"Alguien querrá cambiar de sede el Estados Unidos-México pero, hasta que perdamos, no seré yo el que quiera moverlo". Con esta frase de Sunil Gulati, presidente de la federación estadounidense, se recoge el sentir del fútbol 'yankee'. Columbus se ha convertido en el feudo predilecto en cada fase de clasificación al Mundial cuando toca recibir a México. Pero lejos de hacerlo en el 'Ohio Stadium' de más de 100.000 localidades, la federación aboga por el pequeño Mapfre Stadium, con menos de 25.000 asientos. De momento, los partidos allí contra México parecen sencillos, con el mismo marcador de 2-0 para Estados Unidos en las cuatro visitas aztecas a Ohio. ¿Se romperá la racha o seguirá el maleficio?
Más vale solo que mal acompañado
Algo similar piensan en Estados Unidos. Para un choque contra México fácilmente podrían conseguir más de 70.000 espectadores pero, ¿sería positivo para Estados Unidos dar cabida a la hinchada rival? Cuando las barras y estrellas acogen partidos contra México en los estadios más grandes del país, la población mexicana inmigrante acaba igualando las gradas y la condición de local se convierte en efímera. Jürgen Klinsmann, seleccionador estadounidense, lo sabe: "El lugar es extremadamente importante para nosotros. Es un estadio pequeño pero nos aseguramos que el 90-95% de la grada nos apoye y en otros lugares no es el caso; en ocasiones hemos acabado con más afición mexicana que nuestra, es algo que entiendo perfectamente pero por eso Columbus es vital para nosotros, crea un aura especial".
Es difícil descifrar qué tiene Columbus, pero en ese escenario a Estados Unidos le nace un coraje (necesario para este tipo de rivalidades) que en realidad no tiene: son capaces de superar la presión que en otras grandes citas les mata y tienen la suerte para que cada balón rebotado sea suyo y cada esférico que da en el poste quede listo para empujar sobre la línea. Y si van 1-0 y están defendiendo, aparecerá la ocasión para el segundo, aunque sea en el último instante. Aura, mística, convicción o suerte, pero eso sólo les pasa en Columbus.
El 'Dos a cero' nació del frío
Jim Smith, manager general del Columbus Crew de la MLS, vio la oportunidad de hacer negocio llenando su estadio, por aquel entonces Crew Stadium (ahora rebautizado como Mapfre Stadium): si se repartían las entradas a los abonados del club, a las asociaciones de fútbol formativo de la zona y a la federación para los grupos de aficionados fieles de la selección, las cuentas salían al instante. Desde la dirección de Columbus era un gran negocio y para convencer a los dirigentes de la federación jugaron con dos variables. La primera, la que ya hemos visto de los aficionados; la segunda, el frío a finales de febrero. Como recoge Sam Borden en el New York Times, "el hecho de que los mexicanos se quedaran dentro del vestuario en lugar de salir a calentar en aquel frígido clima favoreció la atmósfera". Era 28 de febrero de 2001 y esa misma noche un gol en el 47 y otro en el 87 daban rienda suelta a un grito de guerra, aquel día la semilla del 'Dos a Cero' –cantado en español- brotaba como burla a sus rivales mexicanos.
Un año después, en octavos del Mundial de Corea y Japón se encontraron de nuevo y el marcador se repitió, la broma era sencilla. Columbus volvió a aparecer en la clasificación para el Mundial de 2006 con otro 'Dos a Cero'. Lo mismo ocurrió en 2009 cuando el 2-0 llegó en los últimos segundos. Y, claro, para cuando se enfrentaron en 2013 ya sabíamos el marcador. Incluso en amistosos lejos de Ohio, como en 2007 y 2015, se repetía el marcador. ¿Y ahora, en 2016? Estados Unidos está en una etapa de transición y México reverdeciendo y recuperando a talentos como Vela o Gio dos Santos. Para quien no conozca el historial en este estadio lo raro sería que ganaran los locales, pero esto depende de más cosas. Los 'Dos a Cero' se convirtieron en el grito de los American Outlaws, el grupo de aficionados que sigue a la selección a todos los partidos. De hecho, la federación intentó registrar comercialmente ese cántico pero los aficionados lo impidieron recordando que fue invención de la grada.
El balance de una rivalidad
Klinsmann, siempre en duda, ha mejorado los registros contra México. Más allá de Columbus, el balance no es tan positivo, de hecho la única derrota ante sus vecinos en los últimos cinco años fue decisiva, ya que daba acceso a la Copa Confederaciones. Aún así, la rivalidad ha mejorado en nivel e intensidad, e incluso Estados Unidos ha conseguido que los últimos años les sean favorables en los choques directos cuando históricamente México ha dominado.
Todo se acaba reduciendo a la conexión con la afición y la confianza en uno mismo. Estados Unidos se había resignado a estadios gigantes donde la afición mexicana creaba su atmósfera. Ahora tienen su hogar. El propio Klinsmann lo resume a la perfección: "Uno se siente bien en Columbus. Incluso contra México hay una sensación real de que es nuestra casa".