El aficionado, a menudo, espera cosas nuevas al principio de temporada: un gol de algún fichaje -y lo hubo-, algún cambio inesperado… Pero, en lo esencial, en el Atlético no cambian las cosas. La solidez en este principio de temporada sigue siendo la misma, la idea de juego exactamente igual y los nuevos… Bueno, los nuevos, como Gameiro, que anotó un tanto de penalti, ya han demostrado que se pueden adaptar a la perfección. De eso no hay duda. Y no la hay pese a que el Atlético comenzó la temporada con un empate (1-1). Un resultado extraño por la coyuntura en que se produjo, con los dos tantos -el del francés- y el de Manu García para el Alavés -un disparo desde lejos impoluto- marcados en los últimos minutos.



Ocurre, sin embargo, que no es fácil iniciar cualquier cosa en esta vida: ni una relación amorosa ni un nuevo trabajo ni nada. Los comienzos, en definitiva, no son sencillos en ningún ámbito. Y tampoco lo son, obviamente, en lo futbolístico. Cierto es que Madrid y Barcelona se dieron un homenaje en la primera jornada, pero al Atlético le costó algo más. Sin modificar demasiado -y con Gameiro como única novedad-, el equipo del Cholo Simeone tuvo que volver a picar piedra en cada minuto de partido. Con la pelota en los pies y el Alavés esperando atrás -y sin ninguna intención de salir de su cueva-, el conjunto rojiblando siguió creando ocasiones -la mayoría de Carrasco, titular- y con el delantero francés intentando sacar petróleo de una situación a la que no está acostumbrado.



Esa inactividad del Alavés. O, mejor dicho, su nulo interés por atacar la portería contraria, llevó a Simeone a cambiar piezas. Tiago, que volvía tras la dura lesión sufrida el curso pasado, dejó su hueco a Torres tras el descanso y, 10 minutos después, Gabi hizo lo propio dejando que Gaitán, flamante nuevo fichaje de este verano, hiciera lo propio. Sin embargo, las tornas no cambiaron en exceso. El Atlético siguió picando piedra. Una y otra vez, sin parar. Pero tardó en encontrar ocasiones claras de gol. La más clara, un centro de Torres que remató Godín en el área pequeña.



Pero, si algo ha demostrado este Atlético es que difícilmente da su brazo a torcer. Como tampoco lo hace Torres, que tuvo una ocasión de oro -un disparo que golpeó en el palo- para inaugurar el marcador. Hizo méritos el conjunto colchonero. Entró por la izquierda, por la derecha y por el centro. Por todos lados, pero se chocó una y otra vez con la defensa del Alavés. Y lo hizo porque su rival, recién ascendido, hizo méritos suficientes. De hecho, su partido sólo estuvo en peligro por un penalti cometido por Laguardia que le permitió a Gameiro estrenarse como goleador colchonero. Un tanto que encontró respuesta tan solo un minuto después, cuando Manu García, con un disparo secó desde lejos hizo el empate. Pero, lo dicho, el aficionado no tiene razones para preocuparse. Esto, en definitiva, acaba de empezar. Y con eso queda todo dicho. 

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