La RAE define como infame aquello que es "muy malo y vil en su especie". Si lo acompañaran con un ejemplo, bien podrían poner ya el Italia - Suecia de esta Eurocopa. Fue eso. Pobre, bajo de nivel, malo. Infame. Sería fácil catalogarlo como el peor partido de la Eurocopa, pero ha habido encuentros tan sumamente malos en el torneo que ya se hace difícil elegir cual es peor. Este, sin duda, entra en el ranking. [Narración y estadísticas: Italia 1-0 Suecia]
Un partido parsimonioso, lento, difícil de soportar. Es decir, un partido a la italiana. Y eso también conllevaba que se decidiera al final, en el minuto 88, como además se está resolviendo gran parte de los partidos de la Eurocopa. Una jugada individual de Eder (el bueno, el jugador del Inter, no el de Portugal) le bastó a los italianos para ganar y firmar el pase a octavos.
Se podría decir que Suecia, que se basa solo en lo que haga Ibrahimovic y por ahora, en Francia, no hizo nada, cayó en la trampa de Italia. Aguantó un empate que les iría bien y en el tramo final no supieron jugar a lo que la azzurra tan bien sabe jugar. Sin haber hecho nada antes, a partir del minuto 80 la selección de Conte tuvo dos ocasiones claras (una de ellas con remate al larguero de Parolo), las únicas de todo el partido.
Cuando el sorteo deparó que Italia y Suecia se tenían que enfrentar en la Eurocopa, a los que más memoria futbolística tienen se le vino al recuerdo el enfrentamiento entre ambas selecciones en la Eurocopa 2004. Aquello fue un 1-1, con un descomunal gol de Ibrahimovic, seguramente de los mejores de la historia del torneo. Doce años después, las tornas cambiaron mucho.
Tanto que Italia celebró su pase a octavos como si hubieran ganado ya el torneo. No era Islandia o Albania, debutantes en la Eurocopa, sino la Italia finalista en 2012, la cuatro veces campeona del mundo. Porque la azzurra llegaba con muchísimas dudas y tras un periodo de renovación que nunca se sabía si iba a cuajar. Por ahora le fue bien.
Lo que ocurrió antes fue lo que bien definía la RAE. Solo un tiro a puerta, ninguna jugada de ataque, ninguna acción de peligro. Lo máximo fue un gol cantado que incomprensiblemente falló Ibrahimovic, aunque en fuera de juego. La estrella sueca tuvo que bajar en numerosas ocasiones al centro del campo y ahí perdía todo su potencial.
Bien podría resumirse el partido en la realización del mismo. A falta de fútbol, las cámaras se iban hacia las bellas mujeres suecas. Porque en el campo no había que mostrar nada. Fue otro aburrimiento más en una Eurocopa de un nivel bajísimo, el peor que se recuerda en años. Todavía ningún partido ha visto más de tres goles y lo que es peor: no se recuerda ningún gran encuentro. Los mejores, como mucho, pueden llegar al aprobado. Los demás se reparten en malos o muy malos.
Como si de un símil se tratara, el partido acabó con un posible penalti a Suecia en el que los italianos se salvaron. Pasan los años, los jugadores y las generaciones. Pero el estilo italiano sigue. Y bien se conserva. Italia, a la italiana.