Crisis, recoge la RAE en su primera acepción, es un "cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación". También es una "situación mala o difícil". Ambas definiciones (las otras hacen referencia a asuntos políticos o económicos) valen para abordar el momento en el que se encuentran los dos grandes del fútbol español. Porque sí, Real Madrid y Barcelona están en crisis.
No es terminal ni definitiva, al contrario, ya que se espera que sea pasajera, pero sí, es crisis. Porque están en un momento anómalo, raro para ellos, con malos comienzos de temporada que no les hace, eso sí, alejarse de los puestos de cabeza, debido a la gran diferencia que hay en la liga española. Sólo el Atlético aguanta y lo hace con los mismos puntos que el Real Madrid (dos más que el Barcelona) porque los de Simeone también fallaron al inicio del campeonato. El Sevilla, entre los tres, con 14 puntos, Villarreal con 13 y Athletic con 12 completan una clasificación igualada, del primero al sexto hay sólo tres puntos, pero estos tres equipos acabarán desinflándose. O así lo dice la lógica.
Real Madrid: de punto en punto
Crisis es, entre otras cosas, que ocurra algo que no pasó en los últimos diez años. Y en esas está el Real Madrid, que se ha sumergido en algo no visto en la última década: cuatro partidos consecutivos empatando. No es grave pero es raro, porque no pierde pero tampoco gana, que es lo que se debe pedir a un equipo como el blanco. Desde 2006 no pasaba algo igual, cuando el entonces equipo entrenado por López Caro inició su travesía en el desierto empatando en Highbury, en el partido de vuelta de octavos de la Champions ante el Arsenal, día que cayó eliminado. Después empataría ante Valencia, Betis y Zaragoza.
La situación del Real Madrid es tan rara que ha pasado de un positivismo real a un negativismo también real. El día en el que cambia todo es justo cuando tiene la oportunidad de hacer historia y ser el equipo con más victorias consecutivas en Liga. Empata ante el Villarreal y deja el récord en 16, las mismas que consiguió Guardiola con el Barcelona. Después vuelve a dejarse dos puntos en Las Palmas, otros dos en Dortmund y este último domingo dos ante el Eibar, en el día en el que subió definitivamente la fiebre que venía atormentándoles. No superar a los vascos en el Bernabéu provoca que se tenga que hablar directamente de crisis y más cuando las razones parecen estar claras.
Alarmante dependencia de Casemiro
Por ejemplo, la excesiva y alarmante dependencia que el Real Madrid tiene de Casemiro. No de Cristiano o Benzema, sino de Casemiro. El brasileño, lesionado en la última victoria blanca ante el Espanyol (0-2, el 18 de septiembre), ha dejado al aire el problema de Zidane en el centro del campo. Se rompe el equipo y no hay un recambio, un stopper que sostenga al equipo, que equilibre el juego y que sirva de muelle entre una defensa maltrecha y un ataque cada vez más cuestionado. Sin Casemiro el Madrid ha perdido ocho puntos y, unido a la reciente lesión de Modric, el juego blanco estalló en el partido ante el Eibar. Un a priori trámite se convirtió en un examen perdido de forma casi vergonzante.
No ayudó tampoco que aquellos que viven en la suplencia no aprovechen los pocos minutos que le brindan, caso de Isco, que por primera vez fue claramente pitado por un Bernabéu que siempre le abrazó. Y tampoco que de la BBC solo funcione la B de Bale, con un Cristiano negado ante el gol (aunque más luchador y entregado) y un Benzema que, ya sea porque sale de una lesión o porque las molestias continúan, está tocando fondo en cada partido. Y cuando las cosas van mal, todo se contagia. Keylor Navas ha vuelto fatal, con fallos en dos de tres goles recibidos y Varane es una caricatura del Varane que impresionó no solo en 2013, sino hasta 2016. Hasta se echa de menos a Marcelo, que daba otro aire a un juego cada vez más estático y sin ideas.
