Tuvo que esperar Croacia al último suspiro, a una nueva prórroga, a un final entre nervios. Realmente, ya estaba acostumbrada -lo había hecho en octavos y cuartos-. Pero, esta vez, de repente, se encontró el gol. Mandzukic, que minutos antes casi se deja la pierna en un mano a mano con Pickford, apareció en la segunda mitad del tiempo extra para mandar el balón dentro de la portería y clasificar a los croatas para la final del Mundial tras ejecutar a Inglaterra. Será la primera vez que lo hagan en su historia. [narración y estadísticas: 2-1].
Y eso que Inglaterra lo había hecho bien desde el principio. En los últimos años, había construido la mejor liga del mundo, pero tenía una cuenta pendiente: armar una selección competitiva. Y, esta vez, en este campeonato, lo hizo. Con el cambio de técnico y la llegada de Gary Southgate, los ‘Three lions’, por fin, encontraron la identidad y el juego. Contra Croacia, de nuevo, mostrándose sólidos en defensa, ordenados en el centro del campo y, sobre todo, efectivos. Una vez más, a balón parado. Hasta la semifinal, 8 de los 11 goles los había anotado así. Y, el noveno llegó de la misma forma: Trippier colocó la pelota, la miró y la puso en la escuadra. Y, a partir de ahí, a crecer, pero sin excesos.
Controló Inglaterra el juego y también las sensaciones. De hecho, Maguire, en un córner, de cabeza, pudo hacer el segundo. Pero la mandó fuera. Y, mientras, al otro lado, Croacia lo intentó, pero sin suerte. Disparó Perisic hasta en dos ocasiones, Rebic apareció en una internada y mandó un balón al lateral de la red, y Manduzkic, como siempre, molestó. Pero no fue suficiente. Los de Southgate se fueron por delante al descanso. Eso sí, sin fiarse de Modric y cía, que se plantaron en semifinales en sendas tandas de penaltis de octavos y cuartos.
Inglaterra intentó conservar la distancia en el marcador, pero se olvidó de atacar, y Croacia cambió el guión. O, más concretamente, lo hizo Perisic. El extremo recibió un buen balón desde la banda izquierda y la mandó dentro de la portería. Y, cinco minutos después, mandó una al palo. El equipo de Dalic, definitivamente, había resucitado. Sin cambios –no los hizo durante los primeros 90 minutos–, pero con aguante. ¡Y qué aguante! Porque al otro lado, ni Kane, ni Dele Alli… nadie consiguió atentar con cambiar el destino del partido y el resultado final.
Pero en la prórroga aparecieron los valientes… y los porteros. Con la cabeza para pocos pensamientos, el corazón tiró de los músculos para afrontar el tiempo extra. Y, aunque parezca contradictorio, ambos crearon más ocasiones -y dos muy claras-. Primero, Inglaterra, con un remate de cabeza de Stones que Vrsaljko sacó bajo palos; y después, Croacia, que estuvo a punto de anotar el segundo al borde del descanso: Perisic la puso desde la banda y Mandzukic se jugó la pierna, pero el balón se marchó fuera.
Finalizó el primer tiempo de la prórroga, pero no cesaron las ocasiones. Nada más comenzar la segunda mitad, Brozovic mandó el balón al quinto anfiteatro –si lo hubiera– y Mandzukic, un minuto después, en una internada dentro del área, fusiló a Pickford y anotó el segundo. Y fin de la historia. Croacia se las verá con Francia en la final del Mundial. Hace historia.
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