El Atlético de Madrid convocó a la prensa para hablar de la Europa League. Es decir, la temática estaba fijada: la final contra el Olympique de Marsella del próximo 16 de mayo. Sin embargo, la reunión entre Cerezo y Griezmann del jueves –además del comunicado de Miguel Ángel Gil Marín penando la actitud del Barcelona– lo cambió todo. Las preguntas, en su gran mayoría, versaron sobre el futuro del delantero francés. “¿Cómo se encuentra? ¿Incomoda al equipo la situación? ¿Puede afectar? ¿Está motivado?”. Y las respuestas se dividieron entre la indiferencia de Filipe Luis (“no somos sólo Griezmann”) y la querencia de Koke (“no nos gusta que toquen lo nuestro”).
Y, en realidad, al Atlético de Madrid no le debería preocupar en exceso su marcha. Antes, muchos otros abandonaron el club: Falcao, el ‘Kun’ Agüero… y no pasó nada. El equipo encontró recambios de garantías. Y no sólo eso: creció, siguió compitiendo, mantuvo el nivel y ganó títulos. Lo que sí ha molestado en el seno rojiblanco es el comportamiento del Barcelona. Porque sí, cierto, los culés tienen y pueden querer pagar 100 millones de euros. De hecho, así lo van a hacer. Pero no era necesario que se reuniesen con los agentes de Griezmann esta semana, días antes de que se dispute la final de la Europa League. Eso, obviamente, no ha gustado. Y es comprensible.
Pero, con independencia de las molestias o las quejas, el media day celebrado por el club dejó una sensación bastante clara: Griezmann dirá adiós al Atlético después de la final de la Europa League. Lo ratifican, indirectamente, las palabras de Gabi (“tenemos que ganar para que los jugadores quieran venir y se queden”) o las de Diego Costa (“yo me marché y fui feliz”), pero, eso sí, el hispano-brasileño también le avisó: “Lo que ocurre es que cuando te vas no sabes si volverás”.
El propio Diego Costa se marchó tras hablarlo con su familia. Hizo las maletas y triunfó en el Chelsea. Pero, claro, luego quiso volver al equipo donde mejor se lo ha pasado jugando. Lo llamó Simeone y él dijo sí. No lo negó. Y algo parecido le ocurrió a Filipe Luis. El lateral también decidió jugar en el conjunto inglés y, tras no encontrarse del todo a gusto, regresó a casa. Ellos pudieron hacer el viaje de ida y vuelta. Pero otros, como Arda Turan, no. El turco fichó por el Barcelona y deambuló por el Camp Nou.
Esa es la realidad de un club que ha permanecido en lo alto durante los últimos años (con cuatro finales europeas en los seis años del Cholo) por encima de sus estrellas. El equipo de Simeone, con unos u otros, ha seguido compitiendo. “Cuando estás fuera y ves que año sí y año también el Atlético llega a finales, te das cuenta de lo bien que se están haciendo las cosas”, reconocía Torres, que también se marchó para volver y que podría ganar su primer título como colchonero si levanta la Europa League el próximo día 16.
A Griezmann, por tanto, le quedan pocos partidos rojiblancos. De no ser así, ¿por qué no compareció en el media day para tranquilizar a la afición? Obviamente, porque tiene voluntad de jugar en el Barcelona. “Cuando te llama un equipo así te sientes orgulloso”, confesaba Koke. Y así se siente el francés. Tiene a su disposición jugar al lado de Messi y de Suárez; quizás, incluso, de ganar una Champions League. Y por eso abandona el Atlético. Por si no hay otra oportunidad, por si su tren no vuelve a pasar. Y al Atlético le queda despedirse del francés, pedirle que les dé una Europa League y verlo marchar. Decirle, ¿adiós o hasta luego? Eso ya se verá.
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