Luciano Neves (Anápolis, 1993) paseará en sandalias por Leganés hasta que el cuerpo aguante. Aclimatarse también consiste en eso. Es campeón brasileño con uno del clubes más grandes del mundo, Corinthians, bajo la dirección del actual seleccionador brasileño, Tite, y ahora le toca demostrar su potencial en la liga española. Está exultante porque acaba de ser padre por primera vez, con ganas de poder acercarse a los aficionados, pero expresándose en su idioma porque –aclimatarse también consiste en eso– no habla ni una sola palabra de español todavía.
¿Conocía, a principios de este año, la existencia de una pequeña ciudad llamada Leganés?
No. El otro día mi compañero Omar bromeaba conmigo preguntándome lo mismo. No tenía ni idea. No conocía bien la Segunda División, que era donde en ese momento estaba el equipo. Ahora estoy bien adaptado a este club tan familiar. Voy con ellos hasta el final.
Cambiar la inmensidad de São Paulo [12 millones de habitantes] por Leganés tiene que ser complicado. ¿Cómo va este proceso tan radical?
Son ciudades muy diferentes. Es complicado, pero como profesionales que somos tenemos que saber adaptarnos rápido. Mis compañeros me recibieron muy bien aquí, y no estoy encontrando muchos problemas en relación al cambio de ciudad.
¿Es fácil para un brasileño relacionarse en España, donde la gente es más fría que en Brasil, menos pasional?
Fue sencillo. La gente es educada, no tengo ninguna dificultad en ese sentido.
¿Cómo está su rodilla después de la grave lesión del año pasado en el Corinthians?
Bien, bien. Cada día mejor. Espero no volver a hacerme daño porque es horrible. Sobre todo en la rodilla, y además fue una lesión grave. Pero ya estoy al cien por cien.
¿Todavía siente dolor?
No. No hay dolor, gracias a Dios.
Cinco meses es mucho tiempo.
Cinco meses y medio.
¿Y qué piensa un futbolista en esos cinco meses y medio desempleado, entre comillas?
Pasan muchas cosas por tu cabeza. Los primeros meses que no estás jugando piensas que todo se ha terminado para siempre. Luego comienza la fase de la fisioterapia y la rehabilitación y vuelves a creer de nuevo. Piensas muchas cosas, pero yo nunca me vine abajo porque tengo mucho tiempo por delante todavía.
¿Se podría decir que está al mismo nivel que antes de lesionarse, cuando todo iba de maravilla en Brasil?
Sí, ahora puedo decir que sí. Cuando regresé de la lesión, no. Pero ahora ya sí.
Su inolvidable experiencia en el Corinthians de Tite
Campeón del Brasileirão con Corinthians, en un equipo que luego se hizo pedazos por culpa de las ofertas que fueron llegando de China. ¿Cómo fueron aquellos meses?
Sólo puedo hablar bien del Corinthians. Es un club muy grande, hice muchos amigos, fui bastante feliz. Éramos casi imbatibles en Brasil. Pero en China hay mucho dinero. Para los que sólo piensan financieramente, es buena opción. Yo no tenía ningún interés en irme allí. Quiero aparecer, y quiero aparecer más.
¿Irse a China es como jubilarse como futbolista, desaparecer?
Antes de la lesión yo tenía el sueño de ir a los Juegos Olímmpicos con la selección y no tenía mucho sentido irme a China. Allí sí que es verdad que desapareces un poco. Aunque Tite [el actual seleccionador, y extécnico de Cortinthians] conoce bien a los jugadores, como a Renato Augusto que se fue para allá, los que emigran hacia allí quedan un poco desconectados del fútbol europeo y brasileño.
¿Cuál es su relación con Tite?
Tite es un entrenador sensacional, un padre. Sabe ganarse a todos los jugadores. Por eso está en la selección y por eso es el mejor entrenador que hay en Brasil y el mejor entrenador brasileño.
¿Es un buen tipo?
Sí, un tipo con gran carácter, humano, correcto, por eso ha llegado donde ha llegado.
De aquel equipo que Tite dirigía en Corinthians y que ganó el Campeonato brasileño en 2015, ¿quién era para usted el mejor jugador?
Había bastantes jugadores buenos. Creo que Ralf [actualmente en el Beijing Guoan de la liga china, tras ganarlo todo con Corinthians, Copa Libertadores y Mundial de Clubes incluidos], nuestro volante titular, jugó más de trescientos partidos con Corinthians y nunca fue expulsado. Para mí es uno de los mejores jugadores con los que he compartido vestuario.
