Hubo un tiempo en el que Arda Turan era uno de los grandes jugadores de la liga española. Se podría afirmar que incluso del mundo, ya que tuvo momentos en el Atlético de Madrid en los que fue un auténtico artista del balón. El equipo del Cholo Simeone le venía como anillo al dedo. Compañeros aguerridos, trabajadores y privilegiados en lo físico que le entregaban el balón para que él creara e inventara.
Fueron los mejores años de un jugador que salió de Turquía para comerse el mundo. Pocos jugadores turcos habían alcanzado esas cotas de éxito y popularidad en los últimos años. Arda era único, un referente, un jugador querido. Pero no solo en su país, también en España, en la capital, ya que la afición colchonera al jugador más imaginativo de su plantilla.
Para los aficionados que abarrotaban el antiguo Vicente Calderón era un deleite y un gusto ver a un jugador tan diferente al resto. Verdaderamente, no estaban acostumbrados a ver a un jugador tan especial. Junto a Griezmann, fue el jugador más decisivo y sutil que habían visto, seguramente, desde la salida del Kun Agüero. Por allí habían pasado grandes porteros, jugadores poderosos, goleadores, líderes, pero bailarines como Arda, muy pocos.
Sin embargo, la popularidad de Arda tras su éxito en el Atlético de Madrid fue en aumento y se convirtió en todo un problema para él y para los equipos en los que estaba. Su gran rendimiento en la ribera del Manzanares provocó que un gran club como el Barça se fijara en él y decidiese acometer un fichaje millonario para llevárselo al Camp Nou.
La intención del conjunto azulgrana era cogerlo del Calderón y soltarlo en el feudo culé para que siguiese haciendo las mismas maravillas que volvían loca a la afición atlética cada fin de semana. Sin embargo, algo se torció por el camino porque el Arda que llegó a Barcelona no era ni mucho menos el mismo que había salido de Madrid. No era ni parecido. Para Arda, fue el principio del fin.
Tras unos años nefastos en Can Barça, Arda, que ha seguido pertenciendo al club catalán hasta este mismo verano, ha pasado por varias cesiones hasta caer esta temporada en el que ha sido el gran club de su vida, donde ha vivido sus mejores años y donde se dio a descubrir como uno de los jugadores imaginativos de Europa en la zona de peligro.
Vuelta a Turquía
Arda ha vuelto al Galatasaray tras superar infinidad de problemas personales que daban buena muestra de los tumbos que ha dado la vida del jugador en los últimos años, cuando ha sido noticia por sus asuntos extrafutbolísticos que por lo que era capaz de hacer en el campo.
Ahora parece haber recuperado la ilusión y parecer estar disfrutando del fútbol de nuevo. Del fútbol y de los goles, ya que este fin de semana ha vuelto a marcar tras casi 1.000 días hacerlo, concretamente, tras 933 días, es decir, 2 años, 7 meses y 17 días después. Ardan no saboraba las mieles del gol desde el mes de abril de 2018. Casi Nada.
Y como no podía ser de otra forma, lo ha celebrado de la manera más inocente posible, rompiendo a llorar como un niño, y todo por hacer algo que debería ser habitual y normal en un jugador que se emplea en su demarcación y con la tremenda calidad que tiene el turco. Quizás sea este el primer paso de la resurreción de Arda, la que ha buscado junto a su querido técnico Fatih Terim.
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