Se fue este verano del Real Madrid porque jugaba muy poco; jamás había recuperado la forma anterior a su grave lesión de rodilla en marzo de 2014. Ancelotti le utilizó poco la temporada siguiente y Benítez confió mucho en él al principio: su mejor partido en dos años fue precisamente el que jugó en el campo del PSG en septiembre pasado. El idilio, sin embargo, duró poco, y la llegada de Zidane fue interpretada como una señal de buena ventura por el cariño que le profesaba el francés y su sintonía personal. El jugador participó en muchos partidos, casi siempre como suplente, pero volvió a desaprovechar una oportunidad que sí usufructuó Lucas Vázquez en el equipo de la milagrosa ‘Undécima’.
Jesé Rodríguez (Las Palmas, 1993) se mudó a París este verano porque no tenía minutos, pero juega incluso menos que en Concha Espina: 127 minutos de Ligue 1 en nueve jornadas y cero goles. Podría tratarse sencillamente de una adaptación dura a un club donde no tiene muchos apoyos –aunque juega con su excompañero como merengue Di María– y una ciudad con una luz y una temperatura muy diferentes a Canarias. Existen las excusas adicionales de una gastroenteritis y un golpe en la rodilla. La sospecha, sin embargo, persigue a Jesé. En tres meses ha generado dudas unánimes: entrenador, prensa y afición.
Este miércoles, Jesé volvio a jugar un partido después de un mes (cuatro minutos ante el Basilea en Champions). Tuvo una ocasión clara, pero falló un mano a mano clarísimo contra el meta Vaclík que prolongó la pesadilla. Los 25 millones de su fichaje empiezan a hacer algo de ruido en los medios franceses, que se centran en dos aspectos extradeportivos para reforzar sus reproches: sus lujos y su incapacidad para decir una palabra en lengua gala.
Integración
Jesé (y su novia, Aura Ruiz) viven en un lujoso hotel parisino llamado 'Le Royal Monceau', en el que la habitación más barata supera los 500 euros. Más que el dispendio (completamente asequible en su caso), a su club le preocupa, según los periódicos parisinos, la falta de estabilidad: como muchos de sus compañeros y el propio Emery hablan español (Di María, Cavani, Pastore o los brasileños), Jesé no aprende francés. Según el diario Le Parisien, su integración en el vestuario es escasa.
“Todavía le falta para coger el ritmo”, explicó Emery el mes pasado para justificar la suplencia del exmadridista. “Yo le digo que la adaptación es muy importante. Venir al PSG es un reto para él. Su reacción del otro día es una pequeña frustración porque las cosas no salieron como quería”, dijo en referencia a un mal gesto tras ser cambiado en un encuentro.
Jean-Michel Larqué, exjugador del PSG y ahora comentarista de radio en RMC, participó en un debate sobre si el jugador español “podría convertirse en uno de los mayores fracasos del club de seguir así” y afirmó que “en el caso de Jesé me gustaría hacer la distinción de que uno no es necesariamente una estrella por incorporarse al PSG […] No por venir de la delantera del Madrid tiene que ser como Ronaldo, Benzema o Bale”.
Un articulista del diario L'Èquipe,por su parte, se preguntaba “por qué se han gastado 25 millones de euros este verano en fichar a un jugador que llevaba cinco años siendo suplente”. La lamentable situación de otro gran fichaje veraniego del club, Ben Arfa (caído en desgracia prematuramente por problemas de actitud), está dejando de proteger al español. Ninguno es importante en el equipo y la afición está descontenta, no acostumbrada a que el equipo no sea líder en la competición doméstica (es segundo clasificado, a cuatro puntos del Niza).
Tatuajes y boxeo
“No hay ningún problema con Jesé”, ha afirmado Patrick Kluivert, director de fútbol del PSG desde julio y responsable del fichaje: “Quien decide es el entrenador”. El técnico Luis Fernández, también ex del PSG, ha comentado por su parte que la situación le recuerda “a Morata antes de irse a la Juventus”: una defensa a medias, partidaria de que el club muestre paciencia y de que Jesé modere su ostentación.
Con pocas comparecencias públicas en meses difíciles, Jesé se comunica por Twitter con sus fans. En septiembre enseñó los nuevos tatuajes de su espalda y esta semana publicó un vídeo en el que realiza un ejercicio de fuerza y resistencia con un saco de boxeo. “Boxing y punto”, escribe junto al clip.
Entre el lujo y la pesadilla de saberse observado, el futbolista se concentra en el gimnasio y huye de las declaraciones mientras el mundo del fútbol sigue esperando la calidad mostrada antes de aquel partido de Champions en el que pareció írsele la chispa para siempre. Si no la aprovecha, probablemente sea su última oportunidad de jugar en un club 'grande'.
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