No faltan las voces que auguran ya que el Madrid tira la Liga otro año más. Exagerado parece a estas alturas y más cuando su entrenador ha repetido que es el torneo más importante. Los puntos reflejan que están en una situación calcada a la anterior temporada, con Benítez, con cuatro victorias y tres empates, pero lo que ocultan es que este Madrid es más fiable y que tiene claramente diagnóstico. Todo es deportivo, fallos en el campo, intensidad incluida: el Eibar le marcó en los primeros cinco minutos y Las Palmas y Dortmund en el tramo final. Los jugadores se desentienden de los encuentros al inicio y al final y pretenden resolverlo o entre medias o a última hora. Ante el Sporting de Portugal les salió bien, pero los astros sólo se alinean pocas veces.
Barcelona: cuatro problemas en uno
Si se hace un análisis rápido, se diría que el Madrid, a pesar de estar por encima, está en estos momentos peor, ya que no es lo mismo perder en Vigo, ante un buen Celta, que en el Bernabéu ante el débil Eibar. Es así. Los pinchazos del Barcelona han venido hasta ahora en despistes, en partidos trampas o duros. A diferencia del Madrid, no se puede decir que en el caso del Barça sea por la dependencia de un jugador o por un bache en el juego. Sus pinchazos han venido entre victorias, no de forma consecutiva. Sin Messi, el Barça ganó al Mönchengladbach, goleó en Gijón pero también cayó en Vigo. Y antes, se estrelló ante el Alavés en medio de una meritoria victoria en San Mamés y una goleada al Celtic. El problema del Barça está pues en el sinsentido de las rotaciones de Luis Enrique, al que le falta plan B o en la poca fiabilidad de los suplentes (la mayoría fichados este verano).
La derrota ante el Celta bien podría resumir lo que ha sido el inicio de temporada culé. Tras salir victoriosos del duro duelo en Alemania de Champions, el Barça llegó casi confiado al estadio que más pesadillas le trae y se llevó un repaso descomunal. Ayudó Ter Stegen, sí, pero el juego del Barça hizo añicos por una pésima concentración. He ahí el problema. De vez en cuando los azulgranas desconectan de los partidos, o más bien, les desconectan. Lo hizo Pellegrino, también Simeone y el último fue Berizzo. Los tres argentinos casualmente. Además, a Luis Enrique se le ocurrió dejar fuera a Iniesta y cuando le sacó ya era demasiado tarde. ¿Tiene sentido dar descanso al que está siendo tu mejor jugador cuando ahora viene un parón?
La falta de rumbo, la mala planificación de las rotaciones, una segunda línea de jugadores sin soluciones y, también hay que decirlo, el bajón de Suárez y Neymar sin Messi (prácticamente intrascendentes en los últimos cuatro partidos) ha llevado a que el Barcelona firme el peor arranque liguero de la última década. Es la peor Liga, hasta el momento, desde que iniciaron en 2006 la época más dorada de toda su historia, con cuatro Champions y cinco Ligas. Desde aquella temporada no habían perdido ocho puntos en las siete primeras jornadas y desde que Guardiola apareció en escena en 2008 nunca un arranque liguero había dejando tantas dudas o sensación de debilidad en Barcelona.
Crisis es, sencillamente, aquello que altera la normalidad. Y que Madrid y Barcelona se encuentren a estas alturas con muchos pinchazos, con dudas en sus proyectos y con unos fallos que se repiten en el tiempo conlleva eso, una crisis. Será duradera o temporal, pero ambos se encuentran peor de lo que se espera e incluso peor de lo que se podría decir hace tres semanas. Los motivos por los que llegaron son diferentes, pero al fin y al cabo los dos se encuentran en el mismo estado. Tienen dos semanas para replantearse ideas y corrección de lo que no funciona. Pero lo primero, eso sí, es reconocer que están mal, que están en crisis.