Arda Turan, héroe nacional turco, compareció este jueves taciturno en la rueda de prensa previa al duelo contra España. Se negó incluso a contestar en español una pregunta de una televisión latinoamericana: un gesto impropio de un capitán que lleva cinco años viviendo en la península ibérica. A Turan le ha abandonado el duende desde que dejó el Atlético de Madrid, atraído por el poderío culé y hastiado por el extraordinario trabajo físico al que obligaba (y obliga) Simeone a sus futbolistas.
Tras su lamentable debut contra Croacia -quizá el peor partido en su historia con la selección-, la prensa turca se lanzó como un rayo a por la figura casi intocable del futbolista de Kasimpasa, objeto de una veneración reservada a muy pocas estrellas. Los principales periódicos del país rectificaron incluso sus frecuentes críticas a Luis Enrique por la suplencia de Turan y afirmaron “comprenderle”.
El seleccionador, el ‘Imperator’ Fatih Terim, tampoco apagó el fuego e incluyó a la segunda estrella del equipo, el mediocampista del Bayer Leverkusen Calhanoglu, en el tirón de orejas: “Los dos son jugadores importantes, había puestas muchas expectativas en ellos, pero no dieron lo suficiente. Intenté cambiar el curso del partido con sus susticiones”, apuntilló. Turan no tiró una sola vez a portería, no regateó, no centró al área, no creó ocasión alguna. Consciente de lo que se estaba generando tras la derrota, pidió perdón por su actuación.
Críticas a la prensa
Se habla más de Arda que de Turquía en la previa de un partido que enfrentará al capitán a varios compañeros de club: un escenario peligroso que podría desnudarle definitivamente (junto a su selección) ante el campeón de Europa, que no pierde un partido en este torneo desde el 20 de junio de 2004. En la rueda de prensa no hubo una sola sonrisa: “Estoy decepcionado por la forma que me han criticado en el país. No quiero dar nombres, pero tenemos jugadores jóvenes que lo están dando todo y no merecen esas críticas”, dijo el mediapunta otomano. Para colmo, un cuarto de hora después, en pleno entrenamiento otomano sobre el césped del Allianz Riviera, se desató un aguacero formidable.
El planteamiento turco este viernes en Niza no diferirá probablemente mucho del escogido por Chequia el lunes pasado. Los jugadores españoles prevén una propuesta defensiva, que ceda la iniciativa a España, con las líneas muy juntas. Fatih Terim había dicho durante la semana que “todos saben cómo juega España, pero lo importante es cómo pararla; intentaremos quitarle la posesión, pero no es fácil”. El rendimiento del equipo turco ante Croacia y el respeto que infunde el equipo de Del Bosque permitían dudar seriamente de que le discutiese la posesión del balón a España. Este jueves reconoció que un empate sería un buen resultado, lo que fortalece la hipótesis del repliegue de líneas.
Turquía espera también una aportación mayor de Calhanoglu, gris el pasado domingo, y ante la decepción de sus estrellas consolidadas pone cada vez más esperanza en Emre Mor, el jugador de 19 años y origen danés que debuta con la selección y acaba de ser fichado por el Borussia Dortmund (ya jugó veinte minutos contra Croacia y esperó a Modric para hacerse una foto con él).
Problemas en la recuperación
No se esperan cambios en la retaguardia otomana, donde los laterales Gönül (derecho) y Erkin (izquierdo), ambos del Fenerbahçe, son pieza clave por su desdoblamiento ofensivo: permiten al duo creativo Turan- Calhanoglu juntarse por dentro y armar jugada. El probable retroceso turco contra España nace de su mayor debilidad: el variable compromiso defensivo de los atacantes, que parte al equipo en dos cuando se desentienden del esfuerzo de recuperación. Los turcos son uno de los peores equipos reparando pérdidas de balón y tampoco cuentan con una pareja de centrales ni un portero de talla mundial. 17 de los 23 convocados provienen de liga turca, devaluada con respecto a hace uno o dos lustros y bastante alejada del nivel competitivo de las principales ligas europeas.
Como contra República Checa, España tendrá que ser muy cuidadosa en los balones parados, donde Calhanoglu es un especialista reputado. Turquía plantará un 4-5-1, con el goleador Burak Yilmaz en punta si se va recuperando de sus problemas físicos (si no repetirá Tosun). El centro del campo parece asegurado para el organizador Inan, Tufan y Topal, aunque Nuri Şahin (de pasado madridista) y el joven Özyakup (Besiktas, de origen holandés) podrían servir de revulsivo para una selección de la que se esperaba mayor empuje en su regreso a la élite continental.
Obligados a puntuar
España sólo ha perdido uno de sus diez partidos contra Turquía, y fue hace 62 años. La diferencia entre ambas escuadras parece mucho mayor ahora que hace una década, pese a que su tradicional combatividad siempre sitúe a los otomanos en el grupo de las selecciones ‘incómodas’, a las que nadie quiere enfrentarse. El exjugador de la Real Sociedad Nihat Kahveci, ayudante de Terim, se sumó al alud de elogios recibidos por España esta semana: “Antes del torneo ya dije que si había algún jugador español que no quería que jugase contra nosotros era Iniesta”.
La enorme decepción sufrida por el país de la luna menguante contra el archirrival croata pesa como una tonelada sobre los hombros de su líder. La tensión generada preocupa en el seno del FC Barcelona; hasta Jordi Alba le defendió este miércoles: “Tuvo la mala suerte de estar cinco o seis meses sin jugar por sanción, pero en el equpo ha entrado fenomenal. Siempre crea peligro, todos los balones pasan por él y estará muy motivado porque nos conoce muy bien”. La Eurocopa iba a ser el punto de inflexión para Turan después de una temporada muy agridulce. De su recuperación física y mental parecen depender la autoestima y el devenir turcos en este torneo.
Una derrota ante España sería prácticamente concluyente: les obligaría a vencer en la tercera jornada a la República Checa y, quizá, conseguir una de las cuatro plazas reservadas para los terceros de grupo. El tópico no es exagerado en este caso: las esperanzas de todo un país están puestas en el capitán.