Ahora los jugadores brasileños, como usted, salen muy jóvenes de Brasil y el Campeonato brasileño queda huérfano de estrellas.
Los jugadores pensamos más en Europa que en el propio Brasil. Todos los jugadores buenos brasileños tienen opciones de jugar en La Liga o en la Premier, y eso pone en muchas dificultades al Brasileirão.
¿Llegar a Europa es sinónimo de éxito, de haber triunfado en la vida?
Creo que sí. Llegar a Europa y jugar, hacer goles. Eso es el éxito. Si no juegas y tienes que regresar a Brasil, ya no hay tanto éxito.
¿Siente mucha diferencia con los entrenamientos de España respecto a los de Brasil?
Sí, se lo digo siempre a mi familia y a mi representante. Hay mucha diferencia. Aquí entrenamos más. En Brasil no se entrena tanto. Entrenamos más días y más horas cada día.
Las dificultades que tuvo que superar
¿Cómo fue su infancia en el estado de Goiás?
Las cosas no eran fáciles para mí familia, pero gracias a mi padre y a mi madre, ambos trabajando noche y día, yo pude ser feliz. Iba al colegio feliz, llegaba a los entrenamientos feliz, no puedo quejarme.
¿Su padre jugaba al fútbol también?
Sí, llegó a jugar en el club de la ciudad. Era muy bueno también.
¿Y la profesión de su madre?
Mi madre era empleada de hogar, trabajaba limpiando las casas de la gente. Por eso ahora no les dejo a ninguno de los dos trabajar, porque hicieron muy buenas cosas por mí y por mis hermanos.
¿Les ha jubilado?
Sí, me niego a que sigan trabajando.
¿Algún amigo de su barrio era mejor futbolista que usted pero tuvo peor suerte?
Más que suerte, no insistieron tanto. No aguantaron pasar por dificultades. Incluso, cuando yo estaba en mis primeros equipos, en las categorías inferiores, animé a varios de ellos a que se unieran al club e intentaran firmar contratos. Pero no aguantaron las dificultades. Por insistencia y por trabajo yo he llegado donde he llegado.
¿Cuáles eran esas dificultades?
No conseguir dinero para el autobús, tener para comer solo pan con huevo, no almorzar, no cenar, no poder comprar carne ni arroz. Dificultades que yo pude afrontar, gracias a Dios.
¿Estas dificultades acabaron solo con la llamada del Corinthians, o antes ya las pudo solucionar?
Antes, al fichar por el Avaí, también tuve que superar también muchos obstáculos. Tuve que seguir soportando entrenamientos sin haber cenado, o dormir bajo la grada, o estar cinco meses sin cobrar, y luego alojarse en pensiones de mala muerte hasta fichar por el Corinthians. Todavía no podía ayudar a mi familia como hago hoy.
Las maletas y los goles
Todo el mundo tiene siempre en mente ese momento en el que la vida cambia. Ese punto de no retorno que convierte el pasado en mera anécdota de la que aprender de cara al futuro. El vuelco que llevó a Luciano a dejar atrás el colchón en el que dormía bajo la grada de un viejo estadio, y las mañanas con hambre, comenzó con una llamada telefónica.
¿Cómo fue el momento de saber que un gigante brasileño le quería en su plantilla y que su rumbo comenzaba a enderezarse?
Estaba en la casa de un amigo en Florianópolis. Me llamó mi representante y me dijo que hiciera las maletas porque el Corinthians me quería. Ni me lo creí ni hice las maletas. Al día siguiente mi representante se presentó allí y me dijo '¿pero todavía no las tienes listas?, nos vamos ya mismo'. Entonces sí que llamé a mi madre y avisé a toda mi familia. Fue una experiencia increíble, y en uno de los mayores equipos de Brasil.
Y después de un buen saco de goles [superó la veintena], aparece Europa. ¿Lo que más le llamó la atención de la oferta del Leganés fue poder estar cerca de Madrid: del Real Madrid y del Atlético?
Aquí en Leganés la visibilidad es total, jugando en La Liga, en la Primera División. Hay grandes clubes cerca, pero primero voy a pensar en hacer una buena temporada en el Leganés. Después, quién sabe, se puede llegar más alto.
¿Y qué necesita para conseguir llegar más alto?
He estado mucho tiempo parado y ahora me hace falta ritmo, secuencia, goles. Luego iré como una bala.
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