El Real Madrid es campeón virtual de Liga. Solo un desastre en Málaga el próximo domingo evitará que los blancos consigan su 33ª Liga. En La Rosaleda le vale hasta el empate después de ganar en Balaídos, donde verdaderamente se jugaba la Liga. Allí ganó este miércoles poniéndose más que nunca el traje de campeón. Una lectura acertada y un planteamiento excelente hacen que el Madrid agarre la Liga con una mano y la mitad de la otra. [Narración y estadísticas: Celta de Vigo - Real Madrid]
El partido, que se presentaba caliente, acabó por ser un bálsamo para el Madrid. Fácil no fue, pero tampoco es que fuera el encuentro más duro de todos los que tuvo. Hubo momentos en los que parecía que no había nada en juego. Con un ritmo menor del esperado, en ningún momento peligró la Liga para el Madrid. El Celta, seguramente con la herida abierta de Old Trafford, no desengrasó la máquina y no tuvo ni la mitad de identidad del equipo gallego toda la temporada. Los de Berizzo tampoco valieron como cómplices del Barcelona.
Marcó Cristiano, otra vez Cristiano. Y por dos veces. Clave en la Champions, ahora también fue decisivo en la Liga. Fue la gran figura del partido. En el año en el que no aportó tanto en el campeonato doméstico, principalmente porque Zidane le rotó al máximo y le dejó fuera muchas veces, irrumpió en el duelo que estaba en más riego la Liga. Eso es ser el mejor. Nadie puede decir que Cristiano no aparece en los días grandes. Este año estuvo en todos.
El portugués, que llevaba dos meses exactos sin jugar un partido liguero a domicilio con el Real Madrid, no es que hiciera un partido completo, pero ese punto de desequilibrio lo sigue teniendo. Mató con sus goles e hizo que el Madrid roce su 33ª Liga. Lo hizo con la ayuda de un Isco otra vez soberbio. Al malagueño le 'ponen' los retos y él ha llegado al final de la temporada, que comenzó gris, como un toro.
Isco es la personificación de la gestión de Zidane, meditada y calculada. El Madrid es feliz porque todos sus jugadores son felices. Y el Madrid toca el título porque desde la primera jornada aceptó que la Liga este año era vital. El entrenador lo dejó claro en verano y todos le siguieron detrás. El Madrid ha demostrado que combinar Liga y Champions y llegar al final con opciones en ambos torneos era posible.
Cuando comenzó el partido, y se veía a un Madrid ya con ganas de ir a por el partido, cogió Cristiano un balón muerto en la frontal del área, lo controló, miró y tiró. Sergio Álvarez, portero del Celta, se quedó congelado. El balón iba fuerte y pegado al palo. Era el 0-1 y el Madrid vivió con la comodidad de verse con una renta importante. Más tarde, en el inicio de la segunda parte, la conexión Isco - Cristiano volvió a romper Balaídos en una contra iniciada por el malagueño y finiquitada por el portugués.
Con un Celta que solo tuvo pocos minutos entonado, y apenas dio sustos, el Madrid fue más conservador que nunca y se lo tomó con calma. No quiso convertir el partido en una locura. El guión le dio la razón, ya que cuando el encuentro se volvió más de idas y venidas estuvo menos cómodo. Fue cuando Iago Aspas fue expulsado por simular un penalti (la otra amarilla fue por protestar un penalti, que no era, por manos de Varane), cuando Cristiano se lanzó al otro área y calentó a Balaídos y cuando los gallegos apretaron el resultado con un gol de Guidetti.
El Madrid, con las ideas muy claras, respondió bien con un gol de Benzema, que empujó un pase de Marcelo, y otro de Kroos. Fue el premio a la consistencia y la sensatez. La que ha aportado Zidane, que ya el año pasado recuperó al Madrid y ganó su Liga (desde que llegó, consiguió más puntos que el Barça) y tiene al equipo en una situación idílica. Este equipo no se parece nada al de otros años, que tiraba competiciones para ganar otras. Todo se puede conseguir.
Lo que el viento se llevó una noche de febrero el Madrid lo recuperó en mayo. Los blancos, líderes de la Liga. Recuperan el primer puesto en el momento más indicado. Tres puntos por encima del Barça, al que ya no tienen que mirar. Solo queda una jornada y en Málaga suena ya el alirón. Le vale un empate en una Rosaleda que tendrá presente lo ocurrido hace ya muchos años en el Heliodoro Rodríguez López.
El Madrid ha sido el más regular y el que más ganas ha demostrado para ganar el torneo. Su partido en Vigo lo demuestra. Un equipo campeón que lee muy bien los partidos, que tiene una plantilla inmensa y que regatea a las sorpresas. El Madrid de la unidad, del fútbol y del orgullo. Si la gana será con total justicia. Ha sido el mejor. Que se prepare la Cibeles. Este equipo la visitará pronto.
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