Todo análisis debe partir de que España jugó contra un rival, que, ya saben, no es élite mundial. De hecho, pocas conclusiones, más allá de las evidentes, se pueden sacar de un partido de estas características. Pero es imposible no ser un poco optimista tras estas dos victorias seguidas de la ‘Roja’ en este parón. La primera, en el amistoso contra Bélgica (0-2) y la segunda ante Liechtenstein (8-0), goleando (Diego Costa (2), Vitolo, Silva (2), Morata (2) y Sergi Roberto) y dejando muy buenas sensaciones. Y con dos delanteros de garantías enchufados otra vez. Por tanto, ¿por qué no creer en esta selección? [Resultado y estadísticas: 8-0].
Tiene España otro entrenador y nuevos jugadores, pero sigue siendo la misma. No ha cambiado el estilo ni la forma de hacer las cosas en este primer partido de la fase de clasificación para el Mundial de 2018. Y así le va bien. Está por ver qué le deparará el futuro. Pero, sin Iniesta ni Xavi, los dos hombres que han marcado la pauta durante la época dorada, el engranaje funcionó igual en el centro del campo. Y, además, encontró pólvora arriba. Primero, con Diego Costa, titular, que inauguró el marcador con un gol de cabeza a pase de Koke -aquella combinación forjada en el Atlético- y después redondeó su partido con otro tanto en la segunda parte. Dos tantos para acabar con la sequía de dos años que le precedía antes del encuentro.
Pero Morata, que se tuvo que marchar lesionado contra Bélgica, no quiso ser menos y anotó otros dos en dos minutos (82 y 83). Casi sin avisar, el primero con un disparo pegado al palo y el segundo gracias a un fallo del portero, superado por las circunstancias y los goles. Lo hizo fácil el delantero del Real Madrid contra un rival a merced, pero con su actuación mandó un mensaje inmejorable a su entrenador, el de que quiere competir por el puesto de ‘9’ en esta ‘Roja’. Y además está en condiciones. Quizás no físicas, pero sí de gracia.
Con sus dos delanteros enchufados, otros se quisieron sumar a la fiesta. Sergi Roberto hizo su primer gol con la selección, Vitolo no quiso ser menos y Silva hizo otros dos -ya venía de anotar un doblete ante Bélgica-. Pero todo esto, lógico en buena parte por la entidad del rival, no lo es tanto. España, precisamente porque se enfrentaba a un equipo inferior, podría haberse dejado llevar y complicarse la vida. Pero esta vez no lo hizo. Sacó el mazo y golpeó a Liechtenstein sin piedad, como si se tratase del comienzo de un gran torneo. Y eso se debe en buena parte a la ilusión que se ha generado desde el banquillo con el cambio de entrenador.
El aficionado medio recogió con escepticismo el fichaje de Lopetegui. Eso sí, tras estos dos partidos, ya ha convencido a casi todos los que no creían en él. La razón: no sólo los resultados, sino su capacidad para modificarlo todo. Es decir, para apartar a Casillas y dar entrada a los nuevos, para cambiar el esquema y motivar a los convocados. En definitiva, para hacer un equipo que, hoy por hoy, deja buenas sensaciones y, sobre todo, acude con ganas a este tipo de partidos sin historia. Y eso, a estas alturas, es suficiente.
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