El Real Madrid volvió a empatar este domingo en Liga, pero esta vez ni siquiera mereció ganar. Con menos hambre y empuje que en las segundas partes contra Villarreal y Las Palmas, con un rendimiento bastante más pobre que en Dortmund, los blancos ya no solo se dejan puntos frente a equipos vestidos de amarillo: un Eibar con camisetas azulgranas desactivó eficazmente los mecanismos de Zidane y mantuvo la ambición de conquistar su primera victoria en Madrid hasta el final del encuentro. [Narración y estadísticas: Real Madrid 1-1 Eibar]
El técnico francés reemplazó al anunciado James por Kovacic media hora antes del pitido inicial por unas molestias musculares, y la alineación resultante parecía más equilibrada. El Eibar entró al campo con la misma prudencia: paciencia, pases atrás, pocos riesgos y armado atrás. Fue Bale quien produjo las primeras alteraciones en el público con dos carreras por la derecha, pero enseguida el Eibar (min. 5) colgó un balón desde la banda que terminó en un cabezazo astuto de Fran Rico a la red (llegó tarde Carvajal) que despertó al público de su siesta al sol.
El equipo blanco, sin embargo, tardó en activarse, dependiente de Kroos para cualquier movilización ofensiva. Kovacic protegía su espalda y la de ‘Isco’, que trataban de encontrar huecos en la defensa en zona visitante, eficazmente plantada en dos líneas de 5-4 y la única referencia del astuto Sergi Enrich en punta. Al cuarto de hora se empezaron a oír silbidos en la grada: era un partido lento e incómodo para un líder gravemente lastrado por la ausencia de Modric (cerebro) y Casemiro (pulmón) en su mediocampo.
Kovacic y Kroos
Los locales reaccionaron a la débil protesta y un minuto después Isco y Bale trenzaron la primera jugada por la derecha. Fue el preámbulo del gol; en la jugada siguiente el galés marcó el empate de cabeza tras una jugada con posterior centro de Cristiano Ronaldo por la izquierda, la primera combinación de la ‘BBC’ en el partido. El Éibar contestó al golpe de forma impecable, con una lenta y primorosa jugada de Pedro León por la banda derecha que culminó con un trallazo brillantemente desviado por Navas. Bien presionado por los guipuzcoanos, el Madrid intentaba jugar y mover el balón de lado a dado, pero no se despegaba de sus marcas. Los más activos eran Kroos, Bale y Kovacic (el mejor, eficiente en el corte y la salida rápida de balón); Benzema no la había olido aún y Cristiano merodeaba lejos de la portería, en su banda, a la sombra del graderío, todavía en fase de optimización física.
A la media hora el partido estaba completamente igualado y se disputaba con bastante limpieza, siempre a un ritmo no vertiginoso. El incombustible Danilo pudo tirarse en una internada donde le tocaron antes del pase de la muerte, pero su jugada murió en el área pequeña. Cristiano lo intentó poco después, casi sin ángulo: los blancos disparaban a la mínima ocasión, el Eibar construía sin paciencia (generalmente por la derecha) y nunca rifaba el balón. Los visitantes dominaron, con varios córners, el tramo final de la primera parte, hasta un descanso donde regían unas tablas justas y cierta ansiedad en el Bernabéu tras tres empates seguidos y 45 minutos sin superioridad (pese a un buen cabezazo de Ronaldo en las postrimerías del periodo).
Nacho y Morata saltaron a calentar en el descanso, mientras el público de las gradas de sol se lanzaba en masa a reponer líquidos. Ambos reemplazaron inmediatamente a Benzema y a Varane, y el Madrid aparentó (como tantas otras veces) acelerar el paso a partir del minuto 46. Dos pérdidas consecutivas de Isco irritaron al respetable mientras Kovacic seguía apuntalando la medular con discreción y oficio. Fue Pedro León, no obstante, quien se plantó solo delante de Navas en el 48 y pudo dar un susto a su ex equipo (firmó un muy buen partido el 21).
Falta de nervio
El partido, poco a poco, fue desorganizándose, lo que en teoría favorecía a los blancos. Pero era el Eibar quien sorprendía en velocidad a los locales y asumía el protagonismo de la tarde, desquiciando al estadio con su pulcritud. No encontraba el Madrid la velocidad del día del Villarreal y en las gradas se empazaba a hablar de Casemiro y Modric, los ilustres ausentes. Cristiano despertó al equipo con una clara ocasión en el 52. Cazó otro cabezazo un minuto después, pero el árbitro invalidó el remate posterior de Morata por fuera de juego. El Madrid se encomendaba al olfato del portugués y el derroche de Bale y Carvajal por la derecha. Y a Morata, en otra galaxia que Benzema en cuanto a ritmo.
Las ocasiones fueron cayendo en ambas porterías a medida que el Eibar creía en la posibilidad de llevarse los tres puntos y adelantaba líneas. Bale chutó al poste en el 59, Cristiano falló un control claro poco después. Enrich había rozado el gol en un espléndido remate por alto tras internada de Capa, fiel socio de Pedro León por el carril derecho. En un periodo con muchos más espacios, Isco seguía sin aparecer; calentaban Asensio, Mariano y Lucas.
El público silbaba pequeñas pérdidas de tiempo de los azulgrana y esperaba el enésimo zarpazo de Ronaldo a centros desde las bandas, foco casi exclusivo de su ataque en ausencia de Modric. Poco a poco, casi sin darse cuenta, los azulgrana fueron encerrándose en su campo, probablemente firmando el empate en su mente. Kovacic seguía mostrando jerarquía (con aplausos merecidos) y el Madrid sufría cada vez menos en defensa. El croata era el único que no abusaba del pase largo.
Tampoco Asensio
En el minuto 71 Asensio sentó a Isco. Zidane agotaba los cambios, el partido necesitaba desborde y pimienta. Mártinez Munuera sacaba muchas tarjetas y el encuentro era definitivamente poco vistoso. Mendilibar refrescó el ataque con la entrada de Kike García por un buen Enrich en el 75 y se guardó los otros dos cambios para el tramo final. No terminaba de carburar el Madrid, bastante peor que en Dortmund y Canarias (donde al menos mereció la victoria, aunque no la obtuviese). Morata se escapó del marcador una vez y cedió a Bale en posición de ‘9’, pero no llegó el gol y las gradas emitieron una débil pero continua silbatina. En defensa, de central derecho, Nacho cumplía con la admirable solvencia de siempre y abortaba crisis nerviosas a su afición.
Los últimos minutos no cambiaron de sonido ambiente: sin sorpresa, sin nervio y con más dudas de las normales, el Madrid no se sintió capaz de remontar el encuentro. Tercer empate seguido en Liga, donde ya no es líder. El equipo ha perdido crédito en dos semanas y tiene hombres clave fuera de su mejor forma. Zidane tendrá mucho trabajo en la semana de descanso por el parón de selecciones.