En una ceremonia rodeada de toda la pompa y tradición milenaria, la llama olímpica ha iniciado su recorrido en el templo de Hera, frente al estadio antiguo de Olimpia en Grecia, para recorrer 20.000 kilómetros por tierra, mar y aire, y encender el pebetero del estadio de Maracaná el próximo 5 de agosto.



Los rayos de sol de última hora de la mañana han servido para que, al reflejarse en el espejo cóncavo que portaba la Suma Sacerdotisa del templo, se encendiera la llama, una ceremonia que se repite cada cuatro años desde 1936, cuando el Comité Olímpico Internacional decidió recuperar la tradicional ceremonia en el mismo sitio que lo hacían los griegos antiguos. Una ceremonia en la que el principal protagonista es el fuego, símbolo de paz, amistad e iluminación.



Y ante la atenta mirada del presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y el presidente del Comité Organizador de los Juegos de Río 2016, Carlos Arthur Nuzman, la sacerdotisa entregó la llama al primer relevista de la antorcha, un honor que recayó en el gimnasta griego Eleftherios Petrounias, que llevó la llama hasta el Monumento a Pierre de Coubertin.



Allí la recogió el segundo relevista, y primer brasileño, el ex jugador de volley Giovane Gávio (oro olímpico en Barcelona 92 y Atenas 2004). Después de él, un total de 12.000 personas tendrán el honor de llevar la antorcha durante unos 200 metros cada una, en un recorrido pensado, en palabras de Nuzman, “para que todo nuestro pueblo tenga la ocasión de vivir y disfrutar de este momento único y que recordarán toda su vida”.

Traspaso del fuego entre la Sacerdotisa y el atleta. Yannis Kolesidis EFE



La llama olímpica viajará la primera semana desde Grecia hasta la capital olímpica, Lausanne, sede del COI, donde el 3 de mayo emprenderá viaje en avión hasta la capital brasileña, Brasilia, para desde allí pasar por 329 ciudades cariocas, sin olvidarse de destinos tan emblemáticos como Pirenopolis, Mato Grosso, Salvador de Bahía, las dunas de arena de Lençóis Maranhenses en Maranhão, las misteriosas Sete Cidades de Piauí, Pernambuco, el Teatro Amazonas, Belém, São Paulo, Florianópolis y todas las emblemáticas playas brasileñas para terminar su recorrido en la Cidade Maravilhosa: Río de Janeiro. El 5 de agosto la llama culminará los 20.000 kilómetros encendiendo el pebetero del estadio olímpico de Maracaná, aunque el nombre del ultimo relevista, como ocurre en todas las citas olímpicas, es el mayor de los secretos.



La antorcha, cuyo diseño corre a cargo del estudio Chelles and Hayashi Design, de Sao Paulo, está inspirada en los colores brasileños, el espíritu olímpico, la naturaleza de Brasil y la armoniosa diversidad y energía de su población. Cada una de las antorchas está hecha de aluminio reciclado y pesa aproximadamente un kilo y medio. Cuando la antorcha recibe la llama –un momento conocido como el “beso olímpico”-, se abre y su altura aumenta ocho centímetros, mostrando los colores de la bandera de Brasil.



El mecanismo de encendido del gas para producir la llama ha sido diseñado por la Universidad Politécnica de Cataluña, para que el fuego olímpico no se apague ni incluso con vientos muy fuertes. La producción de la antorcha, guardada bajo el mayor de los secretos, ha sido hecha también en España, en la pequeña localidad catalane de Caldes de Montbui, elegida por el consorcio que ganó el concurso para fabricar las 15.000 unidades que se utilizarán durante el recorrido de la llama de los Juegos de Río 2016.

El campeón del mundo de gimnasia griego Lefteris Petrounias porta la antorcha. Yannis Kolesidis EFE

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