La huella que dejó Radamel Falcao tras su paso por Oporto y Madrid fue tan profunda que todavía añoramos al prolífico atacante colombiano. Aquel tigre que dominaba se fue momentáneamente, pero se resiste a desaparecer. Un testarazo marca de la casa dio los tres puntos al Mónaco este sábado e incrementa su buena racha esta temporada. ¿El Tigre está de vuelta?
Radamel Falcao recogía el balón en la frontal, se internaba en el área y preparaba ya la manera de perforar la red rival. Era enero de 2014, y por aquella época celebrar un gol era un acto tan rutinario para él como sacar al perro o comprar el pan para cualquiera de nosotros. Los goles llenaban sus maletas en las constantes mudanzas que hacía. Había pasado por Colombia, Argentina, Portugal, España y Mónaco, y los tantos no se le quedaron en ninguna aduana. Ni siquiera en el temido salto a Europa, donde había anotado 153 veces en sus primeros 197 partidos.
Pero aquella tarde de enero de 2014 fue distinta. Cuando se perfilaba para ejecutar y celebrar, el defensa chocó con la rodilla del ‘9’ y sus ligamentos se rompieron. En ese momento, Falcao se despedía de la temporada, del Mundial y prácticamente de los goles. Desde entonces, el Tigre lleva dos años y medio en busca y captura. Lo que veíamos de él era irreconocible hasta ahora, ya que su buen arranque nos hace plantearnos si hay motivos para el optimismo. La referencia más cercana es de este fin de semana, cuando su tanto dio los tres puntos al Mónaco, líder de la liga francesa.
Razones para ser optimista
Tres goles en cinco partidos no parecen unas cifras espectaculares, pero es la mejor racha en la carrera de Falcao desde septiembre de 2013. Y más allá de las cifras, sus actuaciones han sido muy positivas incluso sin anotar, como en Wembley ante el Tottenham. El colombiano ya no está en plenitud física, no parece capaz de recorrer tantos metros, pero está recuperando su instinto, y esa era su mayor virtud. De hecho, el tanto contra el Rennes de este fin de semana rememora aquellos centros en el Calderón, en los que, pese a su 1,77, salta más y se coloca mejor que nadie en el área.
El Mónaco parece el club ideal para volver a ver al Tigre. El equipo de Jardim tiene los ingredientes perfectos para el delantero de 30 años: jugadores con talento para asistirle (Bernardo Silva y Moutinho); un once muy físico con capacidad para esforzarse y liberarle de trabajo defensivo; poca competencia en su puesto (Germain y Carrillo); y un contexto muy superior al del resto de rivales de su liga –salvo el PSG-, que le permitirá disponer de ocasiones.
A cambio, el club monegasco recibe definición y mordiente a un ataque que apenas promedió 11 tiros por partido el curso pasado (13º en ese aspecto en Ligue 1). Y, de momento, esta asociación funciona. El Mónaco es el actual líder en Francia; viene de ganar a Villarreal, PSG y Tottenham; y Falcao, aunque no da la sensación de estar tan atlético como años atrás, consigue regularidad para volver a su nivel, ocasiones para convertir y una importancia que había perdido.
Incluso en partidos en los que juega más lejos del área, como en Champions contra el Tottenham, aporta toques de calidad y mucho acierto para abrir a bandas. Más allá de unas cifras que sin ser espectaculares son positivas, Falcao está recuperando la confianza en sí mismo y ha encontrado la regularidad necesaria: en su última campaña con el Atlético, jugó más minutos (3527) que en las tres temporadas siguientes (3474).
El pasado que aún pesa
“Las cosas no son como la gente piensa, un futbolista no controla su destino. A veces, la gente me pregunta por qué me fui a un sitio o por qué no me quedé y me río, como si un jugador pudiera decidir siempre dónde trabajar. Es como si yo pregunto a un periodista por qué no está en CNN o ESPN. En el fútbol es lo mismo, no siempre tienes opción de elegir a dónde vas. No siempre he podido vivir donde quería”. Así de claro se confesaba Falcao en una entrevista a Líbero en diciembre de 2015, en medio de suplencias y el ostracismo que experimentó en Inglaterra.
El dueño del Mónaco decidió deshacerse del mejor pagado de su plantilla debido a las pérdidas del club, y el United le pareció el destino ideal para cuadrar balances: en Old Trafford no hubo pegas para pagar diez millones por la cesión, hacerse cargo del 100% de su salario e incluir una opción de compra de 55 millones. Nadie se preocupó de que él necesitara paciencia y minutos de juego. Louis van Gaal tuvo prisa y el Tigre no pudo responder. Acabó enjaulado en el banquillo.
Su carrera se resintió y ya con 30 años no supo hacerse grande en un Chelsea convulso. Radamel Falcao fue catalogado como el futbolista más devaluado del mundo por la web Transfermarkt, que cifra la valía de los jugadores.
Esta semana, Falcao ha mostrado que todavía queda rabia y fútbol en sus botas. Primero en Champions, con un buen partido contra el Tottenham en el que hizo muchas cosas bien y no marcó, y este fin de semana con un partido de esos de 'nueve' grande, sin necesidad de maravillar para marcar el gol decisivo. Eso era el día a día de Falcao antes y tenemos motivos para pensar que volverá a dejar más tardes de gloria, aunque no brille tanto como antes de la lesión.