugar. Y creo que es magnífico que tengamos centrocampistas con la visión de juego que tenemos y que los delanteros sepan moverse e interpretar lo que hacen los de atrás. Es un trabajo de los delanteros”.
Las demás líneas del equipo cumplieron admirablemente con su cometido este lunes en Toulouse. Francia 2016 no será una repetición de Brasil 2014. Si se afila la capacidad goleadora, se parecerá bastante más a Polonia 2012.