Hay que tener mucho fútbol en la cabeza para recordar un partido de cierta importancia tan malo como el que protagonizaron Portugal y Chile en la primera semifinal de la Copa Confederaciones. No hay dudas, este torneo pasará sin ninguna gloria a la retina de los aficionados. Es muy difícil sacar conclusiones.
Ganó Chile porque fue mejor en la tanda de penaltis. Un duelo tan penoso solo podía acabar así. Las dos selecciones que venían con más ganas de llevarse el título se olvidaron de jugar el fútbol y se dedicaron a correr, pasarse el balón y aburrir a los valientes que aguantaron este partido entre la campeona de América y la de Europa. El fútbol de ambos continentes no es que quedara en buen lugar.
Al final, entender la historia reciente de Chile solo se podrá hacer viendo los penaltis. Ganó sus dos Copa América, ambas ante Argentina, desde los 11 metros y así se clasificó para su primera final de Copa Confederaciones. Eso sí, hay formas y formas de ganar una tanda de penalti y Chile lo consiguió de la forma más brillante: metió todos sus penaltis y paró todos los que tiró Portugal. Un 3-0 en la tanda. Ni se tiraron los últimos dos en cada bando.
Poco se puede contar de lo que pasó en los 120 minutos que duró un encuentro que tuvo su mejor momento justo al final, cuando Chile remató dos veces consecutiva al palo, primero con un disparo lejano de Arturo Vidal y después con el remate al larguero en el rechace de Martín Rodríguez. Eso fue, realmente, lo único relevante que ocurrió. Fue en el 118'.
La igualdad en el campo era, traducido al fútbol, un duelo por ver quien conseguía la final haciendo menos. Quizá Chile hizo más méritos por pasar. Tuvo el arreón final, dominó más el juego a lo largo del partido, pero tampoco es que fuera la Chile que deslumbró los últimos años en América con un fútbol aguerrido. Se basó en lo que fue en los últimos años: un equipo sólido y rocoso que, como mínimo, no pierde.
Y en eliminatorias, no pasar del empate te asegura ir a penaltis. Allí paró tres Claudio Bravo, a Quaresma, a Moutinho y a Nani, convirtiéndose el exportero del Barcelona en el héroe de la verdadera (por ser la primera y original) 'Roja'. En un año malo, Bravo mitiga sus desastres con el Manchester City de Guardiola y eleva su figura en su país, donde allí si es verdaderamente reconocido.
Más que en el fútbol, el mérito está en una Chile que ha logrado, en un ciclo que dura ya tres años, parar a la Argentina de Messi y a la Portugal de Cristiano. Bien es verdad que ambas selecciones no son el Barcelona y el Madrid, pero lograr que los dos mejores jugadores del mundo no aparecieran en ninguno de los duelos ante Chile es un éxito de la selección sudamericana. Además, el ciclo va más allá de entrenadores, porque lo empezó Sampaoli y lo continúa Pizzi, amenazando con seguir asustando en el Mundial, competición que se les resiste, en las últimas ediciones por pequeñísimos detalles.
La eliminación de Portugal podría dar a pensar que ya Cristiano podrá, de una vez por todas, viajar a Madrid y hablar sobre su futuro. No será así, habrá que esperar. La Copa Confederaciones también tiene ese invento de partido por el tercer puesto que, en este caso, no pinta para nada, ya que no da nada extra. Será el domingo (14:00 horas), por lo que los madridistas, salvo sorpresa, tendrán que esperar más días a escuchar las opiniones de su estrella.
Ganó Chile a su estilo, los penaltis, y Portugal cayó eliminada en un canto al antifútbol. No fue malo porque los equipos jugaran mal, sino porque directamente ni jugaron.