Hace poco más de una década, en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, el ciclismo en pista fue el deporte que más medallas aportó a la cosecha española, cuatro de las veinte totales. Dos bronces llegaron en la modalidad de Persecución, en su versión individual mediante Sergi Escobar y en la colectiva gracias al propio Escobar, Carles Torrent, Carlos Castaño y Asier Maeztu, con Guillermo Ferrer en el anónimo y necesario papel de reserva. José Antonio Escuredo capturó una plata en el siempre loco Keirin, y el mítico Joan Llaneras consiguió otra en la Puntuación. El éxito de Atenas tuvo continuidad en Pekín con otros tres metales; sin embargo, en Londres no se obtuvo ninguna y, ahora mismo, con los Juegos de Río en el horizonte más cercano, únicamente las velocistas femeninas tienen más o menos asegurada su presencia.
Tras este declive se esconden, principalmente, dos factores. En primer lugar, el cambio del programa olímpico de cara a los Juegos de 2012. La nueva doctrina del Comité Olímpico Internacional (COI) prioriza la paridad, que haya las mismas pruebas de hombres y mujeres, pero sin aumentar el número de eventos. El ciclismo en pista tenía siete disciplinas masculinas y tres femeninas, por lo que su reestructuración fue de gran profundidad.
Se incluyeron versiones para mujeres de las pruebas de Velocidad Individual (tres vueltas de duelo uno contra uno), Velocidad Olímpica (tres vueltas de duelo tres contra tres) y Keirin (un sprint lanzado entre seis ciclistas, cada uno con su pellejo); se respetó la Persecución Olímpica (4 kilómetros a tope en equipos de cuatro); y las disciplinas de fondo se condensaron en el Ómnium (una especie de decatlón, con seis pruebas cuyos resultados se agregan para coronar al pistard más completo).
Así desaparecieron del programa las carreras de Puntuación, Americana, Persecución Individual o Kilómetro en las que España había conseguido siete de las nueve preseas olímpicas anotadas en el velódromo. Y, lo que es más importante, quedaron sin beca ADO, que es la principal (y en ocasiones única) fuente de ingresos del deportista olímpico nacional.
Hundimiento a medio plazo
Todo ello llevó al segundo de los factores clave en esta decadencia: la precarización. Con cada vez menos recursos, y con gran parte de ellos destinados por mor del CSD a concentraciones en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Palma de Mallorca, el célebre Palma Arena del Caso Nóos, el ciclismo en pista español pierde paulatinamente su posición de vanguardia y corre el peligro de sumirse en la mediocridad a medio plazo.
El pasado fin de semana, la selección española disputó en el velódromo suizo de Grenchen los Campeonatos de Europa, cita clave de cara a la clasificación olímpica. Acudió con 14 ciclistas y “un solo mecánico, que salía del hotel a las nueve de la mañana para preparar nuestro material y no regresaba hasta las diez de la noche”, explica el corredor Eloy Teruel. Este murciano ha sido cinco veces medallista europeo o mundial en los últimos tres años, siempre en disciplinas no olímpicas. Su beca depende de los resultados en Persecución Olímpica y Ómnium. Por desgracia, sus opciones de competir en Río en la prueba colectiva son remotas, dado que el combinado nacional sólo pudo ser 10º en el Europeo. Mientras, en la individual ya no dispone de ninguna. “Necesitaba conseguir puntos en el calendario internacional para clasificarme para disputar la Copa del Mundo y el Mundial, que es donde podía conseguir la plaza olímpica. La Federación Española no me apoyaba económicamente para ello y a través de la Murciana logré que una institución política local me pagara esos viajes. Sin embargo, sufrí una caída en agosto que echó al traste mis planes”.
Ante esta situación, Teruel dice verse “abocado a la retirada”. Es un caso paradigmático. “Con este sistema de becas y estas carencias de recursos, tener una mala temporada significa verse con una mano delante y otra detrás”. Y cuenta una anécdota tan triste como reveladora. “Hace un par de años, los miembros de la cuarteta de Persecución Olímpica acordamos destinar un 15% de nuestras respectivas becas para apoyar económicamente a un quinto que pudiera ejercer de reserva”. Esta acción no pudo llevarse a cabo por “distintas circunstancias”, pero da una idea de cuán contadas están las habas en ese granero que fue el velódromo.
Dos plazas para Río 2016
En estos Europeos, España sólo ha encarrilado dos plazas para Rio 2016: Tania Calvo y Helena Casas fueron cuartas en Velocidad Olímpica, y con ello prácticamente aseguraron su presencia en esta disciplina, su modalidad individual y el Keirin. La tercia que disputa las pruebas de velocidad masculina está en el alero, con Juan Peralta disponiendo de opciones francas de estar en la Velocidad Individual. Los equipos de Persecución Olímpica femenino y masculino enterraron sus posibilidades. El Ómnium masculino estaba eliminado; mientras, en el femenino, Leire Olaberría partía bien colocada pero firmó un 10º puesto que convierte su presencia en Río en una incógnita.
Mientras tanto, en las modalidades no olímpicas llegaron tres medallas: el bronce de Irene Usabiaga en la Eliminación y el oro de Sebastián Mora y Albert Torres en Americana, con el propio Mora repitiendo victoria en Scratch. Los tres pasan apuros económicos: Usabiaga está amparada por las Becas Pódium de Telefónica y programas regionales vascos; Mora, tras un periplo en el pelotón japonés, está acogido al Proyecto Fer, un sistema de apoyo para deportistas valencianos auspiciado por el Villarreal C.F.; Torres, por su parte, vive de becas regionales, sumadas a una aportación exigua del ADO y al irregular salario que le paga el Team Ecuador, un equipo de ciclismo de carretera de tercera división asentado en Catalunya y sufragado desde el país latinoamericano.
Precisamente en la carretera está la esperanza y a la vez la perdición de muchos talentos del ciclismo en pista a nivel mundial. “Miras equipos de primer nivel como Sky o BMC y cuentan en sus filas con ciclistas campeones del velódromo como Elia Viviani o Stefan Küng”, asevera Jaume Mas, artífice de la selección española de pista de Atenas 2004. “Fuera, venir de la pista es un plus. Sin embargo, en España no existe esta cultura”, lamenta, “y los que consiguen fichar por un equipo de ruta terminan por dejar el velódromo. Si vuelven a competir en él, es por gusto o por nostalgia”.
Efectivamente, los pistards españoles no encuentran acomodo en el pelotón nacional. Algunos, como los citados Mora, Torres o el balear David Muntaner prueban en el extranjero con suerte desigual. Movistar, única escuadra española de primera división mundial, contó un año con Eloy Teruel, pero lo descartó al invierno siguiente sin mediar explicación. Caja Rural, encuadrado en la segunda, tiene a Lluís Mas y ha incorporado este invierno a Diego Rubio, dos ciclistas que han hecho sus pinitos con relativo éxito en los velódromos. “A mí nunca me han puesto problema para compatibilizar pista y carretera, pero prefiero priorizar la ruta porque es donde me gano la vida”, expone Mas. “Yo también priorizo la carretera”, aporta Rubio. “Por desgracia, en la pista no se atisba un futuro brillante”, cierra.