Y a nueve minutos para el final… el Camp Nou explotó. Iniesta, por última vez, alzó los brazos, aplaudió al respetable, apuró sus pasos sobre el césped del templo que lo vio nacer, exhortó sus últimos suspiros, evitó las lágrimas –tan presentes en sus últimos días– caminó hasta la zona técnica y dijo adiós. Con el favor de los suyos, un abrazo de Valverde, otro a cada uno de sus compañeros y guardando en su particular baúl de los recuerdos lo más valioso a lo que puede aspirar un futbolista: que lo valoren en su casa, los contrarios… todos. Y después, el sollozo. En el banquillo, taciturno, con la mirada en el suelo y esa sangre transparente que se llama lágrima dejándose caer por entre sus mofletes rosados. Era el final, un triste final. ¡Pero qué final!

Iniesta se despide del Camp Nou



Parecía que a Iniesta se le iban a secar las lágrimas. Desde aquel anuncio en la sala de prensa, empezaron a brotar. Lo hicieron poco a poco, como si fueran sus pasos, como lo era su baile sobre el césped del Camp Nou, su vals de fútbol y pases en la frontal del área. Aquel día, dijo por primera vez adiós. Después vino el hasta pronto del club, junto al presidente. Y este domingo, en la última jornada de Liga, cogió el relevo de Fernando Torres –que también se despidió del respetable rojiblanco– y asumió que sus días al máximo nivel se acaban.

Andrés Iniesta se despide del Camp Nou. Reuters



El Camp Nou le dio su última bienvenida con un tifo con el símbolo de infinito. El mensaje era claro, era de perpetuidad, de posteridad y eternidad. Fue un: ‘No te olvidaremos, tu nombre seguirá vinculado a este club’. Iniesta se marcha, pero no desaparece. Su legado queda ahí. Su lloro al llegar desde Albacete, su debut con Van Gaal, su primer tanto, aquel fogonazo en Stamford Bridge y sus títulos. Fueron muchos y de diverso calado. Tripletes, Sextetes, Dobletes… de todo.



Pero los títulos importan poco cuando el que se marcha es Iniesta. Lo que deja el manchego es su mimo a la pelota y un intangible: su ejemplo. Los niños del presente –los de Albacete, Barcelona o Madrid– quieren ser como Andrés. Incluso sus rivales. “Ha sido un honor estar en la despedida del mejor jugador de la historia del fútbol español. Ha hecho historia. Por sus valores y su juego es querido por todo el mundo. Ha sido un momento especial”, confesaba Xabi Prieto, que también dice adiós esta temporada.



Con Iniesta se va también la mejor época de la historia del Barcelona –le queda todavía apurar sus días en la selección– . Con él se va el tiqui-taca, el segundo exponente del mejor centro del campo de la entidad –que formó junto a XaviBusquets– y el fútbol de posesión. Es posible que lleguen otros. Algunos, seguro, con más talento. Da igual. Ninguno podrá ser como él. Ni tan correcto dentro del campo ni tan paciente fuera de él. Un tipo que sufrió de depresión estando en la élite y que se sobrepuso para conquistar el fútbol mundial con la selección. Ese ha sido Andrés. Ese es él. ¡Hasta siempre y gracias!

Iniesta le cede el brazalete de capitán a Messi. Reuters

DISCURSO DE DESPEDIDA

Para la posteridad, sus palabras tras el encuentro. Con las luces apagadas y su imagen como único foco, iluminado por el haz de luz que siempre poseyó, Iniesta cogió el micrófono. Tembló, entre lágrimas. Recibió el trofeo de Liga y dio las gracias. "Han sido 22 años maravillosos. Ha sido un orgullo y un placer defender y representar este escudo. Para mí es el mejor del mundo", sentenció. 

Y siguió: "Gracias a vosotros, mi afición, por todo el cariño y por todo el respeto que me habéis hecho sentir desde el día que llegué, como un niño. Me voy como un hombre. Gracias por este mes, en el que me habéis pedido que me quedara. Sólo os puedo decir que os llevaré en mi corazón para siempre". Después, cerró el micrófono, fue manteado y, en solitario, enfiló hacia el túnel de vestuarios. El Camp Nou lloró. Se le va un niño que creció mirándolo con pasión. Se marcha enamorado y jurándole amor eterno, incluso en la distancia. 

Andrés Iniesta levanta la copa en su despedida. Reuters

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