Han sido 402 partidos, 127 goles y 16 asistencias; 34 años, un cambio de estadio, una mutación del escudo y un mote caduco. Fernando Torres, el ‘Niño’, en su veteranía, por fin, ha ganado un título con el club de sus amores. Después de despedir al Calderón, tras llorar por la memoria de Luis Aragonés y anunciar, con lágrimas en los ojos, sus últimos días como rojiblanco. Tras mucho recorrido, Gabi le cedió Europa League, se la 'dejó' en las manos y le dijo, como un costalero hermano en Semana Santa: “Levántala”. Y él, bajo el cielo de Lyon, se la ofreció al firmamento. Y allí, desde el cielo, seguramente, Jesús Gil y ‘Zapatones’, reunidos, entre cervezas, le guiñaron un ojo.
“Tengo la oportunidad de cumplir mi sueño”, confesaba, hace una semana, en el media day del Atlético. Fernando Torres esperaba este momento desde que debutó el 27 de mayo de 2001 contra el Leganés en el Vicente Calderón. Aquel fue su estreno. Pocos días después, anotaba de cabeza su primer gol como rojiblanco en el Carlos Belmonte de Albacete. El mundo del fútbol, sin querer, se fijó en ese niño rubio, pecoso y delgado. Pero, claro, nadie atisbaba su futuro, ni siquiera lo importante que iba a ser para la selección y para su propio club.
Ante el Leganés y contra el Albacete no nació un jugador, sino un ídolo. Fernando creció futbolísticamente entre fracasos, rechazó ofertas para marcharse y permaneció ligado al club a pesar de las presiones. Pero tuvo que irse. Al Atlético le hacía falta dinero y él estaba en disposición de vivir una experiencia más allá de los Pirineos. El acuerdo fue total y Torres viajó a Liverpool para que España descubriera la Premier League. La liga inglesa, por primera vez, se empezó a televisar. Y él no paró de meter goles en sus primeros años (un total de 81 en 142 partidos).
Mientras tanto, sumó títulos: se proclamó campeón de Europa con España en 2008 y 2012, se hizo con el Mundial en 2010, ganó la Champions League y la Europa League con el Chelsea (2012 y 2013) y siguió sumando experiencias. Cambió Inglaterra por Italia. Fichó por el Milan, pero por poco tiempo. Simeone lo llamó, le explicó el proyecto y le pidió que volviera. Y Fernando Torres aceptó. Era volver a su casa, regresar a un equipo que había mutado y que ganaba títulos. Y lo hizo para sumar, con el objetivo de contribuir a llenar las vitrinas del museo del club.
En el Calderón, lo recibieron 50.000 gargantas en enero de 2015. “No sé cómo le voy a poder devolver a la gente tanto cariño”, reconoció, sorprendido, aquel día. Y, a partir de entonces, se puso manos a la obra. Aceptó el rol que le dio Simeone. Unas veces como titular y otra como suplente. Sin quejarse, sin protestar y con corrección. Sumó cuando el Cholo así lo quiso y se mantuvo al margen cuando correspondía.
Y estuvo a punto de levantar su primer título. Hace dos temporadas, en Milán, contra el Real Madrid, Fernando Torres estuvo en disposición de ganar por segunda vez la Champions, pero los penaltis –primero uno fallado por Antoine Griezmann y después otro de Juanfran– apartaron al ‘Niño’ de cumplir su sueño. Dio igual. Sabía que tenía más oportunidades por delante. Y, este miércoles, la tuvo. Ganó la Europa League y cumplió su sueño: levantar un título como rojiblanco.
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