El verano, a menudo, y salvo que a usted le toque trabajar, es para no hacer nada. Para tumbarse en la playa, para echarse la siesta viendo el Tour -¡qué maravilla!- o, como mucho, para hacer alguna visita exótica y descubrir algo nuevo. Pero también es un periodo para ilusionarse. En todos los ámbitos: en el laboral, en el amoroso y, por qué no, también en el deportivo. Al fin y al cabo, cualquier aficionado gusta de ver cómo su equipo confecciona una nueva plantilla. Y eso gusta. ¿Por qué? EL ESPAÑOL habla con dos psicólogos que explican los motivos que llevan a cualquier persona a disfrutar con el periodo estival: Carlos Rey (UPAD psicología y coaching) y Luis Antón (IPSIA Psicología).
La primera pregunta es evidente: ¿Por qué nos ‘ponen’ los fichajes? Y la respuesta de Carlos es bien sencilla: “Por una parte, sirve para devolver o mantener las esperanzas y las ilusiones en tu equipo, y por otro lado, ayuda a generar expectativas debido a ese efecto de novedad que existe”. Pero, más allá de lo meramente emocional, puntualiza Luis Antón: “Los fichajes también son algo de lo que hablar con los amigos y que entretiene más o menos según lo estrambótico que sea el nuevo jugador”. Es decir, el mercado estival, además, cumple una función social.
Una vez explicado lo básico, el mercado de fichajes también retrotrae a cualquier aficionado a su niñez. El fútbol, al fin y al cabo, como lo definió Javier Marías, no deja de ser “la recuperación semanal de la infancia”. Y en ese sentido, hablar de fichajes es volver a acordarse de los cromos, de aquellos ‘nuevos’ Maradonas y Ronaldos que prometían goles y espectáculo. “Algunas conductas son parecidas porque no cambiamos nunca de equipo -salvo contadas excepciones- y además nos sentimos representados por ese club que elegimos cuando somos niños”, reconoce Luis Antón.
Y desde esa niñez, el aficionado se hace adulto fantaseando con un posible fichaje, con su jugador favorito o con aquel brasileño que lo vuelve 'loco'. “Quiere lo que no tiene”, como cualquier ser humano, explica Luis, y ‘sueña’, de alguna manera, con ver a ese ‘crack’ con la camiseta de su equipo. Y los clubes y sus presidentes, infantilizados también por el mercado, hacen lo propio para satisfacer sus deseos y los de sus aficionados: “Para crear algo primero hay que creerlo, por lo que en este caso la imaginación, al igual que en otros contextos, funciona como un motor que facilita poner en marcha la maquinaria operativa que posibilita el fichaje en función de los sentimientos que despierta, de las necesidades deportivas y las posibilidades económicas”, razona Carlos.
Pero, a pesar de todo ese componente emocional que pinta tan gratificante, no siempre los fichajes son el mejor antídoto para calmar a cualquier aficionado ante la pesadumbre de los malos resultados. A veces, la mejor solución para alimentar la ilusión es evitar que sus jugadores fichen por otros clubes. Ejemplos, en los últimos años, hay de sobra. ¿Se imaginan que Griezmann, Messi o Ronaldo se marchan de sus equipos? En ese caso, casi ningún nuevo jugador podría generar más ilusión que ellos. Y, por otra parte, la permanencia de éstos refuerza el sentido de pertenencia, tal y como coinciden en sus explicaciones Carlos y Luis.
AUTOENGAÑO Y FRUSTRACIÓN
Pero no todo es perfecto. El historial de fichajes demuestra que no siempre es rentable deportivamente el gastarse mucho dinero o cambiar entera la plantilla. De hecho, muchas veces todo es un espejismo. El aficionado, constantemente, se autoengaña. “Prefieren al jugador que ya conocen (aunque venga de una mala temporada) a otro del que no saben nada. ¿La razón? Que creen que volverá a jugar bien en su equipo”, destaca Luis. Así ha sucedido este verano, por ejemplo, con Pato, que ha llegado al Villarreal después de dar muchas vueltas, de ser promesa y realidad en el Milan, de volver a Brasil, regresar al Chelsea e intentar ahora retomar el rumbo. ¿Triunfará? Está por ver. En cualquier caso, la mayoría de los aficionados creerán que puede volver a ser el que despuntó en Italia. ¿Quién les puede quitar esa ilusión?
De una u otra forma, si tocaba comenzar con aquella pregunta de por qué nos ‘ponen’ los fichajes, corresponde finalizar con otra no menos importante: ¿Y qué ocurre cuando las expectativas generadas no se cumplen? “Normalmente hay frustración. En mi opinión, creo que lo más importante es vivir el deporte como a cada uno más le llene, apostando por ilusionarse o por desconfiar de los proyectos deportivos”, concluye Carlos Rey. Y Luis Antón, para terminar, apoya su tesis: “Siempre pasa que un jugador muy bueno no responde. Unas veces por causas futbolísticas y otras porque lo venden como algo que no es. Dicho esto, la función de algunos fichajes, a veces, no es meramente futbolística”. Suerte, en cualquier caso.
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