En la grada, un chico cualquiera llora; en el césped, un jugador solloza; y en Vigo, cientos desfallecen tras el pitido del árbitro. El Celta, en su totalidad, se hunde en lágrimas tras una noche en la que estuvo a punto de hacer historia. Tuvo cerca el pase a la final y lo acarició hasta el último suspiro. Concretamente, hasta el minuto 96, cuando un balón largo dejó a los seguidores del United en catarsis. Beavue recibió el balón dentro del área a pocos segundos del final, pero decidió no tirar. Se la pasó a Guidetti, éste tocó el balón y no fue capaz de meterlo dentro de la portería. Finalmente, el Manchester de Mourinho será el que esté en Estocolmo con la opción de levantar la Europa League [narración y estadísticas: 1-1].
El Celta, que durante gran parte de la eliminatoria estuvo muy lejos de certificar el pase, lo tuvo en su mano en los últimos 10 minutos. Hasta entonces, el United, sin ser superior, era el poseedor del marcador. Marcó en Vigo (gol de Rashford) y afrontó la vuelta en Old Traffod con esa ventaja. Es decir, Mourinho, al que nadie quita la vitola de gran entrenador, mandó a los suyos a defender. Nada de toque de pelota, posesión o control del partido. No. Hizo saltar a sus jugadores al terreno de juego, pero no les permitió que pasaran del centro del campo. Para qué.
Sin embargo, ese conservadurismo, sin apelar a la justicia, le funcionó al United. En la primera mitad, Valencia puso el centro y Fellaini marcó de cabeza el primer gol de la noche. Y, hechos los deberes, el Manchester ni se cuestionó buscar el segundo. Le cedió la pelota al Celta y se metió en su campo. Y ya está. El problema es que los vigueses, lejos de amedrentarse en el Teatro de los sueños, alimentaron la posibilidad de clasificarse. Iago Aspas tuvo su oportunidad, Jozabed estuvo a punto de meter dentro de la portería un disparo lejano…
Pero pasaron los minutos y el United seguía siendo poseedor del marcador. Hasta que llegaron los últimos 10 minutos. Entonces, Roncaglia remató un buen balón de cabeza y puso el empate en el electrónico. O lo que es lo mismo, dejó al Celta a tan solo un gol del pase a la final. Sin embargo, el Manchester, vaya usted a saber por qué, armó una tángana. Valencia, entonces, se tuvo que ir a la calle por agresión, pero el árbitro decidió expulsar a uno por cada equipo: Bailly y Roncaglia.
El reloj avanzó y se plantó en el 90, pero el Celta no dejó de soñar. Todo lo contrario, alimentó la posibilidad de pasar a la final. Y la tuvo. En el último instante, un balón colgado tuvo a dos rematadores posibles (Guidetti y Beavue) y a dos jugadores fallando. Los vigueses escucharon al árbitro pitar el final y los sueños de Iago Aspas y cía se fundieron en negro. Finalmente, el Manchester estará en la final. Allí le espera ya el Ajax, que sufrió contra el Olympique de Lyon (3-1), pero logró el pase.
Noticias relacionadas
- Marcelino será el nuevo entrenador del Valencia
- Ganaron los buenos
- Gerard Piqué planea crear su propia Copa Davis
- Los gordos también bailan: una danza con 120 kilos de talento
- Y de fútbol ya hablamos otro día
- La maldición 'dulce' de nunca acabar: el Atlético cae por cuarta vez contra el Madrid con la cabeza en alto
- De Del Piero a Dybala, de la Séptima a Cardiff: así cambiaron los Juventus - Real Madrid