Probablemente nunca habrán escuchado hablar de Bob Lang. Tras este nombre bastante común se esconde un multimillonario aficionado por el golf. Igual que Terry Matthews, que un día soñó con llevar la Ryder Cup a Gales y lo consiguió con Celtic Manor. Igual que Donald Trump, que diga lo que diga ha gastado más tiempo en sus primeros 100 días al frente de la Casa Blanca jugando al golf que todos su predecesores y que hoy por hoy posee 14 campos por todo el mundo. Bob Lang, que antes de saltar al mundo de los negocios inmobiliarios se hizo multimillonario con las tarjetas de regalo y las felicitaciones impresas, soñó con llevar el golf a Wisconsin. Y por fin lo ha conseguido.
En Erin Hills cuatro tablas de madera, clavadas a un poste una sobre otra, indican casi en unos grabados a manos dónde estas, qué campos y los dos únicos grandes torneos que allí se han disputado. Debajo otra tablilla espera ser grabada como sede del US Open de 2017.
En las afueras de Milwaukee, en el estado de Wisconsin, conocido como America's Dairyland (la lechería de América), el medio rural yanqui ha encontrado un referente, pues el deporte ha colocado en el mapa un lugar que de ninguna otra forma habríamos oído hablar. Y vamos a escuchar mucho sobre aquella granja que Bob Lang compró en 2001 y de la que 150 de los mejores jugadores del mundo no han parado de quejarse desde que llegaron.
Vale, los hay que le han echado algún piropo, pero en líneas generales digamos que el campo no convence. No es que no les guste, pero hablamos de un links que no es un links. "A ver, amigos: esto no es un links. Sí, hay mucho fescue (hierba festuca). sí, hay mucho viento. Y sí, no es que haya muchos árboles. Pero nada más. Esto no es un links". Mike Davis, director ejecutivo de la USGA no sabe cómo decirlo pero le va a costar que jugadores, aficionados y prensa no se refieran a Erin Hills como un campo tipo links. Tanto la organización como los arquitectos prefieren definirlo como un campo tipos 'heartland', pero...
Más allá de la definición académica que persista en los libros, lo cierto es que Erin Hills es un campo traicionero. No tanto por lo largo, que lo es, y mucho. De hecho, si no mueven mucho los tees de salida, el campo se jugará por encima de las 7.740 yardas y eso lo convertirá en el campo más largo que alberga el US Open en sus 117 ediciones. Además, la longitud no es un problema -Sergio García, Jon Rahm y Rafa Cabrera-Bello, los tres españoles presentes, tendrán a pegadores en sus partidos de los dos primeros días para seguirles la estela- porque las calles son anchas, muuuuuuy anchas. "Hay 60 yardas de un lado al otro de la calle. Tienes aquí a 156 de los mejores jugadores del mundo. Si no podemos ponerla en calle lo mejor que podemos hacer es recoger las bolsas e irnos a casa". La sentencia de Rory McIlroy lo dice todo.
El problema será para aquellos que no sepan jugar con el viento, que acaben más allá de esas 60 yardas y de otras pocas yardas más de los dos primeros cortes del rough. Pues quienes lleguen allí se encontrarán en problemas, muy gordos. Y van a ser muchos los que lleguen a ese punto. Además, si consiguen salir de ahí que se vayan preparando para los 138 bunkers que les esperan. En palabras de Mike Davis: "Esto son hazards de verdad". Todos los pros que no tienen problemas con irse a las trampas de arena alrededor de green aquí no van a pensar lo mismo. De hecho, los expertos vaticinan una sangría en estos bunkers, que no son de arena sino de gravilla y que tienen su mayor peligro en los taludes, pues van a impedir meter el palo en muchas ocasiones y en otras tantas casi van a obligar a jugar en direccción contraria a la bandera.
Y si después de todo eso aún no parece suficiente dificultad, Erin Hills propone un divertido recorrido con golpes ciegos en 14 de sus 18 hoyos. Además, si la experiencia dice que todos los grandes se deciden en los últimos nueve hoyos de la última jornada, en el campo de Wisconsin la cosa se reducirá a los últimos seis hoyos, donde se juegan dos pares 5 (14 y 18), dos pares cuatro (15 y 17) y dos pares tres (13 y 16). Muchas opciones de birdie o algo más.
¿Restan todos estos condicionantes opciones a los españoles? Ni muchísimo menos. Si bien es cierto que no hay una sola casa de apuestas que de un favorito diferente al estadounidense Dustin Johnson, también lo es que tanto Sergio García como Jon Rahm aparecen en todas esas apuestas pisándole los talones. Además, el castellonense tampoco busca un imposible (aunque es verdad que en toda la historia sólo cinco jugadores han conseguido ganar Masters y US Open consecutivamente) y por soñar que no quedé. A eso se aferran Rahm y Cabrera-Bello, ambos en un estado de forma óptimo y con el juego necesario.
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