Alivio fue una de las palabras más repetidas. La prensa y el público les estaba pasando factura, pero ellos siguen vivos –y jugando de manera aceptable– y otros grandes favoritos como Argentina y México ya han hecho las maletas.
El seleccionador brasileño, Rogério Micale, intentó algo parecido a lo que situó en el campo en la segunda mitad contra Irak, pero con más orden. Felipe Anderson comenzó en el banquillo y Luan en el once inicial, poniendo a disposición su despliegue artístico como enganche. Renato Augusto fue el encargado de actuar como pivote y organizar el juego que debería desembocar en Neymar, Gabriel Jesús y Gabigol.
Era público que Tite, el nuevo seleccionador absoluto brasileño, se había unido a la concentración del equipo en Salvador. Les vio entrenar, les acompañó en el hotel. La figura de Tite en Brasil, y el respeto que se tiene por ella (campeón de la Copa Libertadores y del Mundo en 2012 con Corinthians, y bicampeón del Campeonato Brasileño), seguro que ha imprimido a la plantilla la electricidad que les hacía falta.
Los diez primeros minutos brasileños fueron, efectivamente, eléctricos. Fue un asedio al área danesa. En el minuto 13, el portero Keppe Hojbjerg tapó con todo un remate que era medio gol de Rodrigo Caio tras un servicio de Neymar al saque de una falta. Pero los medios goles no valen, y por aquel entonces, con el 1-1 en el Sudáfrica-Irak, Brasil estaba eliminada y además era el único de los 16 equipos del torneo que aún no había marcado.
Un grito huracanado de Gabriel Jesús en el minuto 23, tras un mano a mano desperdiciado, dejaba ver que esa maldición de cara al gol comenzaba a necesitar un psiquiatra, o todos acabarían internados en un manicomio. Pero por suerte no pasó de ahí. Dos partidos y un rato de vacío. Douglas Santos se sacó de la manga un centro que se paseó por el área pequeña y acabó en las botas de Gabigol, que dijo basta ya. Hasta aquí podíamos llegar. Es el nueve del presente y del futuro. Se confundió entre los espectadores, primero, y luego festejó con Micale, que respiró profundo.
Lo necesitaba tanto el público que en Salvador se empezó a hacer la ola, y con ganas. Hubo momentos incluso de fútbol arte, como le gusta decir a los brasileños, o de jogo bonito, como se popularizó comercialmente. Esos buenos minutos trajeron de la mano el segundo gol, el que disparaba el optimismo y tranquilizaba de verdad. Lo firmó Gabriel Jesús, llegando en tromba, tras una magistral combinación entre Luan y Gabigol, que terminó con el centro medido de Luan.
Nada más comenzar el segundo periodo, la estrella del Grêmio, Luan, recogió su recompensa anotando el tercer gol que hacía pedazos el partido. Está siendo de los mejores recursos con que cuenta Brasil para recordar a la que una vez fue. Douglas Santos, del Atlético Mineiro, fue el que le envió el pase de la muerte, y el otro que está brillando a un gran nivel, a pesar de los momentos de crisis del equipo.
Dinamarca se dejaba llevar en el baño brasileño rezando para que el empate entre Sudáfrica e Irak continuara –y continuó– y poder pasar a la siguiente ronda como segunda de grupo. El equipo capitaneado por Lasse Vibe estuvo absolutamente irreconocible. La puntilla que redondeó la noche llegó en el minuto 80, firmada de nuevo con Gabigol tras entenderse de maravilla con Neymar.
Los cuartos de final del torneo, tras las tremendas decepciones de Argentina y México, eliminados, están ya definidos y programados para este sábado 13 de agosto: Brasil vs Colombia y Corea del Sur vs Honduras, por un lado; y Nigeria vs Dinamarca y Portugal vs Alemania, por el otro.
Y esta es precisamente la mala noticia para Brasil. A pesar del buen sabor de boca, se le cruza en el camino Colombia. Con Teo Gutiérrez en estado de gracia y con una sonrisa de oreja a oreja, como en sus buenos tiempos en River Plate. Un plato demasiado fuerte para cuartos de final. Igual que el Portugal-Alemania. Dos partidos grandiosos para estos Juegos Olímpicos.