Pocos, muy pocos futbolistas en el mundo pueden presumir de fidelidad a un club, de jugar toda su vida en un solo equipo. Tony Adams (Romford, Inglaterra, 1966) es uno de ellos. Jugó 19 temporadas en el Arsenal, desde que debutó con 17 años en 1983 (antes había jugado otros tres años en las categorías inferiores) hasta su retirada en 2002. 688 partidos.
Nombre seguramente inadvertido para los más jóvenes, los que ya superan la treintena y ven fútbol desde su niñez deben conocer bien a este inglés miembro, junto a Lee Dixon, Nigel Winterburn y Steve Bould, de una de las grandes defensas de la historia del fútbol, los apodados "Famous Four".
Capitán a los 21 años, "Mr. Arsenal", como así era conocido, levantó cuatro Ligas inglesas (88-89, 90-91, 97-98 y 01-02), tres FA Cup y una Recopa de Europa (1994), pero sobre todo levantó su vida, al superar una adicción al alcohol que incluso le llevó a la cárcel y que más tarde contó en un libro.
15 años después de su retirada, Adams, con 50 años, es nuevo entrenador del Granada, que tiene el reto de obrar otro año más el milagro de la salvación en Los Cármenes, donde debuta este domingo (20:45 horas) ante el Celta de Vigo.
¿Cómo acaba Tony Adams en el Granada?
Sin experiencia en los banquillos, su último reto se remontaba a 2011 cuando entrenó al Qabala de Azerbaiyán, sin grandes éxitos. Allí, además de conocer al nuevo dueño del Granada, hoy clave para su puesto actual, sufrió un infarto que casi le cuesta la vida. "Sin la brillantez del médico que me operó no estaría vivo ahora", dijo. Antes de aquella aventura estuvo en el modesto Wycombe Wanderers o en el Feyenoord, Utrecht y Portsmouth, donde ejerció de ayudante, aunque en este último acabó entrenando al equipo tras la marcha de Redknapp al Tottenham.
"Voy a patear el culo a los futbolistas para que espabilen", comentó Adams en su carta de presentación el pasado martes. Era su bautismo como entrenador en el club, pero el inglés no era un desconocido en Granada. El exjugador lleva en la ciudad nazarí desde noviembre, empapándose del equipo, conociendo lo que había. Es una persona de la máxima confianza (un consejero) del presidente y nuevo dueño del club desde el pasado verano, el chino Jiang Lizhang. También es vicepresidente de la empresa DDMC, que se encarga de la rama deportiva de las empresas del nuevo propietario del club andaluz.
Cuando el Granada echó a Javier Torralbo 'Piru' como director deportivo, esa figura quedó vacante, pero Adams quedó como coordinador de ese área, como cabeza visible de la parcela deportiva. Ahora, tras la destitución de Lucas Alcáraz y a falta de siete partidos, el inglés sirve como parche para lo que queda de temporada. Estará solo hasta el final de Liga, pase lo que pase. Para el próximo año, ya sea en Primera o Segunda, el Granada piensa en un entrenador español. Adams volverá al puesto que ocupaba hace siete días.
"Es un tío supercercano, educado, todas las mañanas te da los buenos días, te choca la mano, desayuna contigo", comenta a EL ESPAÑOL una persona cercana a Adams. "Transmite su optimismo al club, su buen humor. Es una persona muy amable, dialogante, quiere estar en todos los detalles", añade otro.
Adams, quizá el menos granadino de todos los que había en Granada, quiso integrarse rápidamente en el club y en la ciudad. No es un amigo del presidente y nada más. Continuamente está en la Ciudad Deportiva viendo al equipo, se empapa de todo lo que es el club y está pendiente de lo que ocurre día a día. También participa en los partidillos que la gente del club organiza. "Desde el primer día le encanta el clima, decía que esta ciudad era fantástica. También le encanta esquiar y aquí tiene la sierra. Se adaptó perfectamente y él hizo por adaptarse".
En Granada han gustado sus primeros pasos. El día de su presentación reconoció su "falta de experiencia en la élite" y explicó tener clara su filosofía de fútbol, aunque "igual no se puede aplicar a este club en este momento". "Vengo a endurecer a jugadores jóvenes e inexpertos", añadió. Por el Granada han pasado ya dos técnicos, Paco Jémez y Lucas Alcaraz, y el equipo está a siete puntos de la salvación.
La bebida y la depresión
Querido por todo el Arsenal, ídolo de una generación, Tony Adams se echó a la bebida. "Podía jugar al fútbol y emborracharme", dijo en una extensa entrevista a Canal + hace unos años. También escribió un libro sobre su vida. "Un par de veces jugué bebido. Creo que en ese momento no podía estar sobrio porque mi solución era beber. Abusé del alcohol. Pasaba más tiempo en el pub que entrenando".
George Graham, el entrenador de aquella época gloriosa, se marchó y el Arsenal tuvo un año de transición bastante convulso. Fue en el que Adams tocó fondo. Fue al hospital en febrero de 1996. "La bebida había sido mi amiga, pero fui al hospital y dije que no quería seguir bebiendo. Y me asusté por primera vez. La bebida me había derrotado. No sabía cómo permanecer sobrio", explicaba.
Dijeron sus compañeros de él que ir al entrenamiento era una liberación porque era el único lugar donde no podía beber. "Supe que concentrarse en el fútbol sirve para dejar de beber, pero después de la Eurocopa no había fútbol. Bebí seis semanas seguidas. Me deprimí. Toqué fondo y me rendí", aseguró Adams.
Adams, el gran título de Wenger
“Cuando el alumno está dispuesto, el profesor aparece”, comentaba Adams. El profesor fue Arsene Wenger, que logró sacar de la miseria al eterno capitán del Arsenal. El técnico francés no habrá ganado mucho desde la mitad de la pasada década, pero antes logró recuperar al defensa, en una de esas acciones que van mucho más allá del fútbol. Como un símil entre la recuperación del futbolista y del equipo, el Arsenal volvió a ganar la liga.
Muy emotivo fue aquel Arsenal - Everton de 1998, en el que los de Londres se llevaban el título si ganaban, el primero con formato Premier. Lo hicieron (4-0) con gol de Tony Adams en el último minuto. Al marcar, puso cara de paz. Había acabado su calvario. Más tarde levantó el trofeo y se lo ofreció a Highbury. Habían ganado todos.
Su ejemplo, fidelidad y legado en el Arsenal le mereció una estatua en el Emirates, ese estadio en el que el jamas jugó, casa actual de los gunners. Con los brazos abiertos, Adams espera el cariño de la hinchada londinense en cada partido, el mismo que ahora quiere tener de la Granada que se aferra a él como salvador de un proyecto todavía nuevo.