"Si un buen número de estrellas del fútbol quisiesen admitirlo, ¿por qué no hacerlo todos juntos? Sería más fácil que si uno solo tuviese que hacerlo por su cuenta". Esta es la reflexión que hacía durante una entrevista al 'Times' la semana pasada Greg Clarke, presidente de la FA -federación inglesa de fútbol-, en respuesta a la necesidad de normalizar la homosexualidad en el deporte. Eso sí, al mismo tiempo afirmaba que él "no recomendaría" a nadie hacerlo individualmente si no está seguro de poder soportar los insultos y vejaciones a los que usualmente se ven sometidos quienes deciden dar el paso.
Por eso, el plan que desde el seno de la FA se propone pasa por una normalización drástica, de una sola vez, que aglutine a la mayor parte de quienes desean expresar su orientación sexual libremente en el mundo del fútbol en Inglaterra. Y esa situación tiene un momento concreto en el que podría hacerse. "La Premier League, la Football League [de la que dependen las categorías inmediatamente inferiores a la primera división] y la FA podrían organizarse para llevarlo a cabo al principio de una temporada. En ese momento, todo el mundo cree que es 'su' temporada, los hinchas están felices y el sol brilla", afirmaba Clarke.
Y es que para el mandamás de la FA, el problema no es tanto que los hinchas acepten un 'censo oficial' de jugadores homosexuales en su propio equipo, sino que puedan emprenderla contra aquellos que militen en clubes rivales. "Había una encuesta que concluía que la gente apoyaría a los gays en su propio equipo, pero estoy preocupado por lo que dirán acerca de los gays del equipo contrario", se preguntaba Clarke. Es más, llegó a preguntárselo a una quincena de personas homosexuales relacionadas con el deporte, "incluyendo a futbolistas".
Un problema viejo
El problema es que, hasta la fecha, nadie -especialmente organismos, clubes o federaciones deportivas- ha sabido proponer soluciones a la homofobia en el deporte, una lacra que persigue a atletas, futbolistas, tenistas... desde que el deporte se comercializó desde una perspectiva de consumo potencialmente masculina. Para entendernos, aún pervive ese atávico "no seas nenaza" en la mayoría de las competiciones del planeta; incluso después de que la mujer haya irrumpido en muchas disciplinas vetadas para ellas, sigue existiendo esa concepción de que el deporte es para 'machos'.
"Es muy difícil decir cuántos futbolistas de élite son gays, porque muchos de ellos son felices con su orientación sexual y simplemente no quieren que se haga público", razonaba Clarke en la entrevista. Y con razón: a pesar de que los últimos estudios señalan que la tasa de homosexualidad (declarada) supera el 5% poblacional y podría llegar al 10% en algunas sociedades, apenas se registran en la élite. El exjugador del Bayern Thomas Hitzlsperger, por ejemplo, sólo dio el paso tras haberse retirado del fútbol. Lo hizo en 2014, cuando de la final de la Eurocopa que Alemania perdió ante España apenas se le situaba en la memoria.
Deportistas gays que salieron del armario
Es casi una excepción que un jugador decida dar el paso y salir del armario. En el caso de Hitzlsperger, resulta chocante que haya sido el único que ha decidido hacerlo: de los aproximadamente 450 futbolistas que disputan cada año la Bundesliga, la estadística nos dice que entre 22 y 45 son homosexuales o bisexuales y, sin embargo, sólo se registró su caso en 2014. Aunque es cierto que no es el único.
El genial nadador Ian Thorpe aprovechó su retiro para contarle al mundo "que soy gay y espero que esto haga las cosas más fáciles a los otros". Y, poco antes de que el australiano brillase en los Juegos de Sídney, Amélie Mauresmo decidió confesar públicamente su homosexualidad después de que Martina Hingis la hubiese insultado en público. "Es medio hombre", llegó a decir la tenista suiza quien, sin embargo, se llama Martina porque sus padres adoraban a Martina Navratilova, uno de los mayores iconos gays de los 80.
Otros que pasaron a la historia por dar el paso fueron John Amaechi -primer jugador de la NBA en declararse homosexual-, el galés Gareth Thomas -quien, a pesar de su físico portentoso, se convirtió en el primer jugador de rugby gay de la historia- o el boxeador Orlando Cruz -que llegó a saltar al ring ataviado con un calzón con la bandera LGTB-. Es por todos estos héroes a título individual que para Clarke -y, por extensión, para la FA- resulta imprescindible establecer un plan de acción para que la homosexualidad no sea un problema en un deporte tan inglés como el fútbol. Y, para cuando se consiga, tocará hablar de racismo. Él ya lo tiene claro: "Puedo imaginarme a un seleccionador de Inglaterra negro".