Hay veces, por lo que sea, que las cosas no salen; años tachados en negro, jornadas vitales para olvidar. Esas cosas pasan. Nunca se es feliz o desgraciado eternamente. Y el Atlético, este curso, ya tuvo su ración. Padeció de falta de gol, de poca suerte (aquellos dos palos en Roma, por ejemplo), de atasco, de falta de claridad, de neblina y polución en su juego. Pero, llegado ese momento, cuando parecía que la pendiente se precipitaba hacia el infierno de los días sin resolver, el equipo de Simeone ha vuelto a encontrar el camino. De forma casual o, quizás, porque el destino (ese ente tan nombrado por el Cholo), lo ha querido. Lo cierto es que tras imponerse a la Roma, sumó de nuevo ante el Levante. Se desvirgó, de alguna manera, en su particular otoño [narración y estadísticas: 0-5].
Se puede decir que contra la Roma, el pasado miércoles, el Atlético tuvo que remar mucho. Consumió los segundos hasta encontrar una genialidad, esa media chilena de Griezmann que resquebrajó el cascarón de los malos días y abrió un nuevo porvenir. Después, vino otro de Gameiro en Champions y las nubes se esfumaron para dejar hueco a un sol que ha tenido continuación este sábado, cuando el Levante amenazaba con intentar alargar las malas sombras. Pero no lo hizo. El equipo de Simeone se desvirgó contra ellos. ¡Y de qué manera!
Pero el Atlético no lo hizo de golpe. Fue poco a poco. Confió primero en la suerte. O, más bien, en los fallos del equipo rival. Falló Rober, que intentó mandar el balón a córner y la metió en la portería. Se echó las manos a la cabeza y, como si fuera un guiño al destino, dio pasó a una borrachera de goles del Atlético. El segundo, de nuevo, lo provocó un fallo de la zaga, que le dejó el balón franco a Gameiro para que anotara el segundo. Y, a partir de ahí, suma y sigue.
Griezmann, autor de esa media chilena para la historia el pasado miércoles, apareció en la mediapunta para filtrarle un balón a Gameiro y que éste hiciera el tercero. Después, papeles cambiados: Kevin la pone y el ‘Principito’ la empuja para dentro. Y, para terminar, el quinto volvió a ser de los dos. Eso sí, sin combinación. Gameiro le pegó y Griezmann mandó el rechace a dormir entre las mallas. Y fin de la historia. Una manita y a casa.
El Atlético, con problemas en los últimos tiempos, de pronto, parece haber recuperado la senda de la victoria y los goles. Quizás lo haya hecho tarde. Puede ser, porque es posible que ya no haya manera de continuar en la Champions o de luchar por la Liga. O, puede, por qué no, que su regreso llegue a tiempo. Porque sí, ¿y si el Qarabag da la sorpresa? ¿Y si este domingo el Valencia le gana al Barcelona? Entonces, en ese caso, igual todavía tiene tiempo. Sólo el destino convocado por Simeone lo dilucidará.
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