En 12 años, por Portugal han pasado seis primeros ministros y cuatro presidentes de la República. Han pasado de una tasa de paro del 7,8% en 2004 al 12,4% actual, con picos del 17,5%, con un sufrido rescate económico de por medio. Con numerosos cambios en el país, el portugués más universal, con permiso de Vasco da Gama, también cambió. A su manera.
Cristiano estuvo en Da Luz en 2004 y estará en Saint-Denis el próximo domingo. Es decir, en dos finales de la Eurocopa, las dos únicas en la historia de Portugal. En estos 12 años, el país luso ha visto, casi sin darse cuenta, el crecimiento silencioso de su selección representado sobre todo en la figura de Cristiano Ronaldo. Entonces era un talento por pulir, ahora ya es el jugador que compite por entrar en el top5 de mejores futbolistas de la historia.
En 2004 era uno más, ahora es el líder. Así se podría definir el cambio de Cristiano, que ha vivido de todo con su país. En la Eurocopa que organizó Portugal estaba rodeado de jugadores como Figo, Pauleta, Maniche o Deco. También Ricardo Carvalho, el único superviviente de aquél equipo que sigue en el actual. Era un equipo potente, que seguramente reunió a la mejor generación portuguesa de jugadores, también en el apogeo de su fútbol, con la victoria del Oporto de Mourinho en la Champions del mismo año.
Recordadas fueron las lágrimas de Cristiano aquél 4 de julio en un reinventado Da Luz. Con 19 años, Ronaldo fue la viva imagen del dolor portugués. Nunca habían estado tan cerca de ganar un título y acabaron perdiendo la final en su casa. Más tarde, la estrella de Madeira reconoció que fue el "peor momento de su carrera". A pesar de sus numerosos gestos en los partidos, pocas veces se le vio llorar. Era todavía un niño.
“Cristiano Ronaldo es un ganador, nunca me voy a olvidar de sus lágrimas al término del partido", comentó más tarde Luiz Felipe Scolari, su primer seleccionador. Todo le vino muy rápido, ya que en la Eurocopa de ese año debutaba oficialmente con su selección. El tiempo demostraría que aquella derrota le serviría para crecer. Tras la Eurocopa, fue fijo en el United de Ferguson. Ya había fichado en 2003, pero tras la cita continental creció hasta llegar a ganar el Balón de Oro y protagonizar el fichaje récord en la historia del fútbol.
"Lágrimas ahora, pero de alegría"
Cosas del destino, y ahí radica la semejanza del Cristiano de 19 años con el Cristiano de 31, el 7 portugués (entonces era el 17) imita lo hecho hace doce años: en cuartos pasa por penaltis, marcando él en una agónica tanda, y en semifinal es decisivo, marcando el gol del 1-0.
Ahora es líder indiscutible en una selección muy inferior a aquella, pero que tiene una idea ya asentada de juego puesto que casi son los mismos que años atrás. Rui Patricio, Pepe, Bruno Alves, Ricardo Carvalho, Nani, Quaresma, Moutinho... todos acompañan a Cristiano desde ocho años en el combinado luso. Y con esta generación a Portugal no le ha ido mal. Dos finales, unos cuartos y una semifinal de Eurocopa y una semifinal, unos octavos y primera fase en el Mundial. Sus cifras, en Europa, están a la altura de España.
Tres balones de Oro después, otras tres Champions ganadas y siendo ya el futbolista más mediático del planeta, a Cristiano le falta una cosa: ganar algo con Portugal. Nunca lo tuvo tan cerca y nunca necesitó tanto ese título para reivindicarse. ¿Podrá alguien dudar la dimensión histórica si gana Cristiano la Eurocopa? ¿Le negarán su cuarto Balón de Oro tras ganar Champions y Eurocopa? "Siempre dije que soñaba con ganar algo con mi país. Espero que haya lágrimas ahora, pero de alegría", explicaba el jugador del Real Madrid hace unos días.
Lloró Cristiano en 2004 porque quería ser campeón a los 19 años. Tiene ahora la oportunidad de serlo con 31 algo, además, que no consiguió ni Eusebio ni Futre ni Figo, los otros tres grandes de la historia de Portugal. Los que le conocen dicen que lloró porque porque es "una persona ambiciosa". "Habrá muchos campeonatos a lo largo de mi carrera para recuperarme de esta desilusión", dijo tras el golpe. Aquí lo tiene. El próximo domingo.