A lo que se enfrentaba el Madrid en Leganés no era sencillo. El partido era uno más de esos considerado trampa, que aparecen en un calendario tan apretado y que hay que quitárselos de encima como se pueda. Y, además, el Barcelona venía de ganar al Sevilla y obligaba a los de Zidane a sacar los tres puntos como fuera. Y así fue. [Narración y estadísticas: Leganés 2-4 Real Madrid]
Pero el Madrid ganó con dos caras, las que normalmente viene mostrando. Una primera con un arreón en el que fue imparable, asustó y creyó dejar finiquitado el partido con un 0-3 que le puso cara de campeón de Liga. Pero después tuvo su segunda cara, la de la parsimonia y la autocomplaciencia, esa en la que se desconecta de los encuentros. Dejó al Leganés marcar dos goles y calentar la Liga.
La verdad es que de Butarque podrá salir Zidane con varias conclusiones. Por ejemplo, la de que su equipo B vuelve a ser un seguro de vida. En Leganés jugaron siete de los menos habituales (Nacho, Danilo, Kovacic, James, Lucas Vázquez, Asensio y Morata) y apenas se notó. Al contrario, se vio a un equipo más suelto, más enchufado y con más hambre. Aunque aquello duró 30 minutos, tiempo suficiente para encarrilar el partido con un gol de James, gracias a una jugada excelsa de Asensio, y dos goles de Morata, el primero de cabeza y el segundo con una gran definición, previo exquisito pase de Kovacic.
Que ese buen juego del Madrid solo durara media hora es otra de las conclusiones que tiene que sacar Zidane. Los blancos, de negro en Butarque, se apoltronaron y dejaron al Leganés que diera una alegría a los aficionados que abarrotaron el estadio y que al fin y al cabo este era un premio a toda una vida: primera vez que el Madrid visitaba Leganés en Liga y la constatación de que era real que este equipo milagro haya llegado a Primera. Marcó Gabriel y después Luciano. Todo ello en tres minutos. 2-3 y susto en el cuerpo.
Contribuyó al miedo que el Madrid no creyera en sí mismo y que algunos de sus jugadores estuvieran nerviosos. El primero, Keylor Navas. El meta costarricense falló en el segundo gol y seguramente se le pasaron por su cabeza sus errores de los últimos partidos. El segundo, Danilo, también sobrepasado por su banda. Garitano, técnico del Leganés, mandó a sus hombres atacar por allí.
El ímpetu del Leganés se quedó en el casi por un descanso que le vino demasiado bien al Madrid y por un gol tempranero en la segunda mitad. Morata cabeceó y Mantovani hizo la parada del siglo. Hubiera sido penalti, pero se quedó en gol, porque el balón entró en la portería de un Herrerín que incluso pedía el penalti. Con eso se acabó el partido, porque al Madrid ya le pudo la responsabilidad y no dejó más sobresaltos.
Gran partido de Álvaro Morata y Asensio, que piden paso en un once en el que hay pocos huecos. El sábado, en el derbi ante el Atlético, en el primer gran examen de un abril más que exigente, no se espera otra cosa que juegue la BBC, más Modric y Kroos. De ahí sale otra lectura. El Madrid ganó en Leganés sin sus cinco hombres de ataque. Habla también de la profundidad de este equipo.
El Madrid se llevó un trocito de Liga en Leganés. Era lo esperado. Pero sigue jugando con fuego. Y quemarse es una opción que debe tener en cuenta. Siguen siendo solo dos los puntos que le separan del Barcelona (con un partido menos) y en el fútbol eso es una ventaja mínima. Eso sí, al Madrid de Zidane se le pone cada vez más cara del Madrid de Capello (2007). Y aquél equipo ganó la Liga. La actual, por ahora, está cerca.