Adam Peaty (Uttoxeter, Staffordshire, Inglaterra) no quería ni ver el agua cuando era pequeño. Odiaba ducharse -hasta el punto de chillar cuando su madre lo metía en la bañera- y gritaba cuando le sugerían entrar en una piscina para jugar. Sin embargo, eso ya es pasado. Sus temores, poco a poco, se fueron mitigando. El británico, tras superar aquello, ha conseguido ser la principal esperanza de su país en la disciplina de 100 metros braza en estos Juegos Olímpicos. De hecho, se da por seguro que conseguirá el primer oro para Gran Bretaña en su disciplina desde que Adrian Moorhouse hiciera lo propio hace 20 años, en Seúl 1988.
Pero para llegar a los Juegos Olímpicos, Adam Peaty no sólo ha tenido que luchar contra sus miedos, sino también contra los madrugones. Así lo ha confesado siempre su madre Caroline, jardinera de profesión, que lo levantaba a las 4:30 horas, lo llevaba a Derby para que entrenara y fuera a la escuela, y después buscaba energías para trabajar durante todo el día. Y, llegada la noche, más de lo mismo: sacaba el coche, encendía el motor e iba a recogerlo.
Madre e hijo mantuvieron la rutina y la tradición hasta que Adam pudo sacarse el carné de conducir. Y su padre, trabajador en un supermercado, siguió su carrera con atención, sin pensar, obviamente, que su hijo pudiera ser olímpico. Pero, pasados los años, lo ha conseguido. No sólo irá a los Juegos, sino que podrá llevar a sus padres. “Están en estado de shock. Hasta ahora lo más lejos que habían ido era a Francia”, confesaba el nadador en conversación con el diario británico Daily Mail.
BORRACHERAS Y MERCEDES
Sin embargo, su camino ha encontrado obstáculos por el camino. En 2012, después de beber más de la cuenta con unos amigos -nada que no haya hecho cualquiera-, decidió dejar todo lo que fuera perjudicial para su carrera. “Pensé, voy a hacer todo lo posible por llegar a Río”. Y lo ha conseguido gracias, obviamente, a su entrenadora personal, Melanie Marshall, ex campeona de Europa. Seguramente, la nadadora que mejor sabe lo que es llegar hasta lo más alto y caer en picado, tal y como le ocurrió en Atenas 2004, a donde llegó con la mejor marca y de donde se fue sin medalla.
Ahora, Melanie lucha porque no le ocurra lo mismo a su pupilo. Adam Peaty, cuyo rival es el campeón olímpico en Londres 2012 Cameron Van der Burgh (58.56), tiene el récord del mundo (57.92) y es el máximo favorito para colgarse el oro. Pero para ello, tendrá que ahuyentar todos sus fantasmas. Aquel miedo por el agua, aquellas borracheras… Todo ello, sin traicionarse a sí mismo. En definitiva, sin dejar de ser él, ese chaval que conduce un Mercedes, escucha Grime (una especie de música que es tendencia), juega a la Play en sus ratos libres y va siempre al mismo peluquero: “Con él hablo de todo”.
Con todos esos condicionantes -para bien y para mal- se presentará en Río el próximo 6 de agosto, cuando debuta en los Juegos Olímpicos. Y lo hará como máximo favorito, con la presión de ser una de las medallas ‘seguras’ de Gran Bretaña, pero también con la bisoñez que el carné de identidad le atribuye a sus 21 años. En definitiva, pros y contras para un chico de esos que tiene madera y que lo ‘único’ que tiene que hacer es demostrar que puede estar entre los grandes. ¿Lo hará? El resultado, en menos de una semana.
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