El nombre de Mario Balotelli ha sabido traspasar las barreras de lo deportivo. Cualquiera que siga los medios se ha topado con el italiano como protagonista de alguna noticia. El problema es que con el paso de los años su nombre dejó de relacionarse con artículos de ‘Mira este golazo’, ‘El próximo crack’ y ese estilo para estar pasar a ser un socio del clickbait con listados de sus excentricidades y galerías de cómo y con quién salía de fiesta.
En verano de 2014 apostó por relanzar su carrera fichando por el Liverpool y el resultado fue lo opuesto: tras un curso en Anfield y otro de vuelta en Milán su fútbol desapareció entre suplencias, rachas negativas y falta de actitud. Harto de esa situación Mario Balotelli cambió el rumbo, bajó sus pretensiones y hace un mes aceptó la propuesta del Niza. Desde su llegada ha anotado cuatro goles en tres partidos y su entrenador ya se ha deshecho en halagos. Mario Balotelli apenas tiene 26 años. ¿Hay esperanzas de volver a ver al delantero que decidía semifinales de una Eurocopa? Hay tiempo y talento para reiniciar y está en el actual líder de su liga, un Niza que viene de ‘resucitar’ a Ben Arfa.
“Me gustó el proyecto y, desde el primer momento, el técnico me dio confianza. Tuve otras ofertas, algunas de clubes considerados grandes, pero pensé que lo mejor para mí era jugar. Llego a un gran grupo que quedó cuarto el curso pasado y que apuesta por la posesión, ha sido una decisión totalmente futbolística”. Con estas palabras aterrizaba Mario hace un mes en Niza. De momento le hemos visto jugar bien, marcar y progresar poco a poco. Él mismo, en sus declaraciones, parece consciente de reencontrarse.
El nuevo Mario
El delantero italiano ya ha quedado ligado a la polémica. Esa nube mediática que le benefició para tener repercusión de estrella cuando sólo era un proyecto de gran jugador ahora le persigue dando una mala imagen. El propio jugador se defiende: “No represento ningún riesgo, mi carrera ha sido distinta a la que se ha escrito en los medios”. Su nuevo entrenador, Lucien Favre, también le respalda: “Se nota que es un ganador. No esperaba cuatro goles a estas alturas, tiene que seguir mejorando pero está muy receptivo y transmite alegría a sus compañeros. ¡Ahora hasta sonríe cuando marca! Debe mantenerse serio y no dejarse llevar en su vida personal”.
Partiendo de esas premisas, los planes de Favre han encontrado acomodo para un Balotelli que el Liverpool regaló. Una apuesta clara por la técnica y calidad que sigue teniendo el jugador. Lucien Favre necesitaba un atacante para dar continuidad a la jugadas, recibir lejos del área y saber cómo guardar el balón pese a estar rodeado. Más allá de eso, su planteamiento también pedía un jugador con buena definición y calidad en el tiro. Por supuesto, a Favre le gustaría que Balotelli pudiera desplegarse más, e incluso reconoció que “no está para correr 11 kilómetros todos los días”. De hecho, ya ha sufrido dos lesiones musculares pequeñas que le tienen entre algodones, pero Favre le ha dado un rol protagonista.
Desde que llegó el técnico alemán ha apostado por varios esquemas, entre ellos mezclar defensa de cuatro, de tres y de cinco, pero desde que tiene a disposición a los últimos fichajes ha repetido más el 5-3-1-1. Balotelli es la punta, su papel es coger el balón en inferioridad, aguantar y dar profundidad. En ocasiones bajar a recibir y dar tiempo a que los carrileros lleguen al ataque, así como el medio Cyprien, que es el que más se descuelga del trivote del centro del campo, para darles el balón o bien abrirse a los costados y que Belhanda, el jugador que participa por detrás, sepa encontrarle y que sea el italiano el que pise el balón, lo aguante y encare. Él necesitaba jugar y Favre requería de un atacante con capacidad de gestionar el ‘tempo’ y que mezclara técnica y físico para jugar en inferioridad. De hecho el Niza prioriza el orden sin balón a la producción ofensiva, mucho de su potencial goleador es el balón parado.
En la finalización necesitan el resurgir de Mario, algo que de momento está pasando. Le darán pases y él tiene que estar vivo para el remate. Su equipo no le fabricará las mejores ocasiones, sino que será él quien sepa encontrar el espacio y el momento. Favre necesita ver más lo que hizo contra el Mónaco cuando en su primer tanto de la tarde recibió abierto, encaró, dio profundidad y pese a estar sin apoyos y “en un ángulo difícil”, según su técnico, supo salir victorioso. Y ahora sí, sonreír cuando celebra un tanto. De momento, es muy pronto, pero está firmando grandes registros en el acierto cara a portería y mejores sensaciones en su juego.
Las prisas por crecer
A Mario Balotelli se le vieron muchas virtudes, pero su agitado carácter le puso en el foco antes de tiempo. Su fama empezó a crecer y se le vendió como estrella antes de demostrar la estabilidad suficiente para llevar esa etiqueta. Su actitud nunca ayudó a templar su carrera reconociendo que era aficionado milanista cuando jugaba en el Inter, incendiando su casa con fuegos artificiales o sin demostrar ambición cuando aceptó y se acomodó con su rol de suplente en Manchester. Esa falta de hambre y exceso de carácter nos hicieron perder años de su talento. Cuando llegó al Milan en enero de 2013 firmó su mejor fútbol, pero volvió a desconectarse. Desde entonces, pasando por Liverpool y regreso a Milán, no dio señales de resurgir. Al menos no tan claras como ahora.
Hace unos meses, cuando Odion Ighalo era de los máximos goleadores de la Premier, su entonces entrenador, Quique Sánchez Flores, abordó en una entrevista cuáles eran los motivos para que el mismo jugador que no convenció en Granada fuera estrella en la Premier. Su respuesta tiene paralelismos con Balotelli: “Odion siempre ha tenido talento, pero ahora con 26 años es cuando mejor está para demostrarlo. Nos empeñamos en poner fechas para que los jugadores exploten al primer nivel, pero hay algunos que desarrollan su juego a distinto ritmo del resto. Ighalo ahora se ve fuerte, tiene la confianza y la convicción mental y lo demuestra, pero él es el mismo de siempre”. En el caso del italiano esa precocidad y poder mediático aceleraron las expectativas, pero da la sensación de que el Mario Balotelli persona necesita calma, paciencia y cariño extra para demostrar en el campo quién fue y quién puede ser. Que no se nos olvide que tiene 26 años.