Si a usted le hablan de pegada en el fútbol, no le estarán hablando de unir dos cosas ni incluso del momento en el que el jugador golpea al balón. Se referirá, en todo caso, al éxito anotador, a la relación remate-gol, al marcar un gol con las menos ocasiones creadas (especialmente remates a puerta).
En los últimos años, la pegada ha sido una característica del Real Madrid. Y se utilizaba, según quien la dijera, positiva o negativamente. Si ganaban los blancos, era "gracias a la pegada", restando mérito a su juego o a sus méritos. Si no lo hacía era porque "se le ha olvidado la pegada", lo único que tenía. La pegada era un atributo bueno para el que la tenía, mala para su rival.
Al margen de opiniones, tener pegada es sinónimo de éxito, ya que equivale a un gol. Pasado esos años de relacionar al Madrid con la pegada, de repente, y casi en silencio, el Barcelona poco a poco ha ido reconduciendo su estilo. Y del toque y toque, amasando el balón, ha ido convirtiéndose en un equipo con un juego mucho más directo, con los antes denostados contraataques y con una efectividad digna de estudio.
Ahora, prácticamente toda ocasión (remate a puerta) que tiene el Barcelona acaba en gol. Así lo indican los datos de sus últimos partidos. Y aquellos encuentros en los que tal estadística no es del todo exacta, si muestra momentos en los que esa efectividad les hizo decantar el partido. Tras la abultada victoria en Mendizorroza, el resultado (0-6 vs Deportivo Alavés) escondió también ese éxito anotador. En la segunda parte, con 0-2 y el conjunto vasco acercándose, aunque tímidamente, el Barcelona metió cuatro goles seguidos. Y lo hizo en cuatro remates. Cuatro de cuatro.
No se diferencia mucho con el partido del pasado martes de Copa ante el Atlético de Madrid. Encerrados en los primeros minutos por el equipo del 'Cholo' y casi en toda la segunda parte, el Barça marcó en el primer remate que tuvo. El remate de Luis Suárez en el 43' era la primera ocasión del Barcelona. En la segunda parte no remató ninguna vez a puerta. Y se clasificó para la final.
También fue significativo el duelo de los azulgrana ante el Athletic de hace una semana en Liga. El conjunto vasco dejó 30 minutos, los iniciales, muy buenos, con tres ocasiones muy claras. Pero ninguna acabaron en gol. En cambio, el Barcelona tuvo dos remates a puerta y los dos fueron gol (Alcácer y Messi). Otro ejemplo de efectividad y en un momento decisivo, cuando el partido estaba igualado.
Y así podemos seguir con la lista de encuentros del último mes del Barcelona. Ante el Betis, hizo un gol de cuatro remates, dos por cada parte. Ante el Eibar, en una goleada cómoda, marcó cuatro goles de siete remates. Ante Las Palmas marcó cinco goles en diez ocasiones (cuatro de cinco en la segunda parte). Y ante la Real Sociedad, en el partido de vuelta de Copa, marcó cinco goles de seis remates a puerta. Su primer gol, el que desequilibraba definitivamente la eliminatoria, llegó en el primer golpeo a puerta.
Los datos, al fin y al cabo, demuestran la tendencia en la que se está sumergiendo el Barcelona. No es otra que la de un equipo que no está tan obsesionado con la posesión, pero que tampoco crea un aluvión de ocasiones. Lo que sí tiene es una efectividad muy superior de la media. Y a ello ayuda el '9' más '9' del fútbol europeo, el jugador que más asegura gol: Luis Suárez. El uruguayo, figura fundamental del Barcelona en la última Liga (Pichichi, con goles decisivos) marcó en la primera que tuvo ante el Alavés. También ante el Atlético de Madrid, en el Calderón y en el Camp Nou.
Suárez es la figura de un juego cada vez más directo del Barcelona. Pero para que él tenga ese gol, antes Messi crea el juego. Uruguayo y argentino están en el momento de mayor compenetración entre uno y otro. Tener dos estrellas pero que sean figuras complementarias ayuda a un equipo que, sin estar en el mejor momento de los últimos años, vuelve a recuperar una imagen sólida tras dos semanas de sustos. Y la efectividad para unos, pegada para otros, se ha convertido en un asunto clave para entender la supervivencia culé.
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